Sábado, 21 de diciembre de 2024

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Oración a San Miguel: su historia y necesidad

Oración a San Miguel: su historia y necesidad

por Mientras el mundo gira

Acabamos de pasar la festividad del Arcángel San Miguel, cuya sola mención nos recuerda a muchos la famosa Oración compuesta por León XIII y tan extendida entre el pueblo cristiano. Creo que vale la pena detenerse un momento en la historia de esta oración.
Estamos en 1884 y después de decir su misa de la mañana, el Papa asistió a otra misa, como tenía por costumbre, en acción de gracias. Allí quedó como traspuesto y tras unos momentos de preocupación, el Papa recuperó su aspecto normal y se dirigió rápidamente a su despacho privado, seguido por sus alarmados ayudantes. Poco tiempo después, León XIII salía de sus aposentos con la oración a San Miguel que acababa de componer y que en 1886 se añadiría a las otras "oraciones Leoninas" que el Santo Padre mandó recitar después de la misa en 1884 (como así se hizo hasta la reforma litúrgica posterior al Concilio Vaticano II).

¿Qué movió a León XIII a escribir esta oración? Hay distintas versiones en cuanto a los detalles, pero todas concuerdan en que el Papa habría tenido una visión similar a la escena al principio del Libro de Job. El diablo desafiando a Jesús con que podría destruir la Iglesia si tuviera más tiempo y más poder. Y Jesús, igual que Yavé en el Libro de Job, concediéndole al Diablo su petición. León XIII, intuyendo entonces que tremendas pruebas iban a descender pronto sobre la Iglesia y el mundo, escribió la oración pidiendo la protección de San Miguel y ordenó que fuera recitada en todo el orbe.
Un detalle curioso es que, aunque no hay  documentación que lo pruebe, se habla del 13 de octubre de 1884 como de la fecha en que León XIII tuvo esa aparición y compuso la Oración a San Miguel Arcángel… justo 33 años antes de la aparición final en Fátima.
El 13 de octubre de 1917 tuvo lugar el gran Milagro del Sol, probablemente el milagro con más testigos de la historia humana, que fue documentado también por testigos escépticos y al que asistieron unas 70.000 personas. También resulta sugerente pensar que en el Apocalipsis, donde San Miguel lucha contra el antiguo dragón, se habla de la mujer "vestida de sol", la Virgen María que se apareció en Fátima.
Documentándome sobre el tema he descubierto (lo desconocía hasta ahora mismo) que, además de la oración que todos conocemos:
“Arcángel San Miguel, defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo contra las perversidades y asechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tu, príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas.
Amén.”
El Papa León XIII publicó esta especie de oración larga a San Miguel el 18 de mayo de 1890 (Acta Apostolicae Sedis, p. 743):
“¡Oh glorioso príncipe de las milicias celestes, san Miguel arcángel, defiéndenos en el combate y en la terrible lucha que debemos sostener contra los principados y las potencias, contra los príncipes de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos! Ven en auxilio de los hombres que Dios ha creado inmortales, que formó a su imagen y semejanza y que rescató a gran precio de la tiranía del demonio. Combate en este día, con el ejército de los santos ángeles, los combates del Señor como en otro tiempo combatiste contra Lucifer, el jefe de los orgullosos, y contra los ángeles apóstatas que fueron impotentes de resistirte y para quienes no hubo nunca jamás lugar en el cielo. Si ese monstruo, esa antigua serpiente que se llama demonio y Satán, él que seduce al mundo entero, fue precipitado con sus ángeles al fondo del abismo.
Pero he aquí que ese antiguo enemigo, este primer homicida ha levantado ferozmente la cabeza. Disfrazado como ángel de luz y seguido de toda la turba y seguido de espíritu malignos, recorre el mundo entero para apoderarse de él y desterrar el Nombre de Dios y de su Cristo, para hundir, matar y entregar a la perdición eterna a las almas destinadas a la eterna corona de gloria. Sobre hombres de espíritu perverso y de corazón corrupto, este dragón malvado derrama también, como un torrente de fango impuro el veneno de su malicia infernal, es decir el espíritu de mentira, de impiedad, de blasfemia y el soplo envenado de la impudicia, de los vicios y de todas las abominaciones. Enemigos llenos de astucia han colmado de oprobios y amarguras a la Iglesia, esposa del Cordero inmaculado, y sobre sus bienes más sagrados han puesto sus manos criminales. Aun en este lugar sagrado, donde fue establecida la Sede de Pedro y la cátedra de la Verdad que debe iluminar al mundo, han elevado el abominable trono de su impiedad con el designio inicuo de herir al Pastor y dispersar al rebaño.
Te suplicamos, pues, Oh príncipe invencible, contra los ataques de esos espíritus réprobos, auxilia al pueblo de Dios y dale la victoria. Este pueblo te venera como su protector y su patrono, y la Iglesia se gloría de tenerte como defensor contra los malignos poderes del infierno. A ti te confió Dios el cuidado de conducir a las almas a la beatitud celeste. ¡Ah! Ruega pues al Dios de la paz que ponga bajo nuestros pies a Satanás vencido y de tal manera abatido que no pueda nunca más mantener a los hombres en la esclavitud, ni causar perjuicio a la Iglesia. Presenta nuestras oraciones ante la mirada del Todopoderoso, para que las misericordias del Señor nos alcancen cuanto antes. Somete al dragón, la antigua serpiente que es diablo y Satán, encadénalo y precipítalo en el abismo, para que no pueda seducir a los pueblos. Amén”
Versión corta (usualmente) o larga, lo que sí parece fuera de toda duda es que necesitamos, creo que incluso más que en tiempos de León XIII, que San Miguel nos proteja de los zarpazos del demonio.
 
 

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