Políticos de vocación y políticos de profesión

Políticos de vocación y políticos de profesión.

Proliferan los políticos en todas las instancias. Florecen como las plantas del campo. Muchos de ellos se aprenden una jerga y se agarran a la silla con fruición. Y uno piensa que, o es muy fácil ser político o es que muchos políticos no tienen repajolera idea de lo que se trata. Piensan muchos que hacer política es prometer imposibles engañando al pueblo. Decía Nikita Kruschev: “Los políticos son siempre iguales. Prometen construir un puente  incluso donde no hay río”. Y una parte considerable de pueblo, ingenuo, se traga todas las promesas. El político de verdad, el de vocación auténtica, es como el buen pastor que promete pastos a sus ovejas y las lleva al sitio. El pueblo que no `piensa es manipulable. Dice Juan Manuel de Prada en el último Semanal de Vocento hablando de los malos gobernantes: “Son, todos ellos, gobernantes al servicio del dinero y enemigos de los pueblos que gobiernan, de los pueblos que ingenuamente les votan”. ¿Exagerado? Creo que no, con honradas excepciones.

Dice el papa Benedicto XVI: Es tarea concreta de la política poner el poder bajo el escudo del derecho y regular así su recto uso. No debe tener vigencia el derecho del más fuerte, sino más bien la fuerza del derecho. El poder ejercido en orden al derecho y a su servicio está en las antípodas de la violencia, entendida como poder sin derecho y opuesto a él. De ahí que sea importante para cada sociedad que el derecho y su ordenamiento estén por encima de toda sospecha, porque solo así puede desterrarse la arbitrariedad y se puede vivir la libertad como libertad compartida. La libertad carente de derecho es anarquía y, por tanto, es destrucción de la libertad. La sospecha contra el derecho y la rebelión contra él reaparecerán si se pone de manifiesto que el derecho es un pro­ducto del arbitrio, un criterio establecido por los que tienen el poder, y no expresión de una justicia al servicio de todo… Que el derecho no debe ser el instrumento de poder de unos pocos, sino expresión del interés común de todos, parece, al menos de entrada, un problema resuelto mediante los instrumentos de la formación democrática del consenso, ya que todos participan en el nacimiento del derecho, y por tanto el derecho es de todos, y como tal puede y debe ser observado (Ponencia en el diálogo con Jürgen Habermas en Baviera).

El político debe ser una persona vocacionada y formada. No vale cualquiera por su cara bonita y su labia. La Acción Católica N. de Propagandista, se ha propuesto crear una escuela de políticos católicos. Partiendo de unos principios doctrinales y morales pretende preparar desde los principios cristianos a los que se sienten llamados a la noble tarea de servir al pueblo. Ya la hubo en su tiempo y dio muy buenos resultados. Hay que retomar las inteligencias y las voluntades para mirar el presente y el futuro con fe y esperanza, y técnicamente aptos para la tarea.

Decía Ramón y Cajal: “En política todo necio es peligrosos mientras no de muestre con hechos su inocuidad”.  Y hay mucho necio agarrando las riendas del poder. Y esa necedad tiene consecuencias nefastas para todos. El pueblo, nosotros, tenemos que pensar, juzgar, analizar y actuar. Si nos cruzamos de brazos estamos vendiendo España, y sus instituciones, al más necio comprados.

         La masonería se ha infiltrado en las principales instituciones y partidos políticos de España y está presente en las reuniones internacionales en las que se diseña el orden mundial, pero a pesar de ser una de las organizaciones más influyentes del planeta muy poco se sabe de ella. Manuel Guerra Gómez descubre en su último ensayo, «Masonería, religión y política», el desmesurado poder de esta sociedad secreta. El sacerdote también ha querido desvelar para ABC.es las oscuras ambiciones que caracterizan a los masones de España y del resto del mundo.

         Los que no están alerta, ingenuamente se dejan manipular por los que pretenden dominar el mundo, y cada mundillo que nos rodea. Hay que tomárselo en serio.