De cómo las Madres Benitas de Talavera han sido garantes y conservadoras de las antiguas murallas
San Benito de Talavera y su muralla (4)
LAS MURALLAS Y EL MONASTERIO: DEFENSA CONTRA LOS FRANCESES
Regresamos al libro de crónicas que conservan las actuales religiosas en el Archivo del Monasterio de San Benito. En la página 52 pasamos a leer los sucesos de la afrancesada. Los recordamos muy brevemente.
En 1807 las tropas de Napoleón Bonaparte entraron en la Península Ibérica. Inicialmente, España era aliado de Francia y Napoleón buscó su cooperación para invadir Portugal. La monarquía española cooperó porque esperaba asegurar el sur de Portugal para sí misma. Sin embargo, Napoleón traicionó a España y las tropas francesas se trasladaron al territorio español. La resistencia surgió por parte de los campesinos y de la clase media. El 2 de mayo de 1808 tuvo lugar el famoso episodio en el que los madrileños se rebelaron contra la ocupación francesa, aunque fueron anulados y muchos asesinados.
En el año 1808 con la invasión francesa el pueblo de Talavera se refugia en el monasterio para defenderse de los ocupantes de la ciudad. En las gacetas del momento se lee que «Talavera era un pueblo que se había mantenido pacífico y tranquilo, así en la primera época, como en la segunda de esta contienda ominosa… Los franceses entraron en Talavera en la mañana del 11 de diciembre: ya los más de los vecinos habían desamparado el pueblo…».
Las religiosas de San Benito explican en su libro de crónicas que «en el año 1808, día 7 de diciembre, se vio la comunidad en precisión de salir del Monasterio por la guerra de los franceses, hacia la Jara, ya en un pueblo ya en otro, según se aproximaba el enemigo, en cuyo tiempo murió siendo Abadesa la Sra. Doña Gertrudis de Coca».
En la página 59 del libro de crónicas dice copiado de una carta a borrador de la Rvda. M. Concepción Martín, abadesa:
«Este Monasterio de nuestro padre san Benito fue antes de la desamortización [de Mendizábal, del 19 de febrero de 1836] de los más ricos de la provincia de Toledo, la invasión francesa robó innumerables alhajas de oro y plata y entre otras dos imágenes una de san Juan Bautista y otra de san Juan evangelista de cinco arrobas [casi 60 kilos] de plata, preciosos candelabros de oro y plata, lámparas de plata, dicen que se llevaron 28 carros cargados entre pinturas de cuadros, tapices y alhajas y por fin quemaron el Monasterio, no nos ha quedado nada de todas las regias grandezas que en él había, también desapareció una preciosa imagen llamada Virgen del Coro, de la que se cuentan muchos milagros hechos por Ella».
LA BATALLA DE TALAVERA
Escribe José María Gómez Gómez que «los días 27 y 28 de julio de 1809 tuvo lugar uno de los enfrentamientos más espectaculares de los muchos que jalonaron la larga y feroz Guerra de Independencia. Se conoce como Batalla de Talavera. El mariscal Víctor mandaba el ejército francés. Las tropas aliadas, españolas e inglesas, eran comandadas respectivamente por el General Cuesta y por el General Wellesley, más tarde nombrado Duque de Wellington. La batalla que se libró en Talavera se inscribe dentro de la llamada Campaña del Tajo […].
Mapa de la batalla de Talavera de 1809. En él se refleja la ubicación de los ejércitos francés, inglés y español antes del inicio de la batalla desarrollada muy cerca de Talavera.
El panorama resultante, tras retirarse los ejércitos, fue espantoso. Hubo cerca de 14.000 muertos: 7.283 franceses, 5.367 ingleses y 1.250 españoles. Los franceses se replegaron en señal de derrota. Españoles y británicos enterraron a los muertos de ambos bandos y recogieron a los varios millares de heridos, que fueron atendidos en hospitales dispuestos en Talavera y en casas particulares. Pero el ejército aliado no aprovechó la victoria sobre los franceses: éstos poseían muchas fuerzas en la retaguardia. Wellington, que más tarde recibiría el título de Vizconde de Talavera, decidió retirarse con sus tropas a Portugal. La Guerra de Independencia no hacía más que empezar. Aún quedaban cuatro años de batallas y guerrillas que dejaron a España prácticamente arrasada».
Grabado francés de la batalla - 1813
Cuando volvieron las religiosas el año 1814 no encontraron más que ruinas, tuvieron que estar viviendo en unas casas que tenían cerca del Monasterio, las que volvieron [que en el tiempo de la guerra murieron ocho, unas en unos pueblos, otras en otros: Campillo de la Jara, Alcaudete, Robledo del Mazo o Puebla Nueva… Algunas monjas se refugiaron en Santo Domingo el Antiguo, en Toledo, de 1812 a 1814] hasta que levantaron parte del Monasterio, de la iglesia y del coro, para poder otra vez volver a normalizar la vida religiosa pasando mucha escasez y pobreza conservaron esta casa del Señor unas cinco a ocho religiosas…
LA DESAMORTIZACIÓN
Leandro Higueruela del Pino en su obra La desamortización en Talavera de la Reina (1995) nos explica en el capítulo III sobre Los bienes de las monjas lo que sucedió en el Monasterio de San Benito el Real:
«Con la invasión francesa desaparecieron muchas de sus alhajas y obras de arte, así como gran parte de su archivo. El convento -dice una relación de la época- quedó altamente destruido. Tales desmanes hicieron que el más antiguo convento de la villa, iniciase una decadencia de la que no se recuperó, a pesar del cambio político de 1814 que devolvió todas sus propiedades a sus antiguos dueños. La relación de fincas rústicas y urbanas que especificamos, unas en Talavera y otras en los pueblos de su comarca, da idea de su riqueza» (páginas 43-49).
La muralla del Charcón de Talavera de la Reina [es la de las MM. Benitas] dibujada del natural y litografiada por Francisco Javier Parcerisa en 1853.
Finalmente, en el libro de crónicas se nos explica que «en el año 1877 el Señor las mandó nuevas vocaciones, y en el año 1883 con grandes sacrificios y trabajos levantaron parte del Monasterio y el año 1887 hicieron el coro bajo, en 1890 abrazaron la vida de comunidad o vida común, por consejo de los padres jesuitas dejaron la vida particular en que habían vivido. Se va conservando esta casa del Señor con muchos trabajos y pobreza».
Así que el correr del tiempo y los avatares históricos fueron dejando profundas huellas en el enclave monástico. Algunos restos de la muralla y el claustro del siglo XVI, de estilo isabelino, son testigos mudos de siglos de historia civil y religiosa. Diversas inundaciones del Tajo acabarán con el valioso archivo del monasterio.
Julio F. Sanguino Morales escribe el 9 de febrero de 1929 esta composición para su sección Estampas talaveranas en El Heraldo de Talavera.