Escrito por el Hermano Federico Plumed (1943-2013)
Ignacio Trías, detenido dos veces (3)
Detenido dos veces
Ignacio acepta el cargo de subsecretario en el Patronato Pro-Mutilados, para gozar de gran libertad de movimiento. Lo detienen el entrar al local, registran su escritorio y es conducido a la Delegación de la Ronda de San Pedro donde le piden declarar. Aquí le visita su hermano y le lleva comida. Se niega y es incomunicado en el calabozo sin comer. Declara al fin, pero no firma. Llevado al Palacio de Justicia, se encuentra con presos de la FAI por los sucesos de mayo de 1937. Hace amistad con algunos y es conducido al Preventorio A en la Cárcel Modelo. Se le acusa de: socorrer a personas perseguidas, ayudar a pasar la frontera, dar cartas de trabajo a enemigos del régimen.
En la Modelo escribe: ¡Sufro al ver la miseria que hay dentro! ¿Creéis que se puede comer, teniendo al lado otro que ayuna? No sabéis la pena que se siente cuando a uno le piden pan y no hay para darle. Traedme pan y ropa.
Hizo entrar medicinas para los enfermos, formas y vino para la Misa, ya que había muchos sacerdotes en la cárcel Modelo que la celebraban a diario.
[Hasta el Ministro de Justicia tuvo conocimiento del caso de Ignacio Trías]
14-agosto-1937. Ignacio sale de la Cárcel Modelo.
Verano tranquilo de 1937 hasta que llega el gobierno de Negrín, los comunistas y el SIM. En diciembre de 1937 detienen a su hermano Alejandro, a su padre y a otros amigos, por el Tribunal de Espionaje y Alta Traición, y son conducidos a la Modelo en la primera galería. Ignacio no quiso esconderse, ni marchar de Barcelona.
13-enero-1938. Es detenido por segunda vez al llegar al domicilio familiar. Llevado a la Modelo, tercera galería. Comparten la misma celda de la quinta galería su hermano Alejandro, su padre e Ignacio hasta que el día 20 de abril de 1938 han sentenciado al padre y a su hijo Alejandro a pena de muerte. Alejandro es absuelto y llevado al Campo de Trabajo y su padre condenado a treinta años.
23-abril-2938. Este día de San Jorge, se produce un gran motín en la Modelo, provocado por la FAI y Juventudes Libertarias, que incendiaron el centro y se adueñaron del interior. Pretenden llegar al patio de salida, forzando las cancelas y son reducidos por la guardia exterior. Desde ese momento nos sacan a todos los comprendidos en edad militar, unos setecientos presos, de los diecisiete a los treinta y seis años y nos dejan formados en el corredor central, de pie desde las dos hasta las cuatro horas con nuestros bártulos. El jefe nos indica que debemos caminar en silencio y sin salirse de la formación, custodiados a ambos lados de la columna de ciento quince filas de seis en fondo. Tened presente que, a partir de este momento, a donde vais sólo hay un castigo: la pena de muerte. Salimos caminando en formación muy custodiados siguiendo la calle Entenza hasta llegar a la Estación del Norte.
24-abril-1938. Se nos manda subir a un convoy de antiguos vagones de madera, con todas las ventanas cerradas y las persianas subidas. Arranca el tren a las 8 horas y no para hasta Sabadell, donde tenemos el primer incidente de la brutalidad de los vigilantes: un preso baja la ventanilla, se asoma al exterior y es fulminado por el disparo del Matador. Llegamos a Cervera a las 18 horas y nos encierran dos días en la iglesia, durmiendo en el suelo y pasando frío.
26-abril-1938. Después de cuarenta y ocho horas sin comer nos dan una lata de carne rusa en conserva para dos y el que pudo bebió agua. Seguimos en tren hacia Bellpuig. Caminamos a marchas forzadas treinta y cinco kilómetros, pasando por Belianes, Preixans y Maldá. Pies llagados, uñas caídas, arrastrados para no ser golpeados o baleados. A las 20.45 horas llegamos al campo nº 3 de Omells de Nagaya. Alojados en un molino, dormimos sentados unos contra otros. Se forman las brigadas y se inicia el trabajo. A tiros y apaleados, golpeados en la cabeza y a culatazos.
29-abril-1938. A los dos días de llegar al campo nº 3 el jefe Astorga manda dar un paso al frente a los que por enfermedad no pueden trabajar. Hay un primer intento de ser inyectados letalmente, de acuerdo con el consentimiento del Dr. Juan Pujól, que se niega en rotundo: -Yo soy médico, mi misión es curar y no matar. Se opta por parte del jefe Astorga llevarlos secretamente en un camión y fusilarlos entre Maldá y Belianes, habiendo cavado previamente su propia zanja de enterramiento. Eran unas veinte personas.
7-mayo-1938. A los diez días hay una fuga de un preso y se fusila a los cuatro de su grupo, a los cinco del grupo siguiente y a los cinco del grupo anterior en la tapia del Cementerio. Obligados a abrir su propia zanja. ¿Os imagináis el estado de ánimo de los presos cavando su propia tumba?
Para leer: El campo de trabajo de Omells de Na Gaia (larazon.es)