Ann Cayre grabó está bella canción en un estudio de Vendée en diciembre de 2020
El Lamento de las Mártires de Orange (con la traducción al castellano)
Esta bella composición de Patrice Martineau, con arreglos de Antoine Allemand, está interpretado por Ann Cayre. Fue grabado en un estudio de Vendée en diciembre de 2020.
El texto fue escrito por una monja, Sor Teoctista Pélissier, en julio de 1794, pocas horas... antes de ser guillotinada por negarse a retractarse de su fe...
GRACIAS A BEATRIZ Y ANA
Los lectores son ¡tan agradecidos! O sea que leen lo que escribo y me ofrecen sus comentarios. Ayer con las dichosas carreras me fue imposible rehacer la malísima traducción que Google ofrece -entendiendo las palabras y destrozando la composición poética-. Así que os animo a que volváis a ver el vídeo, escuchando la letra en francés y leyendo la traducción al castellano. Gracias a quién nos lo ha favorecido. La santa Misa mañana por vosotras.
1. Bien loin que la guillotine
Me cause quelque frayeur
Que son aspect me chagrine
Et puisse troubler mon cœur;
Mon Dieu me fait voir en elle
Un moyen bien précieux
Qui par une voie nouvelle
Me conduit droit dans les cieux
Muy lejos de que la guillotina
Me cause algún pavor,
Que su aspecto me atormente
Y pueda inquietar mi corazón;
Mi Dios me hace ver en ella
Un medio muy valioso,
Que por un camino nuevo
Me conduce derecho al cielo
2. Si la voix de la nature
Me parlait un peu trop fort
Si l’aspect de la torture
Me faisait craindre la mort
Mon époux qui toujours veille
A mon solide Bonheur
Par sa bonté non pareille
Deviendra mon protecteur
Si la voz de la naturaleza
Me hablaba un poco alto,
Si la apariencia de la tortura
Me hacía temer la muerte,
Mi esposo, que siempre vela
Por mi gran felicidad,
Por su bondad sin igual,
Se convertirá en mi protector
3. Si je crains pour ma faiblesse
En Dieu, je mets mon espoir
J’attends tout de sa tendresse
Ma force est dans son pouvoir
Il anime mon courage
En m’appelant au combat
Ma vigueur est son ouvrage
Oh ! je ne m’y méprends pas
Si por mi debilidad tengo miedo,
En Dios pongo mi esperanza.
Yo lo espero todo de su ternura,
Mi fuerza está en su poder,
Él anima mi valor
Llamándome al combate.
Mi fortaleza es obra suya,
¡Oh! Yo no me confundo.
4. Oh, non, je n’ai rien à craindre
Aidée d’un si bon secours
Ingrate, dois-je me plaindre
Si Dieu me soutient toujours ?
Si la guillotine inquiète
L’esprit faible, un faible cœur
Je peux craindre sa toilette
Sa fin ne me fait pas peur
Oh, no, no tengo nada que temer
Ayudada por un socorro tan bueno,
Ingrata, ¿me he de quejar
Si Dios me sostiene siempre?,
Si la guillotina inquieta
El espíritu débil, a un débil corazón,
Yo puedo temer su aspecto,
Su término no me da miedo.
5. Qui te craint, ô guillotine
A mon avis, a grand tort
Si tu nous fais grise mine
Tu nous conduis à bon port
Si tu nous parais cruelle
C’est pour notre vrai bonheur :
Une couronne éternelle
Est le prix de ta rigueur
Quien teme, oh guillotina,
En mi opinión, está equivocado.
Si tú nos pones mala cara,
Nos conduces a buen puerto.
Si nos pareces cruel,
Es para nuestra verdadera felicidad:
Una corona eterna
Es el precio de tu rigor
(Soeur Théotiste, julio 1794)
Las 32 beatas mártires de Orange fueron beatificadas el 10 de mayo 1925 por el papa Pío XI. En la época de la Revolución Francesa había dos conventos en el pueblecito de Bolléne: uno de ursulinas y otro de la adoración perpetua del Santísimo Sacramento. En abril de 1794, las religiosas de ambos conventos se negaron a prestar el juramento republicano que les exigían las autoridades, pues tanto los cristianos como los no cristianos atribuían a dicho juramento una significación antirreligiosa. A consecuencia de ello, veintinueve de las religiosas fueron encarceladas en la prisión de Orange, junto con otras muchísimas mujeres. Las religiosas continuaron en la prisión su vida regular, en cuanto fuera posible. La jornada empezaba a las siete de la mañana con el rezo del oficio parvo.
La primera víctima fue la beata María Rosa Deloye, benedictina, condenada a muerte el 6 de julio por haber intentado «destruir la República con su fanatismo y superstición». La beata Ifigenia De Gaillard De Lavaldéne, de la congregación de las adoradoras, fue condenada al día siguiente. El día 9 del mismo mes, fueron ejecutadas las dos primeras ursulinas: la beata Melania De Guilhermier y la beata Angela De Rocher. Casi todos los días del mes se llevaron a cabo otras ejecuciones. En total, perecieron en la guillotina treinta y dos religiosas, de las cuales dieciséis eran ursulinas, trece adoratrices, dos bernardinas y una benedictina.
Según el testimonio de una religiosa que escapó con vida, las supervivientes rezaban cada día en la cárcel las oraciones por los agonizantes para encomendar a Dios a las víctimas y cantaban el «Te Deum» para darle gracias. La beata Pelagia Bes, cuando recibió la noticia de que había sido sentenciada, compartió con su compañeras de prisión una caja de bombones, diciendo que había que celebrar «sus nupcias». La beata Teoctista Pélissier compuso un himno en el que cantaba su deseo de morir en la guillotina. La beata Marta Cluse, una hermanita lega que era muy hermosa, se negó a contraer matrimonio con uno de los verdugos, lo cual le hubiese permitido escapar con vida. «Estos angelitos mueren con la sonrisa en los labios», comentó uno de los guardias.