De cómo las Madres Benitas de Talavera han sido garantes y conservadoras de las antiguas murallas
San Benito de Talavera y su muralla (3)
Damos un paso adelante en la historia que estamos relatando. Esta vez de la mano de dos historiadores: Cosme Gómez de Tejada (1593-1648) y Pedro Antonio Policarpo García de Bores y Guerra (siglo XVIII).
El primero destacó por ser un importante humanista, poeta e historiador. Capellán de las Madres Bernardas desde 1627, residía en la calle Mesones de Talavera. Como hombre ilustrado y culto, el Ayuntamiento le tuvo en cuenta para todo lo relacionado con la cultura y le encargó la redacción de varias obras de tipo histórico. También la ermita del Prado contó con su asesoramiento en lo que se refiere a diversas decoraciones cerámicas que tuvieron lugar a principios de siglo XVII. Cosme Gómez murió de forma inesperada el 2 de diciembre de 1648 por un “grande aprieto de garganta”, según recoge su partida de defunción.
Redactó también, por encargo del consistorio municipal, una interesante Historia de Talavera que quedó incompleta y manuscrita en la Biblioteca Nacional de Madrid, quizá la misma copia que se hallaba en la biblioteca arzobispal de Toledo y fue utilizada por García de Bores para la suya, impresa en 1768 con el título Historia de la villa de Talavera [Abraham Madroñal Durán en dbe.rah.es].
Por su parte, García de Bores fue un erudito y coleccionista de antigüedades de Talavera. Se desconocen de él otros datos personales más que estaba casado con María Felipa y la ubicación de su casa era en la plaza de San Andrés, antes de que fuera destruida en la Guerra de la Independencia y pereciera con ella buena parte de la colección de antigüedades que adornaba el jardín, constituida en su mayoría por inscripciones romanas, que incluso él mismo había llegado a arrancar de la muralla según testimonio de su mujer.
Informador de la Academia de la Historia, en 1762 envió a dicha institución los textos que copiaba directamente o de autores anteriores. Como historiador, su objetivo principal fue completar las historias de Talavera escritas hasta entonces, la de Cosme Gómez de Tejada (1757) y la de Francisco de Soto (1768) [Helena Gimeno Pascual en dbe.rah.es].
En el llamado libro de Anotaciones a la Historia de Talavera de Cosme Gómez de Tejada, año 1757, de Pedro Guerra (como él mismo contrae su nombre, incluso en el lomo del libro -como puede verse en la imagen solo pone el apellido GUERRA) encontramos las afirmaciones sobre la antigüedad de este monasterio cisterciense.
En el capítulo XIV cuando Guerra recoge lo que Cosme Gómez explica sobre los conventos de monjas de Talavera empieza por el de San Benito diciendo:
«El monasterio de San Benito monjas de la Orden Cisterciense es sin contradicción el más antiguo de Talavera y en él hubo principio (comenzó) lo regular y monástico en esta villa…».
Más adelante en el mismo libro Guerra recoge un manuscrito con información solicitada por mandato de Felipe II (1527-1598). Enseguida recoge este plano en que Talavera aparece en el centro, rodeada por las localidades de Calera a poniente, Montearagón a oriente, Mejorada al norte y San Bartolomé a mediodía.
Cuando el autor de este manuscrito tras una larga descripción de Talavera explica el origen romano de la ciudad y sobre unas inscripciones encontradas en sus muros del tiempo de los romanos, afirma que «en una torre albarrana (de que se sirven las monjas de San Benito) en el grueso o testero de ella, en el comedio (que será 40 pies de alto) hay otra piedra con unas letras…».
Precisamente en un plano de 1768 de Talavera y que Guerra coloca al principio de su libro se puede leer en el número 10: Torre albarrana de San Benito en círculo amarillo, bajo estas líneas.
Por último, en este manuscrito ordenado por Felipe II, cuando se expliquen nuevamente los edificios religiosos y conventos de Talavera al llegar a nuestras “Benitas” se dice:
«El monasterio de San Benito de religiosas del Císter es casa de mucha antigüedad, y se ignora su fundación; aunque hay autor que dice había convento del Císter en Talavera, en el reynado de Atanagildo, nombrando una religiosa de aquel tiempo que moraba en él. Ha habido y hay en dicho monasterio hijas de reyes, de grandes títulos y de caballeros particulares, a imitación del de las Huelgas de Burgos, y hoy están en él hijas de las familias más distinguidas de esta villa y otros pueblos…».