Benedicto XVI: «La Iglesia necesita pastores que resistan a la dictadura del espíritu del tiempo»
El cardenal Meisner, arzobispo emérito de Colonia, falleció el pasado 5 de julio y este sábado se celebró una Misa funeral en la catedral de Colonia, presidida por el cardenal Woelki. Durante la celebración, se leyó una carta enviada por el Papa emérito Benedicto XVI, íntimo amigo del purpurado, en la que afirmaba que había hablado telefónicamente con él un día antes de su muerte.
El que fuera arzobispo de Colonia murió a los 83 años y fue un estrecho colaborador de san Juan Pablo II y también de Benedicto XVI. De hecho, el Papa alemán celebró la Jornada Mundial de la Juventud de 2005 precisamente en la ciudad de Colonia, sede episcopal que entonces ocupaba Meisner. Ya como emérito, fue uno de los cardenales junto a Cafffarra, Burke y Brandmülller que firmó las “dubbia” sobre Amoris Laetitia, pidiendo que se aclararan algunos aspectos relacionados con la posibilidad de dar la comunión a los divorciados vueltos a casar.
Benedicto XVI no se podía creer que su amigo había muerto
En su carta, leída en la catedral de Colonia por su secretario el arzobispo George Gänswein, Benedicto XVI aseguraba que “lo que más me ha impresionado en estas últimas conversaciones con el cardenal difunto fue su gran serenidad, su alegría interior y la confianza que había encontrado”.
El Papa emérito afirmaba en su mensaje que “cuando me enteré el miércoles pasado, a través de una llamada telefónica, de la noticia de la muerte del cardenal Meisner, en un primer momento no lo creí”. Y es que el día anterior ambos habían hablado por teléfono.
Tras recordar que en esa conversación le compartió su alegría por haber participado en la beatificación de monseñor Teofilus Matulionis, Benedicto XVI comentó que el cardenal Meisner “tenía un gran amor por las Iglesias de Europa del Este, que sufrieron la persecución comunista y, con frecuencia, expresaba su gratitud por el testimonio de fe que dieron durante varias décadas”.
“Sabemos que para él, pastor apasionado y padre espiritual, fue difícil dejar el ministerio, especialmente en un momento en el que la Iglesia necesita pastores convincentes que sepan resistir a la dictadura del espíritu del tiempo y decididamente sepan vivir con fe y determinación”, proseguía en su carta, tal y como recoge Aciprensa.
"El Señor no abandona a su pueblo"
Además, añadía que “también me conmueve que ha aprendido a dejarse ir en el último periodo de su vida, y ha sabido vivirla con la certeza profunda de que el Señor no abandona a su Iglesia, ni siquiera cuando la barca está a punto de volcarse”.
Benedicto XVI también compartió cómo el cardenal Meisner “se alegraba de ver que en el sacramento de la penitencia, especialmente los jóvenes están experimentando la gracia del perdón”.
Recordó que el Purpurado alemán sentía predilección por la Adoración Eucarística y que en la JMJ de Colonia hizo de esta el punto central del multitudinario evento en el que participaron alrededor de 1 millón de jóvenes de todo el mundo.
Benedicto XVI destacó que “en su última mañana, el Cardenal Meisner no apareció en la Misa” y que lo encontraron muerto en su habitación. “El Breviario se le había caído de las manos: estaba rezando mientras fallecía, mirando al Señor y hablando con Él. El tipo de muerte que se le concedió muestra una vez más cómo vivió: junto al Señor y en diálogo con Él. Debemos confiar con certeza su alma a la bondad de Dios”, finalizó.
El que fuera arzobispo de Colonia murió a los 83 años y fue un estrecho colaborador de san Juan Pablo II y también de Benedicto XVI. De hecho, el Papa alemán celebró la Jornada Mundial de la Juventud de 2005 precisamente en la ciudad de Colonia, sede episcopal que entonces ocupaba Meisner. Ya como emérito, fue uno de los cardenales junto a Cafffarra, Burke y Brandmülller que firmó las “dubbia” sobre Amoris Laetitia, pidiendo que se aclararan algunos aspectos relacionados con la posibilidad de dar la comunión a los divorciados vueltos a casar.
Benedicto XVI no se podía creer que su amigo había muerto
En su carta, leída en la catedral de Colonia por su secretario el arzobispo George Gänswein, Benedicto XVI aseguraba que “lo que más me ha impresionado en estas últimas conversaciones con el cardenal difunto fue su gran serenidad, su alegría interior y la confianza que había encontrado”.
El Papa emérito afirmaba en su mensaje que “cuando me enteré el miércoles pasado, a través de una llamada telefónica, de la noticia de la muerte del cardenal Meisner, en un primer momento no lo creí”. Y es que el día anterior ambos habían hablado por teléfono.
Tras recordar que en esa conversación le compartió su alegría por haber participado en la beatificación de monseñor Teofilus Matulionis, Benedicto XVI comentó que el cardenal Meisner “tenía un gran amor por las Iglesias de Europa del Este, que sufrieron la persecución comunista y, con frecuencia, expresaba su gratitud por el testimonio de fe que dieron durante varias décadas”.
“Sabemos que para él, pastor apasionado y padre espiritual, fue difícil dejar el ministerio, especialmente en un momento en el que la Iglesia necesita pastores convincentes que sepan resistir a la dictadura del espíritu del tiempo y decididamente sepan vivir con fe y determinación”, proseguía en su carta, tal y como recoge Aciprensa.
"El Señor no abandona a su pueblo"
Además, añadía que “también me conmueve que ha aprendido a dejarse ir en el último periodo de su vida, y ha sabido vivirla con la certeza profunda de que el Señor no abandona a su Iglesia, ni siquiera cuando la barca está a punto de volcarse”.
Benedicto XVI también compartió cómo el cardenal Meisner “se alegraba de ver que en el sacramento de la penitencia, especialmente los jóvenes están experimentando la gracia del perdón”.
Recordó que el Purpurado alemán sentía predilección por la Adoración Eucarística y que en la JMJ de Colonia hizo de esta el punto central del multitudinario evento en el que participaron alrededor de 1 millón de jóvenes de todo el mundo.
Benedicto XVI destacó que “en su última mañana, el Cardenal Meisner no apareció en la Misa” y que lo encontraron muerto en su habitación. “El Breviario se le había caído de las manos: estaba rezando mientras fallecía, mirando al Señor y hablando con Él. El tipo de muerte que se le concedió muestra una vez más cómo vivió: junto al Señor y en diálogo con Él. Debemos confiar con certeza su alma a la bondad de Dios”, finalizó.
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