Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

DIRECTOR DEL SEMANARIO ALBA

«Pensé que no iba a encontrar personajes para hablar sobre Dios, y ya llevo 120 semanas»

Gonzalo Altozano se ha convertido en el periodista revelación de la temporada. Ha impulsado una reconversión en esa cabecera del Grupo Intereconomía que le ha valido grandes elogios y felicitaciones. No calla nada y es políticamente incorrecto.

Gonzalo Altozano, director de Alba
Gonzalo Altozano, director de Alba
Gonzalo Altozano es un periodista de raza que ha logrado revertir el rumbo del semanario ALBA, convirtiéndole en una referencia del nuevo periodismo católico en España.

- ¿Por qué siendo licenciado en Derecho te decantas por el periodismo?

- El periodismo me gustó siempre. Recuerdo que debía de tener menos de cinco años porque todavía vivía mi padre. Estábamos en Jerez. A casa de mi abuela iban muchas monjas de las Hermanitas de los Pobres y nos regalaron a mi hermano Fernando y a mí unas libretas y nos preguntaron qué queríamos ser de mayores y yo les dije que periodista... luego tuve muchas dudas pero siempre tenía claro lo de periodista. Estudié Derecho porque me dijeron que la carrera de periodismo era muy floja. Mientras hacía la carrera en el CEU había unos concursos de creatividad personal y una de las modalidades era artículo, entrevista o reportaje. El primer año me presenté y lo gané.

- ¿Y su entrada en ALBA?

- Un amigo mío, Miguel Aranguren, me dijo que iba a salir un nuevo proyecto, que era el semanario ALBA, y si me interesaba: y aquí estamos. Yo empecé a colaborar en prensa con 19 años, mi primer articulo lo publicaron en el diario de Jerez, pero fueron colaboraciones muy espaciadas... podemos decir que llevo en esto cinco años y encantado de la vida.

- ¿De qué manera tu padre ha podido influir en tu trayectoria de vida?
- Recuerdo perfectamente de mi padre, su voz, el olor de su colonia... los pocos recuerdos personales que guardo de él son muy buenos. Fue un hombre público, ocupó cargos con el franquismo, fue Gobernador civil de Sevilla; consejero de Don Juan de Borbón; Director del Banco Hipotecario. No he encontrado a nadie, ni he leído nunca nada que hablara mal de él.
Siempre lo he tenido como el ejemplo más acabado de lo que tiene que ser un hombre: valiente, austero, honrado, honesto, trabajador, inteligentísimo, y ha sido mi modelo -sin conocerlo- por las cosas que me han contado de él, un tipo íntegro, aguerrido, con carácter. Me hubiera gustado que me hubiera influido más.

- De las entrevistas de "Hablemos de Dios" cuéntame alguna anécdota.
- Pensé que no iba a encontrar personajes, pero llevamos 120 semanas. Esta sección ha sido un regalazo, no sólo profesionalmente, sino también por la oportunidad que me ha dado de conocer a tanta gente. La entrevista más comentada es la de Fabio Mcnamara, de la movida madrileña, amigo de Almodóvar. Tiene videos en Youtube en los que sale con Almodóvar vestido de mujer cantando "vaya ser mamá" y tiene una conversión brutal. Es un tipo absolutamente divertido, una conversión sincerísima. Un amigo me llamó el año pasado y me dijo que en una homilía de Schoenstatt en Pozuelo, leyeron la entrevista de Fabio. Lo que me ha quedado de esta sección es una relación de amistad con la gran mayoría de los entrevistados. He creado un vínculo con ellos que se ha mantenido posteriormente. Creo que el vínculo es algo muy importante.

- En el plano personal, ¿cómo vives tu fe?
- Cuando hago entrevistas, pienso que yo no sabría cómo responder a las preguntas que hago. La gente piensa que quién hace la entrevista debería tener un arranque de misticismo que no tengo. Una vez entrevisté a Manuel Silva, diputado de CiU, y me dijo que él hasta en sus pecados era bastante aburrido. Me parece que llevo una vida sin arranques de misticismo, ni caídas en el abismo del pecado. Una vida normal. Quizás rezo menos de lo que debiera o tal vez no. No sé si estoy dejando mi salvación en manos de las tres Ave Marías que rezo al acostarme y luego estoy aprovechando para llevar una vida bastante relajada a veces. Las entrevistas me han servido de mucho, transcribirlas, hacerlas, prepararlas, darles forma, piensas, se te quedan cosas, y espero que me sirvan algún día.

- ¿Pertenece a algún carisma?
- No soy de ningún movimiento, estudié en un colegio del Opus, Retamar, del que guardo un recuerdo estupendo, imborrable y estoy agradecidísimo. Siempre te dicen que los del Opus te comen la cabeza. Esto me creó un complejo porque nunca me llamaron para nada, ni para un retiro. Me dieron una libertad absoluta y guardo un grato recuerdo. Luego, en mi familia hay mucha gente del Opus, mi padre era supernumerario. Les tengo mucho cariño.

- ¿No ha tenido nunca la necesidad de pertenecer a una comunidad?
- Nunca me he visto dentro de un Movimiento, creo que hacen una labor estupenda pero no me veo. Me gustan los jesuitas. A veces quizá se pasan de libres, pero les tengo un cariño especial. Oigo misa en los jesuitas de Serrano porque tienen algo muy bueno y es que siempre tienen un cura confesando y mi gran temor con la crisis de vocación sacerdotal es que dentro de poco además de pedir hora en el dentista, y en las peluquerías las mujeres, vamos a tener que pedir hora con los confesores. Además los jesuitas son muy comprensivos a la hora de confesarnos.

- ¿Qué proyectos tienes entre manos?
- Estoy contento, pero nunca me vi dirigiendo nada, siempre me vi más por mi cuenta. Creo que no lo estoy haciendo mal. No grito a nadie, creo que trato bien a mis colaboradores, que les mando temas que les puedan gustar, que estamos haciendo un periódico que nos gusta. A largo plazo no tengo proyectos. Me gustaría, cuando tenga que morirme, cuando sea, hacerlo con las botas puestas.

- ¿Algo más que añadir?
Suelo terminar mis entrevistas preguntando por un pasaje del Evangelio que le enternezca a uno; y a mí, hay uno. Para mí, el diálogo con el buen ladrón. Debía de haber sido un pieza de cuidado, robaría y los robos irían acompañados de algo más. Creo que más que ladrón hoy estaría considerado como un terrorista y tenemos constancia, porque lo dice el propio Jesucristo, que le contesta: "En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el Paraíso" y se lo dice a un tío que tenía una vida que debía de ser un desastre y eso muestra que hasta el último minuto, hasta el último segundo todo es recuperable. Cristo no da puntada sin hilo. El Evangelio es algo muy vivo, porque todo lo que dice tiene un sentido y una aplicación para el día a día.
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