Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

La izquierda y la pederastia


La Ley sobre el aborto, que se titula de salud sexual y reproductiva, trata también de proteger a la pederastia. No lo dice abiertamente, pero queda claro para quien sabe leer entre líneas

por Pedro Trevijano

Opinión

Es indudable que los católicos y especialmente los sacerdotes nos sentimos dolidos y escandalizados ante el hecho que algunos sacerdotes hayan incidido en prácticas de pederastia, así como de la actuación nada correcta de unos cuantos obispos y cardenales que han intentado echar tierra sobre el asunto. Pero a medida que se va haciendo luz sobre el asunto, también me estoy sintiendo escandalizado con la actitud de los que han intentado aprovechar la ocasión para echar fango a la Iglesia Católica.
 
Unos cuantos medios de comunicación, encabezados por el New York Times y seguidos por los medios afines a nuestro gobierno, han intentado, y todos lo hemos leído en varios artículos, el culpar al celibato de estos delitos. Pero cuando hemos empezado a conocer cifras me he convencido de dos cosas: el problema es mucho más grave de lo que parecía, revela una sociedad muy enferma y los sacerdotes, pese al celibato o muy posiblemente gracias a él, no son ni con mucho los más numerosos en este delito, aunque un solo caso ya son demasiados casos. Un sacerdote incriminado de cada dos mil quinientos casos en Alemania revela que hay muchas profesiones en mucho peor situación y que, desde luego, la culpa no la tiene el celibato. Por ejemplo, en Estados Unidos hay cien sacerdotes y cinco mil profesores de educación física y monitores deportivos condenados. Y sin embargo, a pesar que está claro que es mucho más fácil que un niño sea corrompido por un entrenador, ¿han leído ustedes algo contra éstos? Sospecho que debe ser algo políticamente incorrecto.
 
Y si pasamos del plano práctico al teórico está claro que una Iglesia que condena la fornicación, con mayor motivo condena como muy grave pecado la pederastia. En su alocución del 23 de Abril de 2002, con motivo de los escándalos norteamericanos de pedofilia, Juan Pablo II recuerda que no puede haber tolerancia con la pedofilia y que ésta es un delito ante la sociedad y un pecado horrendo para la Iglesia, especialmente grave si sus autores son sacerdotes o religiosos cuya misión es ayudar a la gente joven, no precisamente ocasionarles sufrimiento y escándalo. Recientemente, el 19 de Marzo, en una Carta Pastoral a los católicos irlandeses, Benedicto XVI condena este gravísimo pecado, que también deben castigar los Tribunales civiles.
 
Es evidente que nuestra izquierda condena la pederastia, si la realizan sacerdotes o religiosos católicos. Pero nuestra izquierda, concretamente todos aquéllos que votaron a favor de la Ley del aborto, ¿condenan o promueven la pederastia, cuando quienes la realizan no son estas personas?
 
La pregunta puede parecer un disparate, por eso hay que examinarla con calma. No nos olvidemos que estamos ante un hatajo de hipócritas que en la misma Ley que proclama el aborto un derecho, eso sí bajo la ambigua fórmula «se reconoce el derecho a la maternidad libremente decidida» (art. 3.2), proclaman nada menos que cinco veces, con expresiones engañabobos, el que «la vida prenatal es un bien jurídico merecedor de protección que el legislador debe hacer eficaz».
 
Y ahora empecemos a hablar sobre la pedofilia. Recordemos que ya nuestro permisivo Código Penal de 1995 dice que sólo «se consideran abusos sexuales no consentidos los que se ejecuten sobre menores de trece años» (art. 181.2). Si interviene engaño, el abuso sexual también es punible entre los trece y los dieciséis (art. 183.1). Es decir, si un chico o chica de trece años consiente en tener relaciones sexuales con un adulto, los padres legalmente no pueden hacer nada, pues la ley española le considera maduro para tener relaciones homosexuales o heterosexuales con adultos. Diga lo que diga la Ley: ¿es pedofilia sí o no?
 
La Ley sobre el aborto, que se titula de salud sexual y reproductiva, trata también de proteger a la pederastia. No lo dice abiertamente, pero queda claro para quien sabe leer entre líneas. Así declara que es un objetivo a conseguir «la educación sanitaria integral y con perspectiva de género» (art. 5 e), así como el que «la formación de profesionales de la salud se abordará con perspectiva de género» (art. 8). Si eso se pretende de los educadores, es que se quiere que, a su vez, eduquen en esta mentalidad a los educandos.
 
La «ideología del género» considera la sexualidad como un elemento cuyo significado fundamental es de convención social. La diferencia entre varón y mujer sería mera construcción cultural. El significado del sexo depende de la elección propia de cada uno sobre cómo configurar su propia sexualidad, resultando justificable cualquier actividad sexual, homo, hetero o bisexual pues serían simplemente modos alternativos de expresar la sexualidad. En esta mentalidad, el hombre y la mujer eligen su sexo y lo podrían cambiar, cuantas veces lo estimen oportuno, hasta el punto de que las diferencias entre hombres y mujeres no tienen relación con las causas naturales o biológicas, sino que se deben a determinaciones sociales. Personalmente debo decir que la primera vez que me explicaron en qué consistía la ideología de género, creí que me estaban tomando el pelo, porque no me podía suponer que hubiese gente capaz de tomarse en serio eso. Pero por lo visto la hay, y hasta intenta imponerla a nuestros niños, adolescentes y jóvenes. Debo decir que no se trata de ninguna novedad, sino que ya se está pretendiendo hacer en Educación para la Ciudadanía, a favor del RD 1631/06.
 
Termino con dos preguntas dirigidas a nuestros legisladores, fundamentalmente a los socialistas, que por algo tienen la mayoría: ¿a partir de qué años no es escandaloso enseñar a un niño a masturbarse o que puede irse a la cama con un coetáneo o coetánea suya?, ¿a partir de qué años del chico o chica puede un adulto tener relaciones sexuales con él?. Puede que sea legal, pero puede que muchos padres y abuelos piensen que lo que se quiere hacer con sus hijos y nietos su sentido común lo llama corrupción de menores o pederastia. Por ello estad atentos y no dejéis que éstos, que ya han destrozado la familia, destrocen la vida de vuestros hijos y nietos.
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