Domingo, 24 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Otro Expolio: Lo que queda del antiguo Museo del Ejército

Juan Ramón Lozano

El pasado 18 de enero asistí en el Ateneo de Madrid a una conferencia a cargo de la Asociación de Amigos del Museo del Ejército, organizada por la Agrupación El mar y sus ciencias, Antonio de Ulloa. El panel de conferenciantes lo formaban:

- Juan Manuel Gracia Menocal, 1º vocal del Ateneo, presidente de la Agrupación organizadora.
- José Durán, ingeniero, presidente de la Asociación, y miembro (como yo) de la Real Academia Asamblea Amistosa y Literaria (fundada por Jorge Juan).
- Juan Antonio Sánchez, general de Brigada (R), miembro de la Asamblea Amistosa, y ex-director del Museo.
- Armando Marchante, general de Birgada (R), historiador.
- Gabriel Portal, almirante, presidente de la Fundación Philippe Cousteau

Allí se puso de manifiesto que la situación del Museo es irremediable. Se ha perdido para siempre el mejor museo europeo de historia militar (como dijeron, citando a personalidades en la materia, varios asistentes).

¿La causa? la dijo el general Marchante al empezar su intervención: «el expolio se había producido por la ignorancia, la desinformación, la soberbia, y también la mala fe de nuestros políticos».

Historia del Museo

Lo creó Manuel Godoy en 1803, y era (porque ya no existe) el más antiguo de España después del Museo de Ciencias Naturales (más antiguo que El Prado, que se abrió más de 30 años después).

Su primera ubicación fue en el Arsenal Central de Artillería (parque de Monteleón, Madrid), y contaba, principalmente, con los fondos de Artillería (allí se depositaban una copia de cada modelo de arma nueva que se fabricaba). Fue allí donde el personal y fondos del Museo entraron en combate contra Napoleón, el 2 de Mayo de 1808, bajo el mando de los capitanes de Artillería Daoiz y Velarde, y del Teniente de Infantería Ruiz.

En 1815 se trasladó al palacio de Buenavista (sede actual del Cuartel General del Ejército), e incorporó nuevas colecciones; la principal, las 2.000 banderas (aproximadamente) que eran patrimonio Real. Y siguió recibiendo colecciones y piezas.



En tiempos de la regencia de Espartero, éste reclamó para su uso ese palacio, y el museo se trasladó al palacio del Buen Retiro, que ha sido su sede interrumpida hasta ahora.

Fue incorporando fondos, tanto aislados como colecciones. Entre las más importantes:
— La espada Tizona del Cid (ganada al rey de la taifa de Valencia, y fabricada, según estudios del Instituto de Mineralogía, en Córdoba entre el 1025 y el 1040). Fue utilizada por los reyes castellanos para jurar los fueros, hasta que los Reyes Católicos se la donaron al marqués de Falces. Uno de sus últimos descendientes la prestó al Museo tras la guerra civil y, ante el riesgo que corría con el traslado, y tras la negativa del Ministerio de Defensa a comprarla, se la ha vendido a la Junta de Castilla y León, para que esta taifa la exhiba en Burgos.
— La colección de armaduras de combate (S. XIV a XVII) del duque de Medinaceli, que depositó en 1936, ante el riesgo de que fuera destrozada por las milicias demócratas de retaguardia del Frente Popular. Según tengo entendido, se ha retirado y depositado en ¿la Real Armería?

Historia del palacio del Buen Retiro

Lo mandó construir el Conde-Duque de Olivares al comienzo del reinado de Felipe IV (hacia 1623). El rey —muy joven entonces— quería ir a combatir con los Tercios a Flandes, y el Conde-Dque, viendo que peligraba su privanza, le convenció que se quedara en Madrid, construyéndole un edificio (en terrenos, en parte, propiedad del mismo Conde-Duque) para que disfrutara de un buen retiro, en un lugar más confortable que el viejo palacio real. Allí, en el salón principal (primero Salón Dorado y luego Salón de Reinos) se interpretaban comedias. Y allí se trasladaba el rey, aficionado a comedias y comediantas.

Este salón (que es muy importante, para entender lo que ha ocurrido ahora con el Museo), estaba decorado con pinturas de Velázquez y otros pintores de su época, españoles e italianos; entre ellas, el famoso cuadro de Las Lanzas (o de Rendición de Bredá).
Los Borbones prácticamente no le dieron utilidad. Napoleón lo destruyó, volando tres de sus cuatro torretas. Cuatro de sus cuadros marcharon a París, como botín de los franceses, y sólo se pudieron retornar tres (el cuarto quedó irrecuperable).
Y cuando, hacia 1842, el Museo se trasladó, vivían unos "okupas" en el piso superior. Costó mucho acondicionarlo para Museo, pero se consiguió.

Conatos de traslado del Museo (casi todos, al Alcázar de Toledo)

El primero conocido, fue en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera. Se trasladaron algunos fondos, pero se dio contraorden, y retornaron a Madrid al poco tiempo (1-2 años).

El segundo, con Franco. El Caudillo recibió una propuesta. Pidió dictamen a las Reales Academias y a catedráticos universitarios, y todos lo desaconsejaron, por lo que se paró.

El tercero, aparece en 1985. Los profesores Elliot y Brown, de la Universidad de Yale, hacen un estudio profundo sobre el reinado de Felipe IV y dictaminan que el Salón del Reino puede reconstruirse a su estado original. No citan, entre sus fuentes, los escritos de Ceá Bermúdez (principio del s.XIX) ni uno, el más completo, realizado a principios del s-XX. Ambos demostraban que era imposible restaurar dicho salón a un estado cercano al original: ¿Sería por la soberbia anglosajona ante estudios de españoles?

El papanatismo hispánico hizo que el gobierno González y las fuerzas vivas de la época, hicieran caso al estudio. Hacia 1990, se habló del traslado del Museo a Toledo, pero no se hizo nada.
Aznar sí tomó esa decisión en 1995 (sin consultar a Reales Academias ni a catedráticos de nivel reconocido), y la materializó en un decreto en 1997.

Todas las Reales Academias más importantes (excepto la de Bellas Artes), dirigieron escritos a Presidencia de Gobierno manifestando su discrepancia con la decisión, pero fue inútil.



Lo que añado no es de la conferencia de ayer. El entonces director del Museo (y compañero mío en otras asociaciones), el general Juan Antonio Sánchez, ya había recibido por parte del ministro de Defensa, Eduardo Serra, preguntas del tipo «¿No te parece que hay demasiado espacio dedicado a la guerra civil y hechos posteriores?». Él le respondía: «Ministro, de las veintitantas salas, sólo una —y no de las grandes-- está dedicada a eso». Cuando llegó el decreto, y le pidieron hacer algunas cosas que iban contra su honor, se negó, y le cesaron.

Acciones contra el traslado

Miembros de la Asociación de Amigos de los Museos militares crearon, ante la situación, una Asociación específica de defensa del Museo del Ejército, interviniendo —o protagonizando— en las siguientes acciones.

— Acuerdos tomados por el pleno del Ayuntamiento de Madrid contra el traslado, en tres plenos en tiempos del alcalde Álvarez del Manzano. El impulsor de estas decisiones fue el socialista Echazarra, que intentó otras acciones, encontrándose con la oposición de todos los demás concejales.

—Propuesta del Ayuntamiento de Madrid al Ministerio de Defensa, para trasladar el museo al Cuartel del Conde-Duque, recientemente restaurado. Negativa del Gobierno de turno (¿había otros intereses ocultos?; ¿se quería borrar toda huella del asedio del Alcázar de Toledo, al tiempo que se aprovechaba para no exhibir fondos relativos a la guerra civil y franquismo?).

— Carta a la UNESCO, explicando el daño al conjunto arquitectónico, al decidir construir el "bunker" de ampliación. Esta decisión se tomó cuando se vio que el Alcázar no tenía espacio suficiente para el Museo, porque los dos pisos altos los había utilizado la Junta de la taifa de Castilla-La Mancha para su archivo y colección de esculturas, en tiempos de Bono quien, al inaugurarlo, declaró públicamente: «Por fin hemos tomado el Alcázar» (¿quiénes eran hemos?; ¿los que habían perdido la guerra, porque los ciudadanos de esa taifa siempre tuvieron el Alcázar).

— Respuesta de la UNESCO, invitándoles a París para que explicaran y argumentaran la situación. El director general de Patrimonio de la UNESCO fue a reunirse con ellos en su hotel, y les dedicó un día entero (el día siguiente). De aquello salió una decisión de la UNESCO de declarar a Toledo en 2001 en situación de cautela (no recuerdo exactamente el término). Esta situación no se ha revocado, aunque tampoco ha ido a más (seguramente, por razones políticas).

— Acciones ante el Ministerio de Defensa, que les ha recibido varias veces, diciéndoles siempre que no hay nada que hacer.

— Recogida de firmas en su barrio. Al presentar 10.000 firmas en el Ministerio de Defensa, el actual presidente de la Asociación escuchó decir a uno de los funcionarios que las recibió (dirigiéndose a otro): «¿las tiramos a la basura ya, no?». El otro contestó: «no lo hagas, que te puedes meter en un follón».

— Intentos de visitar las obras del "bunquer", y el museo del Alcázar, y asistir a los trabajos de traslado. El Ministerio de Defensa se lo ha impedido.

El presupuesto

Alguien preguntó, al final, cuánto había costado el traslado. Se le respondió que se presupuestaron en 1997 4.5000 millones de pesetas, pero que por información indirecta (no les dejan acceder a las cuentas) saben que puede haber superado ya los 20.000 millones.

La razón está en los imprevistos, como la construcción del bunker. No sólo por su coste, sino porque Toledo, como Roma, es una ciudad muy complicada a la hora de excavar, porque salen restos antiguos, que hay que proteger. En la excavación del bunker se han encontrado restos a proteger desde el siglo VII al XIV.



Colecciones que ya no se expondrán

Entre otras:

— Las 2.000 banderas fueron restauradas parcialmente (una restauración completa de cada una habría costado unos 6.000 Euros, y no había presupuesto), colocadas en bateas cerradas (hacia 1997), y guardadas en otro lugar sólo accesible a investigadores autorizados.

— (Posiblemente) La colección de armaduras de combate (que no de parada) del Duque de Medinaceli.

— Las armas de fuego portátiles. Una colección de más de 7.000 piezas, catalogadas, expuestas y explicadas por un compañero mío de otra asociación, José Borja (reconocido como uno de los máximos expertos en armas de fuego de avancarga de Europa, y el mayor especialista en España, presente en la conferencia) quedarán reducidas a unas 250, perdiéndose toda la perspectiva histórica de su desarrollo. Debo añadir que Borja dedicó al Museo, de forma altruista, muchísimo tiempo. Esto me hace reflexionar si merece la pena ceder colecciones particulares a instituciones españolas, o es mejor, a nuestra muerte, cederlas a alguna institución del Reino Unido.

— Relación de fondos que se han dispersado por diferentes museos y edificios oficiales (SÓLO entre 2008 y 2009; relación impresa disponible para el que quisiera una copia).

Han ido a parar a:

Ciudad Universitaria de Madrid, Diputación de Cádiz, Mando de Artillería Antiaérea de Fuencarral (Madrid), Regimiento 82 de Agoncillo (Rioja), Brigada Acorazada (El Goloso, Madrid), Guardia Real (El Pardo, Madrid), Museo Histórico Militar de Valencia, Escuela de Guerra del ET (Madrid), IGCM (Madrid), Ayuntamiento de Bailén (Jaén), Ayuntamiento de Palencia, Academia de Ingenieros (Hoyos de Manzanares, Madrid), Museo de la Academia General Militar (Zaragoza), Mando de Artillería de Campaña (S. Andrés de Rabanedo, León), Base militar General Menacho (Bótoa, Badajoz), Parroquia castrense de la Dehesa, Museo provincial de Pontevedra, Museo Histórico militar de Burgos, Estado Mayor de la Defensa (Madrid), Ayuntamiento de Andújar (Jaén), Facultad de Informática y Comunicaciones (Univ. Complutense, Madrid), Museo diocesano y catedralicio de Ciudad Rodrigo (Salamanca), Regto Caballería Pavía, nº 4 (Zaragoza) y Patronato del Alcázar de Segovia.

Además, se comentó que, habiendo prestado la maqueta de la Ciudad Universitaria en la guerra civil para una exposición, al terminar ésta e intentar devolver la pieza, el Ministerio de defensa les indicó que podían quedársela. Ahora está en la Universidad Complutense (Madrid).

Después de todo lo anterior, se entiende por qué el Presidente de dicha Asociación habla de expolio, pero lo hace con la Ley en la mano. Porque la Ley de Protección del Patrimonio Histórico, de 1985, define como expolio de dicho patrimonio (entre otras situaciones), cualquier intento de dispersar piezas que, por ello, atente contra la unidad histórica de un determinado período o lugar.

El final. Las preguntas


Entre otras intervenciones merece destacarse la del periodista Alfonso Arteseros (director del programa de Intereconomía España en la Memoria): «Cuando yo era niño, mi padre me llevaba a ese museo, que me permitía conocer una faceta de nuestra historia: la militar. Y yo disfrutaba allí. Ahora ya no puedo acompañar a mi hijo, ni podré enseñárselo a mis nietos, porque ya no existe». Una señora que se identificó como hija de un Capitán de Ingenieros, asesinado en Madrid en Agosto de 1936, dijo: «allí había una placa con el nombre de mi padre y sus compañeros caídos. Ha desaparecido. ¿No es eso un expolio?». Un catedrático de la Complutense comentó que un alto funcionario británico, después de visitar el Museo, le dijo: «Después de ver museos militares por toda Europa, me doy cuenta que, a través de ellos, sólo podemos ver los imperios británico y español; el resto de los países, como tales, no disponen de un compendio». El director del Museo del Ejército inglés (sic; yo creo que se refería al Imperial War Museum) le había dicho recientemente: «estoy muy contento porque mi museo ha pasado a ser el primer museo del mundo de historia militar, después de que vdes. hayan acabado con el que tenían».

Para tratar de enmendar esta situación surgieron algunas propuestas, que la Asociación se comprometió a estudiar (manifestaciones, inserciones en Internet y periódicos...


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