Las lecturas de la Misa de este domingo nos hablan de la sabiduría divina, que hemos de estimar más que cualquier otro bien. En la Primera lectura leemos la petición de Salomón: “Supliqué y se me concedió un espíritu de sabiduría. La preferí a los cetros y a los tronos, y en su comparación tuve en nada la riqueza”. Nada vale en comparación con el conocimiento de Dios. El Verbo de Dios encarnado, Jesucristo, es la Sabiduría infinita, escondida en el seno del Padre desde la eternidad y accesible ahora a los hombres. Por eso nos equivocamos radicalmente cuando ponemos cualquier cosa por delante de Cristo; o la elegimos en lugar de Él mismo. En el Evangelio, San Marcos nos relata la ocasión perdida de un joven que prefirió seguir apegado a sus bienes cuando Cristo mismo le invitó a seguirle. Jesús, fijando en él su mirada, le amó con un amor de predilección y le puso una condición para que pudiera convertirse en uno de sus discípulos: dejar a un lado todo lo que poseía. Las muchas riquezas se convirtieron en obstáculo para aceptar la llamada de Jesús. A aquel joven le faltó la actitud fundamental del cristiano que es mirar a Cristo, dejarse mirar por Él y corresponder con amor. Esta es la actitud contemplativa de un discípulo de Jesucristo, que debe empapar todo su actuar cristiano. Y en esta actitud contemplativa del cristiano, María es la mejor maestra: Ella nos enseña y nos alcanza de Dios las actitudes más hondas de su corazón de madre. En este mes de octubre, dedicado especialmente al rosario podemos considerar cómo esta oración nos ayuda a poner los ojos en Jesucristo: 1. En el rosario recordamos a Cristo, en los pasos más importantes de su vida, desde la encarnación a la glorificación, pasando por la vida pública, la pasión y la muerte. No se trata de un simple recuerdo del pasado, sino de detenerse en el misterio de Cristo, que la liturgia de la Iglesia hace eficazmente presente, sobre todo en la Eucaristía. 2. En el rosario nos vamos configurando con Cristo, puesto que se trata de una petición constante y humilde, con María, de acoger la vida de Cristo en nosotros. La meditación continua de los misterios de Cristo van configurando nuestro corazón con el suyo. 3. El rosario es un anuncio continuo de Cristo, es un cauce precioso de evangelización, al alcance de todos, es una pauta de catequesis continua para los cristianos. Para cuántas personas, el rezo del rosario ha sido el único alimento de su vida espiritual. Fomentemos el rezo del rosario, a nivel individual y comunitario, en la familia y en la parroquia, en los grupos y en las actividades pastorales. Oremos por nuestras intenciones con el rosario, oremos por la paz y por las misiones. Iniciemos en esta oración tan preciosa a los niños y a los jóvenes, expliquemos su significado… Que no se repita entre nosotros la historia del joven rico, que nunca dejemos de seguir a Cristo que nos mira y a quien contemplamos en el rezo del Rosario. Él no deja de llamarnos para emprender el camino de la santidad siguiendo sus pasos. De la mano de la Virgen, como Santiago apoyado en el Pilar de Zaragoza, nunca dejaremos pasar las oportunidades que nos brinda.