Viernes, 22 de noviembre de 2024

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De Jesús y los fariseos (1). Hoy, los mutuos reproches

por En cuerpo y alma


 
            Iniciamos hoy una serie que pretende entrar en el análisis de la relación que mantuvo Jesús con el grupo más importante existente en la sociedad judía de su época, el de los fariseos, de los que el lector de esta columna conoce ya bien sus precedentes (y si no los recuerda puede hacerlo pinchando aquí). Una relación que cabe definir como de extremadamente abrupta, y que así registran sin ningún disimulo los evangelios.
 
            Desde el punto de vista de los fariseos, éstos andan continuamente detrás de los pasos del Nazareno, reprochándole esto y aquello. Estos son sólo algunos de los reproches que los fariseos hacen a Jesús:
 
            “¿Por qué come vuestro maestro con publicanos y pecadores?” (Mt. 9, 11).
 
            “¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?” (Mc. 2, 18).
 
            “Tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado” (Mt. 12, 2).
 
            “¿Quién es éste que dice blasfemias?” (Lc. 5, 21).
 
            Éste no expulsa los demonios más que por Beelzebul, Príncipe de los demonios” (Mt. 12,24).
 
            “¿Por qué tus discípulos transgreden la tradición de los antepasados? Pues no se lavan las manos a la hora de comer” (Mt. 15, 2).
 
            Éste acoge a los pecadores y come con ellos” (Lc. 15, 2).
 
            Jesús, sin embargo, no se arredra, y responde dedicando a sus compatriotas fariseos las más duras diatribas que vemos salir de su boca, alguna de las cuales con palabras tan gruesas como las que rezan:
 
            “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar! [...]
            ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! [...] ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!          “¡Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! ¡Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad!” (Mt. 23,13-28).
 
            Episodio del que Lucas nos ofrece esta versión algo diferente:
 
            «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! El que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis y entonces todo será puro para vosotros. Pero, ¡ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar, aunque sin omitir aquello. ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!» (Lc. 11, 39-44).
 
            No es la única ocasión en que Jesús se acuerda de los fariseos en su discurso:
 
            “Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos” (Mt. 5, 20).
 
            “Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos” (Mt. 16, 6).
 
            La discrepancia entre Jesús y los fariseos va a versar sobre dos puntos fundamentales. El primero de ellos, el cumplimiento de la ley en sus aspectos más formalistas, y particularmente, en lo relativo a las prescripciones sabáticas, que ya analizamos en su día (pinche aquí si desea conocerlas). El segundo la cuestión del mesianismo de Jesús, a la que nos referiremos en una entrada específica.
 
            Y sin más por hoy queridos amigos, aquí les dejo de momento, porque mañana por aquí andaremos de nuevo. No sin desearles como siempre, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. Hasta mañana.
 
 
            ©L.A.
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