De la primera Biblia en catalán
por En cuerpo y alma
Después de dedicar una entradita en esta columna a la primera biblia traducida al español (pinche aquí si desea conocer lo que sobre ella decíamos) y otra a la primera traducida al vascuence (pinche aquí sobre el tema), es de justicia que dediquemos otra a las primeras biblias traducidas a otra de las bellas lenguas españolas, en este caso el catalán.
El hecho de que el Concilio de Tarragona del año 1235 prohibiera las traducciones de la Biblia en lengua vulgar puede estar indicando una de dos cosas: o que se quería evitar un problema que ya ocurría en otras partes de la cristiandad, o que, efectivamente, ya para entonces existían traducciones parciales o totales de la Biblia al catalán. Como quiera que sea, no se tiene constancia de ninguna. De hecho, la primera traducción de la Biblia entera al catalán data de 1287/90, y es llevada a cabo por Jaume de Montjuïch por encargo del rey Alfonso II de Aragón. No nos ha llegado manuscrito alguno a no ser que según apuntan algunos, un “Psalteri y Nou Testament” de la Bibliothèque Nationale de París perteneciera a esta versión.
El primer texto fragmentario que nos llega en catalán de la Biblia son las Homilies d’Organyà, ocho folios conservados en la Biblioteca de Cataluña (ms. 289) del año 1200 circa. En ellas, el autor anuncia en latín el texto que va a comentar, y a continuación lo traduce del latín al catalàn.
En catalán va a tener lugar una curiosa obra consistente en una Biblia rimada que realiza Romeu Sa Bruguera entre 1282 y 1325, y comprende el libro de los Salmos y parte de los Evangelios. Se conserva en un manuscrito en la Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla (ms. 7-7-6) de la segunda mitad del s. XIV. No se trata propiamente de una traducción, sino de una versión libre y resumida de veintiún libros de los cuarenta y tres que componen el Antiguo Testamento, en 26.336 versos.
Existe constancia de que el 23 de noviembre de 1319 el Rey Jaime II de Aragón recibe una traducción de la totalidad de la Biblia al catalán que había sido propiedad del infante Don Jaime. Algunos asocian esta versión al Códice Peiresc conservado en la Bibliothèque Nationale de París.
En 1478, Gabriel Gralla, posiblemente un judío converso, traduce desde el castellano, durante su cautiverio en Túnez, el Antiguo Testamento. El manuscrito será encontrado en 1621 y entregado al Santo Oficio.
A principios del siglo XV aparece la versión de toda la Biblia en valenciano obra del hermano de San Vicente Ferrer, Bonifacio. De las seiscientas copias que se imprimen -nos hallamos ya en los tiempos de la imprenta-, no nos ha llegado nada, salvo un único ejemplar del último folio que recoge la parte final del Apocalipsis y posee The Hispanic Society of America (Rare Books, MS B1141). El texto del Salterio sí nos ha llegado en un único ejemplar impreso en 1480 que conserva la Biblioteca Mazarina de París (incunable 1228).
En 1557 Jeroni Conques, luego procesado por la Inquisición, traduce el Libro de Job, cuya versión autógrafa guarda la Biblioteca Nacional de Madrid (ms. 13883).
Dicho todo lo cual, me despido por hoy de Vds., no sin desearles como siempre que hagan Vds. mucho bien y no reciban menos. Hasta mañana.
Para la realización de este artículo me he valido del gran trabajo realizado por Pere Casanellas, Codirector del Corpus Biblicum Catalanicum (Associació Bíblica de Catalunya) que puede Vd. leer en catalán pinchando aquí.
©L.A.
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