Alberto Bárcena denuncia «una ingeniería social implacable»
«El cristiano coherente podría convertirse muy pronto en un auténtico proscrito en su propia nación»
A lo largo de todo este curso, el Foro San Benito ha venido organizando en la Hospedería del Valle de los Caídos un amplio ciclo de conferencias (Testigos de la fe: el valor de los mártires) sobre distintas realidades martiriales en la historia de la Iglesia: Japón, la Revolución Francesa, el México de la Cristiada, los miles de asesinatos del Frente Popular en la España de 1936... e incluso en la Edad Media, por más que no sea la primera época de Occidente en la que pensemos al hablar de testigos de Cristo.
Este próximo domingo 25 de mayo, a las 12.30 horas, el prior de la Abadía de la Santa Cruz, Santiago Cantera, OSB, disertará sobre El testamento de los mártires, y el domingo 1 de junio, a la misma hora, clausurará el ciclo Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid y secretario de la Conferencia Episcopal Española entre 2003 y 2013, con una conferencia bajo el título Mártires del siglo XX y la Nueva Evangelización.
Al frente de este ciclo ha estado el profesor Alberto Bárcena, coordinador de la asignatura Historia y Sociedad en el Instituto de Humanidades de la Universidad San Pablo-CEU y responsable del área cultural del Foro San Benito. A él pedimos una valoración global del fenómeno martirial.
-¿Cuál es la gran lección de los mártires a los cristianos que, en el orden normal de las cosas, no se verán en situaciones comparables?
-Los mártires son los testigos de Cristo; su lección es la que dan aquellos que no prefieren nada a Él, ni siquiera la propia vida. En eso también le siguen: como Cristo se inmola por los hombres, ellos se inmolan por serle fieles. La suya es una lección de amor; a Dios y al prójimo, ya que el mártir muere perdonando a sus verdugos, y pidiendo a Dios que les perdone ese crimen.
-¿Qué nos enseña la Iglesia con su vida?
-La Iglesia al proclamarlos nos propone un modelo de coherencia con la Fe y Caridad. Por eso desde la Antigüedad se ha sabido que son semilla de cristianos, como dijo Tertuliano. El Imperio romano, después de diez persecuciones, se convirtió al Cristianismo, que crecía después de cada prueba: nada fue tan edificante para las primeras comunidades cristianas como aquel testimonio de sus hermanos en Cristo.
-¿Debemos prepararnos los cristianos de Occidente para situaciones como las que vivieron nuestros hermanos hace décadas o siglos?
-Como dijo Benedicto XVI, aparte de la persecución sangrienta que se vive en tierras lejanas, en Occidente se vive una persecución incruenta, pero implacable: leyes y actitudes sociales impuestas desde el poder político y mediático niegan a los cristianos la posibilidad de adecuarse a una nueva realidad creada de forma artificial; estamos conociendo ya los efectos de una ingeniería social anticristiana tan implacable como los totalitarismos del siglo XX.
-¿En qué consiste?
-Es la dictadura del relativismo, que también ha denunciado la Santa Sede; la negación del Derecho Natural, convertido ya –y vuelvo a citar al Papa emérito- en una "peculiaridad católica". Quiere imponerse un sincretismo religioso, teñido de panteísmo, impulsado desde los organismos internacionales, con grave riesgo de los derechos humanos fundamentales. Dada la virulencia de estas políticas, no puede descartarse que lleguemos a vivir situaciones como las vividas hace décadas en la propia Europa.
-¿Por qué?
-Indiscutiblemente, el cristiano coherente podría convertirse muy pronto en un auténtico proscrito dentro de su propia nación.
-Si miramos hacia atrás en la Historia, esa proscripción fue debida en gran medida al islam...
-Desde su primera expansión, en la Edad Media, el islam ha sido el origen de muchas persecuciones sufridas por los cristianos sin salir de su propia patria. Estos períodos alternaron con otros de relativa tolerancia por parte de las autoridades musulmanas.
-¿También en España?
-Toda la Reconquista está jalonada de persecuciones sangrientas tanto en Al Ándalus como en los territorios cristianos asolados por las razias que cada verano, procedentes del Sur, atacaban los reinos de Asturias, León, Castilla… comunidades monásticas eran exterminadas íntegramente.
-Eso lo hemos visto en el siglo XX...
-En este ciclo de conferencias se ha hablado también de los mártires del genocidio armenio, provocado por el Imperio turco.
-Que lo hizo durante centurias...
-Recientemente, sin mencionar a sus verdugos, han sido beatificados los mártires de Otranto. Porque también en Italia se sufrieron las persecuciones procedentes del islam, aunque sea un hecho poco conocido.
-¿Y hoy?
-Actualmente, la situación es todavía más grave: cada año, 90.000 cristianos mueren asesinados por su fe en África y Asia; la mayor parte de ellos en países de mayoría musulmana. Aquí, en Europa apenas se habla de ellos: son mártires ignorados, silenciados en las naciones que antaño formaron la Cristiandad. Por varias razones resulta “políticamente incorrecto” hablar de ellos.
-¿Por qué es tan llamativo el caso de Japón en comparación con otros países de misión?
-Porque el Cristianismo, ya en el siglo XVI, arraigó con fuerza en Japón, donde llegaron a existir comunidades muy numerosas. Fueron cristianos de gran coherencia de vida, que llegaron a preocupar a las autoridades políticas por la rapidez con la que se extendía el Evangelio. Temían perder el control sobre ellos, y hubo muchos misioneros mártires, pero también muchos japoneses fueron testigos de Cristo hasta la muerte. Y muchas veces era muerte de cruz.
-Durante el ciclo de conferencias se han examinado casos bien conocidos de la era moderna: la Revolución Francesa, la Cristiada, la España del Frente Popular... ¿Hay un hilo conductor?
-Desde luego: son las persecuciones de la Edad Contemporánea y curiosamente se daban en naciones de larga tradición católica, significadas por una gran fidelidad a la Iglesia, mantenida durante siglos. En el caso de Francia y sobre todo en el de España, estamos hablando de naciones que evangelizaron en su día continentes enteros. Y, de pronto la sangre de los mártires empezó a correr como en la Antigüedad; clérigos y laicos morían por su fe, perseguidos con sorprendente crueldad, pero también de manera sistemática; programada desde el poder. Fueron verdaderos genocidios.
-¿Qué sucedió?
-El origen estaba en una misma ideología; la que alumbró la Revolución Francesa. Deísmo, racionalismo radical, rechazo y desprecio de la fe revelada. Y un proyecto decidido de crear un hombre nuevo, una nueva sociedad donde no quedase el menor vestigio de cristianismo. Por último, en las tres persecuciones, indiscutiblemente, el papel de la masonería fue determinante.
-En esos tres casos, ¿ha habido una cierta ocultación de los mártires por necesidades de acomodación de la Iglesia a las respectivas situaciones políticas?
-Se ha dado en ocasiones, sí. Por ejemplo, en el caso español, las causas de los mártires de la Guerra Civil, iniciadas durante el pontificado de Pío XII, fueron paralizadas en 1964 por Pablo VI, por razones de oportunidad. Juan Pablo II, en cambio, los reactivó y en 1987 eran proclamadas las primeras mártires de aquella persecución; las carmelitas de Guadalajara. Abrían el camino de otros más de mil quinientos mártires beatificados hasta la fecha.
-¿Por qué ese cambio?
-San Juan Pablo II era partidario de dar a conocer cuanto antes a los innumerables mártires del siglo XX. Urgió a documentar sus procesos lo antes posible. Otorgaba a su testimonio un valor decisivo para la Iglesia.
-En última instancia, ¿cuál es la chispa que prende la llama de la persecución en su forma más salvaje?
-Para los gobernantes de la Segunda República española el principal problema del nuevo régimen era la cuestión religiosa. En realidad, querían relegarla al ámbito de la esfera más privada; eliminarla, sobre todo, de la enseñanza. Hacerse con el alma de los jóvenes. Era la vieja batalla por la educación denunciada por León XIII en su encíclica Humanum genus.
-Que condenaba la masonería...
-La condena más contundente contra la masonería de todas cuantas han sido dictadas por los papas a lo largo del tiempo: tres siglos de documentos pontificios condenatorios.
-¿Era necesario?
-Como ya dije, el componente masónico de aquellos gobiernos es una de las claves para entender lo que ocurrió tanto en España como en México.
-¿Quiénes se enfrentaban?
-Dos modelos opuestos de sociedad: las dos ciudades de San Agustín, citadas por León XIII en el inicio de la mencionada encíclica: la lucha entre el Bien y el Mal. Porque lo sucedido en ambas naciones en aquellos años solo se entiende desde un odio realmente preternatural. Un claro designio de acabar con la Iglesia para siempre.
-Pío XII dijo que lo sucedido en España fue la peor persecución jamás vivida por la Iglesia...
-En los seis primeros meses de la Guerra Civil fueron asesinados la mayoría de los casi siete mil sacerdotes y religiosos martirizados en España durante la contienda. En un territorio –la retaguardia republicana- mucho más reducido que el Imperio romano, referente obligado al hablar de las mayores persecuciones. A estos clérigos deben sumarse los miles de laicos asesinados también entonces por odio a la Fe. Muy frecuentemente, además sufrieron torturas y vejaciones inimaginables. Como en el caso del obispo de Barbastro, Don Florentino Asensio; ejemplo perfecto de fortaleza y perdón evangélicos en medio de grandes tormentos. Es solo un caso, por mencionar alguno, entre tantos otros. A eso se refería seguramente Pío XII.
Este próximo domingo 25 de mayo, a las 12.30 horas, el prior de la Abadía de la Santa Cruz, Santiago Cantera, OSB, disertará sobre El testamento de los mártires, y el domingo 1 de junio, a la misma hora, clausurará el ciclo Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid y secretario de la Conferencia Episcopal Española entre 2003 y 2013, con una conferencia bajo el título Mártires del siglo XX y la Nueva Evangelización.
Al frente de este ciclo ha estado el profesor Alberto Bárcena, coordinador de la asignatura Historia y Sociedad en el Instituto de Humanidades de la Universidad San Pablo-CEU y responsable del área cultural del Foro San Benito. A él pedimos una valoración global del fenómeno martirial.
-¿Cuál es la gran lección de los mártires a los cristianos que, en el orden normal de las cosas, no se verán en situaciones comparables?
-Los mártires son los testigos de Cristo; su lección es la que dan aquellos que no prefieren nada a Él, ni siquiera la propia vida. En eso también le siguen: como Cristo se inmola por los hombres, ellos se inmolan por serle fieles. La suya es una lección de amor; a Dios y al prójimo, ya que el mártir muere perdonando a sus verdugos, y pidiendo a Dios que les perdone ese crimen.
-¿Qué nos enseña la Iglesia con su vida?
-La Iglesia al proclamarlos nos propone un modelo de coherencia con la Fe y Caridad. Por eso desde la Antigüedad se ha sabido que son semilla de cristianos, como dijo Tertuliano. El Imperio romano, después de diez persecuciones, se convirtió al Cristianismo, que crecía después de cada prueba: nada fue tan edificante para las primeras comunidades cristianas como aquel testimonio de sus hermanos en Cristo.
-¿Debemos prepararnos los cristianos de Occidente para situaciones como las que vivieron nuestros hermanos hace décadas o siglos?
-Como dijo Benedicto XVI, aparte de la persecución sangrienta que se vive en tierras lejanas, en Occidente se vive una persecución incruenta, pero implacable: leyes y actitudes sociales impuestas desde el poder político y mediático niegan a los cristianos la posibilidad de adecuarse a una nueva realidad creada de forma artificial; estamos conociendo ya los efectos de una ingeniería social anticristiana tan implacable como los totalitarismos del siglo XX.
-¿En qué consiste?
-Es la dictadura del relativismo, que también ha denunciado la Santa Sede; la negación del Derecho Natural, convertido ya –y vuelvo a citar al Papa emérito- en una "peculiaridad católica". Quiere imponerse un sincretismo religioso, teñido de panteísmo, impulsado desde los organismos internacionales, con grave riesgo de los derechos humanos fundamentales. Dada la virulencia de estas políticas, no puede descartarse que lleguemos a vivir situaciones como las vividas hace décadas en la propia Europa.
-¿Por qué?
-Indiscutiblemente, el cristiano coherente podría convertirse muy pronto en un auténtico proscrito dentro de su propia nación.
-Si miramos hacia atrás en la Historia, esa proscripción fue debida en gran medida al islam...
-Desde su primera expansión, en la Edad Media, el islam ha sido el origen de muchas persecuciones sufridas por los cristianos sin salir de su propia patria. Estos períodos alternaron con otros de relativa tolerancia por parte de las autoridades musulmanas.
-¿También en España?
-Toda la Reconquista está jalonada de persecuciones sangrientas tanto en Al Ándalus como en los territorios cristianos asolados por las razias que cada verano, procedentes del Sur, atacaban los reinos de Asturias, León, Castilla… comunidades monásticas eran exterminadas íntegramente.
-Eso lo hemos visto en el siglo XX...
-En este ciclo de conferencias se ha hablado también de los mártires del genocidio armenio, provocado por el Imperio turco.
-Que lo hizo durante centurias...
-Recientemente, sin mencionar a sus verdugos, han sido beatificados los mártires de Otranto. Porque también en Italia se sufrieron las persecuciones procedentes del islam, aunque sea un hecho poco conocido.
-¿Y hoy?
-Actualmente, la situación es todavía más grave: cada año, 90.000 cristianos mueren asesinados por su fe en África y Asia; la mayor parte de ellos en países de mayoría musulmana. Aquí, en Europa apenas se habla de ellos: son mártires ignorados, silenciados en las naciones que antaño formaron la Cristiandad. Por varias razones resulta “políticamente incorrecto” hablar de ellos.
-¿Por qué es tan llamativo el caso de Japón en comparación con otros países de misión?
-Porque el Cristianismo, ya en el siglo XVI, arraigó con fuerza en Japón, donde llegaron a existir comunidades muy numerosas. Fueron cristianos de gran coherencia de vida, que llegaron a preocupar a las autoridades políticas por la rapidez con la que se extendía el Evangelio. Temían perder el control sobre ellos, y hubo muchos misioneros mártires, pero también muchos japoneses fueron testigos de Cristo hasta la muerte. Y muchas veces era muerte de cruz.
-Durante el ciclo de conferencias se han examinado casos bien conocidos de la era moderna: la Revolución Francesa, la Cristiada, la España del Frente Popular... ¿Hay un hilo conductor?
-Desde luego: son las persecuciones de la Edad Contemporánea y curiosamente se daban en naciones de larga tradición católica, significadas por una gran fidelidad a la Iglesia, mantenida durante siglos. En el caso de Francia y sobre todo en el de España, estamos hablando de naciones que evangelizaron en su día continentes enteros. Y, de pronto la sangre de los mártires empezó a correr como en la Antigüedad; clérigos y laicos morían por su fe, perseguidos con sorprendente crueldad, pero también de manera sistemática; programada desde el poder. Fueron verdaderos genocidios.
-¿Qué sucedió?
-El origen estaba en una misma ideología; la que alumbró la Revolución Francesa. Deísmo, racionalismo radical, rechazo y desprecio de la fe revelada. Y un proyecto decidido de crear un hombre nuevo, una nueva sociedad donde no quedase el menor vestigio de cristianismo. Por último, en las tres persecuciones, indiscutiblemente, el papel de la masonería fue determinante.
-En esos tres casos, ¿ha habido una cierta ocultación de los mártires por necesidades de acomodación de la Iglesia a las respectivas situaciones políticas?
-Se ha dado en ocasiones, sí. Por ejemplo, en el caso español, las causas de los mártires de la Guerra Civil, iniciadas durante el pontificado de Pío XII, fueron paralizadas en 1964 por Pablo VI, por razones de oportunidad. Juan Pablo II, en cambio, los reactivó y en 1987 eran proclamadas las primeras mártires de aquella persecución; las carmelitas de Guadalajara. Abrían el camino de otros más de mil quinientos mártires beatificados hasta la fecha.
-¿Por qué ese cambio?
-San Juan Pablo II era partidario de dar a conocer cuanto antes a los innumerables mártires del siglo XX. Urgió a documentar sus procesos lo antes posible. Otorgaba a su testimonio un valor decisivo para la Iglesia.
-En última instancia, ¿cuál es la chispa que prende la llama de la persecución en su forma más salvaje?
-Para los gobernantes de la Segunda República española el principal problema del nuevo régimen era la cuestión religiosa. En realidad, querían relegarla al ámbito de la esfera más privada; eliminarla, sobre todo, de la enseñanza. Hacerse con el alma de los jóvenes. Era la vieja batalla por la educación denunciada por León XIII en su encíclica Humanum genus.
-Que condenaba la masonería...
-La condena más contundente contra la masonería de todas cuantas han sido dictadas por los papas a lo largo del tiempo: tres siglos de documentos pontificios condenatorios.
-¿Era necesario?
-Como ya dije, el componente masónico de aquellos gobiernos es una de las claves para entender lo que ocurrió tanto en España como en México.
-¿Quiénes se enfrentaban?
-Dos modelos opuestos de sociedad: las dos ciudades de San Agustín, citadas por León XIII en el inicio de la mencionada encíclica: la lucha entre el Bien y el Mal. Porque lo sucedido en ambas naciones en aquellos años solo se entiende desde un odio realmente preternatural. Un claro designio de acabar con la Iglesia para siempre.
-Pío XII dijo que lo sucedido en España fue la peor persecución jamás vivida por la Iglesia...
-En los seis primeros meses de la Guerra Civil fueron asesinados la mayoría de los casi siete mil sacerdotes y religiosos martirizados en España durante la contienda. En un territorio –la retaguardia republicana- mucho más reducido que el Imperio romano, referente obligado al hablar de las mayores persecuciones. A estos clérigos deben sumarse los miles de laicos asesinados también entonces por odio a la Fe. Muy frecuentemente, además sufrieron torturas y vejaciones inimaginables. Como en el caso del obispo de Barbastro, Don Florentino Asensio; ejemplo perfecto de fortaleza y perdón evangélicos en medio de grandes tormentos. Es solo un caso, por mencionar alguno, entre tantos otros. A eso se refería seguramente Pío XII.
Comentarios
¡No te pierdas las mejores historias de hoy!
Suscríbete GRATIS a nuestra newsletter diaria
