Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Las peticiones de gracias que deja el Papa Francisco bajo la estatua de San José

El Papa Francisco no deja de saludar a los fieles cada miércoles
El Papa Francisco no deja de saludar a los fieles cada miércoles
«El Santo Padre hace trabajar mucho a San José. La devoción por el padre putativo de Jesús se ha convertido en una devoción para todos los que giran alrededor de la residencia de Francisco, incluidos los guardias de la Guardia Suiza…».

Bergoglio tiene una gran devoción por San José y justamente afuera de la habitación 201 de la Casa Santa Marta, en uno de los dos nichos de madera, hay una estatua del santo a cuyos pies el Papa deja papelitos con peticiones de gracias escritas por él mismo. Cuando los papelitos se vuelven demasiados, porque «el Santo Padre hace trabajar mucho a San José», la estatua se levanta un poquito. 

Su primera parroquia: dedicada a San José
Es una devoción que acompaña al Papa desde que era joven. La parroquia de Flores, el barrio en el que nació y creció Jorge Mario Bergoglio, está dedicada a San José; y en esta Iglesia dedicada al padre putativo de Jesús tuvo sus primeras experiencias de vida cristiana. Fue en esta parroquia, bajo la protección del santo, en donde el 21 de septiembre de 1953, con casi 17 años, Bergoglio encontró al padre Carlos B. Duarte Ibarra, con quien, después de haberle confesado sus pecados, descubre su vocación sacerdotal. El Pontificado de Francisco fue encomendado a la protección de San José, pues comenzó solemnemente el 19 de marzo de 2013.

El modelo de San José
«No nos olvidemos nunca –dijo durante la homilía en aquella ocasión– que el verdadero poder es el servicio y que incluso el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su fuente luminosa en la Cruz; debe ver el servicio humilde, concreto, rico de fe, de San José y, como él, debe abrir los brazos para custodiar a todo el pueblo de DIos y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, sobre todo a los más pobres, a los más débiles, a los más pequeños… ¡Solo quien sirve con amor sabe custodiar!».

El 5 de julio de 2013, el Papa consagró todo el Estado de la Ciudad del Vaticano a San José y a San Miguel Arcángel, a quienes el Gobernatorado ya había elegido como protectores.

La estatua de San José que se encuentra afuera de la habitación de Francisco es de madera, mide unos 40 centímetros y representa al santo con vestidos color verde oscuro y rojo, adornos dorados, siguiendo el estilo de la iconografía hispanoamericana. José se encuentra acostado y está durmiendo. Una referencia evangélica: fue, efectivamente, durante un sueño cuando el padre putativo de Jesús recibió los mensajes del cielo primero sobre el embarazo de María (también en sueños escuchó el nombre que debía dar al niño) y después sobre los peligros que representaba Herodes, por lo que huyó con su familia a Egipto.

Una estatua parecida acompañaba a Bergoglio en la habitación que ocupó durante 18 años en el Colegio Máximo de San Miguel, en donde fue rector y en donde vivió también como provincial de los jesuitas. El San José dormido que conservaba en la curia de Buenos Aires es una de las pocas cosas que el Papa mandó traer desde Argentina después de su elección; durante el viaje se la estatua se rompió (se separó la cabeza del cuerpo), pero Bergoglio la mandó reparar.

"Hay que tener paciencia"
Bajo el pedestal deja papelitos con sus peticiones de gracias al santo. «Sabes –dijo a uno de sus colaboradores durante los primeros meses después de la elección–, con estos carpinteros hay que tener paciencia: te dicen que te hacen un mueble en dos semanas, y luego se tardan un mes. Pero te lo hacen, ¡y trabajan bien! Solamente hay que tener paciencia…»
La ternura, el silencio y el ocultamiento, la falta de protagonismo, la vocación para custodiar: estos son algunos de los elementos del santo protector de los trabajadores que aprecia Francisco. Por este motivo, aunque la estatua represente al carpintero de Nazaret mientras duerme, el Papa «lo hace trabajar mucho», pidiéndole ayuda.
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