Premio Templeton: Tomáš Halík recibe 1,3 millones de euros
De cura clandestino bajo el comunismo checo a millonario: el padre que entiende a los que no creen
El sacerdote católico y escritor checo Tomáš Halík (http://halik.cz), de 65 años, ha recibido el Premio Templeton 2014 "para el avance espiritual", considerado el mejor dotado económicamente del mundo, valorado en 1,3 millones de euros.
Fundado en 1972 por el filántropo Sir John Templeton, este premio (www.templetonprize.org) recompensa investigaciones relacionadas "con las grandes preguntas de la existencia humana y la realidad última". Premia la "creatividad e innovación, el rigor y el impacto".
En el caso de Halik, parece que se recompensa especialmente su acercamiento a las personas que no tienen fe pero que se hacen las grandes preguntas. En su caso, la "creatividad e innovación" vienen dadas por su experiencia al otro lado del Telón de Acero, bajo la persecución del ateísmo comunista.
Los tanques, el suicida, la vocación
En 1969, con los tanques soviéticos ocupando Checoslovaquia, el joven estudiante Jan Palach se prendió fuego como gesto de protesta y murió,
convirtiéndose en un símbolo checo y mundial. ¿Qué "paraíso socialista" era ese en el que los jóvenes se suicidaban en llamas?
Manifestación estudiantil checa recordando a Jan Palach
Al joven Tomas Halik ese hecho le confirmó en algo que venía meditando: tenía que hacerse sacerdote, convencido de que ningún hombre puede acercarse tanto a otro como un cura.
Pero era casi imposible hacerse sacerdote en Checoslovaquia: de todos los regímenes comunistas europeos, el checo era el más concienzudo y
sistemático en su persecución de la fe. Le ordenó sacerdote en secreto en Erfurt (en la Alemania comunista) el obispo Hugo Aufderbeck, en su capilla
privada en 1978.
La red clandestina
Volvió a Praga como un ayudante cercano y clandestino del cardenal Tomek. Públicamente, era psicoterapeuta para drogadictos en el Hospital Universitario de Praga. Clandestinamente, era sacerdote, confesor, intelectual, formador. Enseñaba en la llamada “universidad subterránea” y publicaba materiales en las revistas de los disidentes.
A finales de los 80, colaboraba con Vaclav Havel pidiendo una revolución moral nacional, una toma de conciencia ética, contra la gran mentira que era el régimen.
Halik reza por Havel, que con su lema "Amor y verdad contra mentiras y odio" hundió el sistema comunista checo
El día antes de la Caída del Muro de Berlín, Halik estaba en Roma almorzando con el Papa Juan Pablo II. "Tienes que volver ya, acabará el comunismo pronto y seréis libres", le dijo el Papa. "Santo Padre, no creo, quizá dentro de cinco o diez años..." Pero el Papa insistió en que estaba a punto de pasar.
Al día siguiente, se hundía el Muro, y unas semanas después el comunismo checo.
Los comunistas se reconvirtieron
Fue una época hermosa, pero pronto entendió que se cambiaba un materialismo por otro igual de tosco.
"Muy rápido comprendí que los comunistas habían dejado el poder político para centrarse en el poder económico: ellos tenían el capital, los contactos y la información; los comunistas se convirtieron en los primeros capitalistas y hoy vuelven a tener el poder", ha declarado veinte años después.
Por ejemplo, señala, la élite política checa sigue manejando la visión marxista del mundo (determinismo económico), pero ahora en clave capitalista simplificada: la privatización lo soluciona todo, es su dogma. ¿Y la ley, la moral, la justicia? Eso es -por usar la despectiva categoría marxista- mera "superestructura". Es decir, adorno.
¡La verdad y el amor!
Es la misma gente que se reía del líder democratizador Vaclav Havel cuando proclamó en noviembre de 1989 el lema de la "Revolución de Santa Inés" -empezó cuando Juan Pablo II canonizó a Santa Inés de Praga el 12 de noviembre de 1989- que luego la prensa llamó "la Revolución de Terciopelo".
Havel condujo al pueblo con un eslógan repetido en carteles y manifestaciones: "la verdad y el amor triunfarán sobre las mentiras y el odio".
Antes y después de la caída del comunismo, cínicos y pragmáticos de todo tipo -incluyendo ex-comunistas reconvertidos en ricos capitalistas- se rieron del eslógan, tan "inocente". Llamaban con sorna a Havel, Halik y su entorno "los del amor y la verdad".
Pero Halik recuerda que "verdad y amor" son dos de los nombres y atributos de Dios. Quizá aún la verdad y el amor no han triunfado en el mundo, admite, y probablemente no lo harán hasta el fin del mundo, pero el deber del hombre es luchar por ello. Además, recuerda Halik, "lo que es imposible para el hombre, es posible para Dios".
Décadas con conversos y alejados
Con la caída del régimen, llegó la libertad para predicar la fe, y como capellán universitario e intelectual de renombre ha llevado personalmente al bautismo o a los sacramentos a más de 800 adultos, hijos del materialismo comunista o de la tibieza consumista posterior, jóvenes intelectuales con inquietudes. Juan Pablo II le nombraría consultor del Pontificio Consejo para el Diálogo con los No-creyentes.
Además, Halik considera que conoce más al ser humano por sus más de 25 años confesando que por sus estudios académicos, filosóficos o psicológicos.
En la República Checa, aún hoy el país menos cristiano de Europa (compite con Estonia) muchos de los que acuden a él no son católicos, sino personas de origen protestante o agnósticos con inquietudes, o católicos no practicantes... pero que quieren abrir su alma. Los ha escuchado muchas horas cada semana toda su vida sacerdotal. "Me han confiado cosas que nunca han osado hablar ni con sus seres más cercanos y queridos", recuerda. Son miles de personas, muchas alejadas de la fe, pero con preguntas.
Paciencia con el que no cree
El caso es que Halik es un cura que entiende al no creyente. Y su libro que mejor lo muestra y ha recibido premios y alabanzas por ello es "Paciencia con Dios" (saldrá en español, en la editorial Herder, Barcelona, en otoño de 2014).
Lo han descrito como “una de las mejores y más hermosas respuestas al nuevo ateísmo", y "una articulación sensible y realista de la diferencia que aporta la fe".
Halik, forjado en la iglesia clandestina y el desprecio del llamado "ateísmo científico" de las universidades comunistas, es hombre paciente y pide a todos paciencia.
Los cristianos han de ser pacientes con los que no creen, los que se hacen preguntas, y los que no son capaces ni de hacerse preguntas. El cristiano maduro no puede pedir perfecta ortodoxia, moral y ortopraxis al neófito, ni al que "explora" la exigente vida cristiana. Los no creyentes han de ser pacientes con los cristianos, sus ritmos, sus fallos... Y todo el mundo ha de ser paciente con Dios: ¡Dios tiene sus ritmos y su velocidad!
¿Marginal en la fe? Jesús ama a los marginales
Halik mira con cariño al no creyente: es una persona que -como Zaqueo- se sube al árbol para intentar ver a Jesús desde lejos, con mera curiosidad, sin comprometerse... Pero intrigado. Esto basta para que Jesús pueda autoinvitarse en su casa. Jesús, que abría su corazón a pobres, marginales e impuros, tiene un amor especial también para esos que le miran "desde la puerta" sin atreverse a entrar, otra forma de ser "del margen".
"Paciencia con Dios" es un libro para leer con tranquilidad y paciencia: es agudo y lúcido, pero no es lectura ágil.
La Iglesia, mediadora mundial
En él se lee también un resumen de su visión de las tensiones mundiales: “Nada hay más importante en el mundo contemporáneo que encontrar un camino entre el fundamentalismo religioso y el secularismo fanático”. Entre el Occidente descreído -fanáticamente descreído- y las culturas religiosas de Asia o África o América -con riesgo de fundamentalismo- sólo la Iglesia Católica es capaz de mediar, con su propuesta de fe y razón.
"El mundo secularizado es sólo una isla, que incluye Europa y, en otras sociedades, clases superiores educadas en Europa. Pero el mundo no va hacia la secularización, al contrario, la religión vuelve en muchos países", ha escrito. Para reconciliar el impulso religioso y el secular, la Iglesia Católica es el único poder capaz de entender a ambas partes.
Las alternativas son preocupantes. Teme, por ejemplo, que el miedo a perder la identidad fomente el "nacionalismo, que es la más peligrosa teoría de
egoísmo grupal". Pide combatirlo con un sentido de responsabilidad por la patria que se nos ha dado. Defiende las raíces cristianas de Europa pero sin
nostalgias de tiempos medievales, incorporando los beneficios de la modernidad.
Reseña detallada sobre "Paciencia con Dios" en Revista Criterio:
www.revistacriterio.com.ar/cultura/libros-entre-la-certidumbre-religiosa-y-el-ateismo/