Domingo, 24 de noviembre de 2024

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15 consejos finales del Padre Loring para jóvenes sacerdotes, tras vivir más de 59 años como cura

Aunque la vida de muchas vueltas, los consejos del padre Loring valen en el siglo XX y el XXI
Aunque la vida de muchas vueltas, los consejos del padre Loring valen en el siglo XX y el XXI

ReL

El pasado 25 de enero se celebró una Eucaristía en sufragio por el alma del padre Jorge Loring, SJ. Se celebró en la Iglesia Santiago Apóstol de la ciudad de Cádiz (España), al cumplirse un mes de su fallecimiento.

El padre José Antonio Medina Pellegrini, presidió la celebración y comentó en la homilía las 15 normas que han orientado la vida sacerdotal del Padre Loring, y que así las dio a conocer al cumplir los 90 años titulándolas: “Consejos a un joven sacerdote`.

Transcribimos la homilía íntegra:

«Queridos hermanos: hace un mes, en el día de Navidad, partía hacia la casa del Padre Celestial, nuestro querido padre Jorge Loring. Por eso esta Misa a un mes de su partida, y es nuestro deseo y nuestra ilusión -por lo menos hasta que se cumple un año-, cada 25 encontrarnos en torno al altar para elevar nuestra oración, nuestra plegaria por él.

»Y esto es, estrictamente, un acto de justicia, y por supuesto, un acto de caridad, porque es la manera de decirle gracias por tanto bien que le ha hecho a este pueblo, a esta ciudad, y a tantos hermanos que en distintos lugares del mundo, a través de sus libros y de su presencia, les llegó el mensaje de Jesucristo.
La Escritura nos dice que hay una oración que agrada especialmente a Dios, que toca lo más profundo de su corazón, y es la oración por nuestros difuntos. Porque encierra esto que venimos diciendo, la gratitud, el reconocimiento, la justicia y también manifiesta la esperanza certera de que con la muerte nada termina, sino que con la muerte empieza esa vida futura, mejor y más justa, “que Dios ha preparado para aquellos que le aman” (Cf. 1 Cor 32,9).

»Pensaba, rezaba, ¿qué compartirles en esta Misa al mes de la partida del padre Loring? Y pensé, y recé, ¿qué mejor que reseñar cuál fue la clave de su sacerdocio, de esta fidelidad de casi 60 años de vida sacerdotal? 

»Buscando entre sus escritos encontré un texto maravilloso. Un texto que escribió cuando cumplió 90 años, pensando en los sacerdotes jóvenes, y que él tituló: “Consejos a un joven sacerdote”.

»Son 15 y los voy a leer literalmente. Yo les pido que los vayan escuchando, y al escucharlos, vayamos haciendo un retrato de su alma sacerdotal. Porque, en definitiva, lo que aquí aconsejaba a un joven sacerdote, es un proyecto ya vivido por él de entrega y fidelidad a Nuestro Señor. Y nos vamos a encontrar con esa pluma decidida, vehemente, fundamentada en la certeza. Él tuvo muy claro que “era un hombre sacado de entre los hombres para las cosas que miran a Dios” (Cf. Heb 5,11). Escuchamos al padre Loring.



»Al cumplir los noventa años deseo informarte, joven sacerdote, de algunas normas que han orientado mi vida:

1.- Me ordené a los 33 años, he cumplido los 90 y no me he arrepentido ni un minuto. Elegí bien. Si volviera a nacer elegiría lo mismo.

2.- Valora tu vocación. El sacerdote es el mayor bienhechor de la humanidad, pues sólo él puede dar la vida eterna.

3.- La autoestima es razonable; pero la vanidad, no. Ignorar los dones recibidos de Dios es ingratitud; pero envanecerse de ellos es ridículo, pues Dios pudo habérselos dado a otro y no a ti. Ya dijo San Pablo: ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si los has recibido, ¿de qué te engríes?

4.- Procura tener una buena cultura, sobre todo en las materias afines al sacerdocio. Pero no olvides que la virtud es más importante que la cultura. El Cura de Ars, con poca cultura, ha salvado más almas que muchos sacerdotes muy cultos.

5.- El tiempo es para evangelizar, estudiar y orar. Nada más. Descansar sólo lo indispensable.

6.- Cuida tu salud para estar apto a las exigencias de la evangelización.

7.- Cuida tu imagen; no por vanidad mundana, sino para ayudar a que reciban tu mensaje. Si resultas repelente, el rechazo a tu persona arrastrará el rechazo a tu mensaje.

8.- Es posible que alguna mujer se enamore de ti. Recházala con caridad, pero con firmeza. No te creas invencible. Todos podemos perder la cabeza. No serías el primero ni el último. Sé humilde y toma precauciones.

9.- La codicia es peor que la lujuria. El dinero hace falta para evangelizar. Muchos instrumentos de evangelización cuestan dinero. Pero el apego al dinero puede apartarnos de Dios.

10.- Sé fiel al MAGISTERIO OFICIAL DE LA IGLESIA. Debemos dejarnos conducir por quien Dios ha puesto al timón de la Iglesia, y no por las opiniones de un marinero de cubierta.

11.- Debemos procurar ser “otros Cristos” en la tierra: pasar haciendo el bien. Que todo el que se acerque a nosotros se aleje mejorado espiritualmente.

12.- Y por supuesto, atiende a todos siempre con buena cara. Que nunca nadie pueda considerar que no lo has atendido bien.

13.- Cuida mucho los juicios que emites de otros. Alguna persona se apartó de la Iglesia por lo que dijo de ella un sacerdote. Hay que combatir el error, pero sin despreciar a la persona equivocada.

14.- Si te equivocas, reconócelo; y pide perdón si alguien se ha sentido herido por tu culpa. La soberbia en un sacerdote es funesta. La humildad resulta atractiva.

15.- Que se te vea piadoso. Trata a la Eucaristía con todo respeto y devoción. El P. Ángel Peña, agustino recoleto, tiene un bonito libro titulado SACERDOTE PARA SIEMPRE, que termina con este consejo: ‘Sacerdote, celebra tu misa, como si fuera tu primera misa, como si fuera tu última misa, como si fuera tu única misa’.

»¿Hace falta decir algo más? Aquí está el alma de un santo sacerdote. Aquí está reflejada, en pinceladas muy concretas, la vivencia –como nos decía nuestro Obispo en la Misa Funeral del padre Loring, y lo reafirma su autoridad-, de un hombre de Dios. Ésta es la clave de la santidad sacerdotal. Y por eso, ese punto uno, ya no teniéndolo físicamente entre nosotros se convierte en un ejemplo infinito y admirable: “Me ordené a los 33 años, he cumplido los 90 y no me he arrepentido ni un minuto. Elegí bien. Si volviera a nacer elegiría lo mismo”.

»Y hoy pensaba, voy a leer esto, pero… ¿cómo termino la homilía? He estado todo el día con las Carmelitas Descalzas dándoles un curso de formación y cuando me retiro la Madre Superiora me regala la estampa de recuerdo del padre Loring de sus 50 años como sacerdote (y aquí está el broche de oro de la homilía). Miren lo que le dijo a Jesús en esa Misa por sus 50 años el 15 de julio de 2004: “Jesucristo me ha ungido sacerdote para repartir Su Cuerpo, Su Palabra y Su Perdón”.

»Entonces en esta Eucaristía le decimos: ¡Gracias padre Jorge Loring, por todo lo que nos has enseñado, por todo lo que nos diste! Que ahora junto al Padre el Señor te dé el descanso eterno y que brille para ti la luz que no tiene fin. Que así sea».
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