Lunes, 25 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

En la Misa por las Familias

Rouco recuerda a enfermos, parados y esclavizados por adicciones que encontrarán «alivio en familia»

El cardenal Rouco presidiendo la Misa de las Familias
El cardenal Rouco presidiendo la Misa de las Familias

ReL / Radio Vaticana

Hoy la Iglesia celebra el domingo de la Sagrada Familia. El Papa dirigió unas palabras a todas las familias del mundo que fueron escuchadas también por los miles de asistentes que se congregaron la madrileña Plaza de Colón. Tras su mensaje, en la capital de España se inició una Eucaristía que presidió el Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela.

Una fiesta de alegría
En su homilía, el cardenal madrileño explicó el motivo que reunía a tantas familias en el centro de la capital de España: “Hoy es día para anunciar de nuevo al mundo el Evangelio de la alegría: ¡la alegría del Evangelio de la Familia! La alegría del amor que ha madurado en la fidelidad del esposo a la esposa y de la esposa al esposo veinticinco, cincuenta y más años –explicó-. La alegría del primer amor que surge en los corazones jóvenes como una primera llama que se enciende interiormente a través de la mirada y del conocimiento mutuo, que traen su causa de un amor más grande de Alguien que trasciende al novio y a la novia: ¡como una vocación que viene de Dios!” Una alegría de la que se hace eco el Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, como recordó monseñor Rouco: “Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (EG, 1).

Refiriéndose a las familias asistentes en la Plaza de Colón de Madrid venidas de toda España y de diversos lugares de Europa, les dijo: “Habéis venido unidas. Unidas en el interior de vosotras mismas por los lazos de un amor que es respeto, aprecio, cariño, entrega, donación mutua que no pide ni exige precio alguno, salvo el del amor”.

Y remarcó depués: “Unidas entre vosotras en la Comunión de la Iglesia, para atestiguar públicamente ante el mundo y ante los hombres de nuestro tiempo que la familia, vivida a la luz de una fe amiga de la razón, en la esperanza y en el amor de Jesucristo es la fuente de la primera y fundamental alegría: la alegría de la vida nueva que nace natural y sobrenaturalmente; la alegría capaz de sobreponerse a cualquier clase de sacrificios, convirtiéndolos en oblación de amor; la alegría duradera, perdurable, segura y fiable porque se funda en la mutua donación entre el marido y la mujer, entre los padres y los hijos, entre los abuelos y nietos; en último término, porque se fundamenta y enraíza en la gracia de Dios”.

La familia, base de la sociedad y de la Iglesia
Monseñor Rouco subrayó que “justamente es la familia donde se inician y se dan los primeros y decisivos pasos del itinerario de ese amor humano fiel y fecundo sin el cual el nacimiento y el crecimiento de la sociedad y de toda la humanidad en justicia, solidaridad y en paz se hace inviable y sin el cual la misma Iglesia no logrará edificarse y consolidarse, día a día, como la comunidad de fe en Jesucristo Redentor del hombre, fundada y sostenida por Él. Es lo que esperamos y queremos decir cuando con su Doctrina Social afirmamos que la familia es la célula básica de la sociedad y de la comunidad política y, al mismo tiempo, de la célula esencial para el desarrollo del tejido sobrenatural de la Iglesia”.

El testimonio contra la tristeza
En esta línea de que la familia es fuente de la alegría, el cardenal animó a dar testimonio contra la tristeza: “Dar testimonio del Evangelio de la alegría con obras y palabras en nuestro tiempo es tarea y urgencia primordial de la familia cristiana. Sin su testimonio, sobre todo en esta hora crucial de la humanidad, la evangelización del mundo empalidecería y languidecería hasta su desaparición efectiva. Son muchos los tristes y doloridos que encontramos a nuestro alrededor”.

Y se preguntaba el prelado: “¿Estaremos presenciando y viviendo un nuevo predominio social de la cultura de la tristeza?” A lo que respondía de nuevo citando la Exhortación Evangelii Gaudium: “El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada” (EG, 2).

Y es que para el arzobispo de Madrid no hay otro lugar para encontrar consuelo y alivio, que la familia para atender a “a los enfermos crónicos, a los terminales, a los que han perdido el puesto de trabajo, a los desocupados sin expectativas de empleo en tiempo previsible, a los jóvenes que han embarrancado sus vidas en el alcohol, en la droga, en el sexo salvaje…”

Volviendo de nuevo al magisterio del Papa Francisco recordó a los asistentes el tema de la jornada mundial de la paz que se celebra cada 1 de enero y para el 2014 el papa ha elegido explicará que “la familia es la fuente de toda fraternidad, y por eso es también el fundamento y el camino primordial para la paz, pues, por vocación, debería contagiar al mundo con su amor”.

La Iglesia necesita a las familia
La Iglesia y el mundo de nuestros días necesitan “como muy pocas veces ha sucedido en el pasado” para llevar el Evangelio al corazón del hombre y de la cultura contemporáneas: “Habéis recibido de Dios un don precioso de incalculable valor: el de la fe y el de ser familia cristiana”. A lo que animó seguidamente: “¡Comunicadla y transmitidla en familia y familiarmente a todas las personas y a todas las familias vecinas y lejanas, incluso más allá de vuestras fronteras! ¡Sed familias misioneras!”.
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