Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

El Papa Francisco dice que la Iglesia y el Cielo, como una fiesta, requieren invitación y asistir

Radio Vaticano

El Cielo y la Iglesia son como una fiesta a la que no se puede entrar sin invitación; por suerte, son fáciles de conseguir
El Cielo y la Iglesia son como una fiesta a la que no se puede entrar sin invitación; por suerte, son fáciles de conseguir

La esencia cristiana es una invitación a la fiesta. Lo afirmó el Papa Francisco en la Misa matinal del martes 5 de noviembre en la Casa de Santa Marta.

El Santo Padre aseguró que la Iglesia “no es solamente para las personas buenas”, la invitación a formar parte de ella es para todos. Y agregó que, en la fiesta del Señor, se “participa totalmente” y con todos, no se puede hacer una selección.

Que los cristianos, por lo tanto, advirtió, no se contenten solamente con “estar en la lista de los invitados”, de lo contrario, es como “quedarse fuera” de la fiesta.

Cristiano: quien tiene invitación a la fiesta
Las lecturas del día, dijo el Papa iniciando su homilía, “nos muestran el documento de identidad del cristiano”. Y señaló que “antes que nada la esencia cristiana es una invitación: solamente nos convertimos en cristianos si estamos invitados”. Se trata, añadió, de “una invitación gratuita”, “que viene de Dios”.

Para entrar a esta fiesta, advirtió “no se puede pagar: o estás invitado o no puedes entrar”. Si “en nuestra conciencia”, continuó, “no tenemos esta certeza de ser invitados” entonces “no hemos entendido qué cosa es un cristiano”:

“Un cristiano es uno que está invitado. ¿Invitado a qué? ¿A emprender un negocio? ¿Invitado a dar un paseo? El Señor nos quiere decir algo más: ‘¡Tú estás invitado a la fiesta!’. El cristiano es aquel que está invitado a una fiesta, a la alegría, la alegría de ser salvado, la alegría de ser redimido, la alegría de participar en la vida con Jesús. ¡Esta es una alegría! ¡Tú estás invitado a la fiesta! Se entiende, una fiesta es una reunión de personas que hablan, ríen, celebran, están felices. Es una reunión de personas. Yo entre personas normales, mentalmente normales, nunca he visto alguien que celebre una fiesta solo, ¿no? Eso sería un poco aburrido. Abrir la botella de vino... Eso no es una fiesta, es otra cosa. Se hace fiesta con los demás, se hace fiesta en familia, se hace fiesta con los amigos, se hace fiesta con las personas que como yo han sido invitadas. Para ser cristiano se necesita una filiación y se pertenece a este cuerpo, a estas personas que han sido invitadas a la fiesta: ésta es la pertenencia cristiana”.



¡Los malos también están invitados!
Citando la Carta a los Romanos, el Pontífice aseguró que esta fiesta es una “fiesta de unidad”. Y puntualizó que todos están invitados, “buenos y malos”. Y los primeros llamados a participar son los marginados.

“La Iglesia no es la Iglesia sólo por la gente buena. ¿Queremos decir quien pertenece a la Iglesia, a esta fiesta? Los pecadores, todos nosotros, pecadores, estamos invitados. ¿Y allí qué cosa se hace? Se hace una comunidad, que tiene dones diferentes: uno tiene el don de la profecía, el otro el del ministerio, aquí hay un profesor... Aquí ha surgido. Todos tienen una cualidad, una virtud. Pero la fiesta se hace trayendo esto que tengo en común con todos... En la fiesta se participa, se participa totalmente. No se puede entender la existencia cristiana sin esta participación. Es una participación de todos nosotros. ‘Voy a la fiesta, pero estaré solamente en el primer salón, porque tengo que estar sólo con tres o cuatro, que conozco, y los otros ...’ . ¡Esto no se puede hacer en la Iglesia! ¡O entras con todos o te quedas fuera! No puedes hacer una selección: la Iglesia es para todos, empezando por aquellos que he mencionado, los más marginados. ¡Es la Iglesia de todos!”

No basta con la lista: hay que ir
Es la “Iglesia de los invitados” subrayó el Santo Padre , y agregó: “estar invitado, ser partícipe en una comunidad con todos”. Pero, observó, en la parábola narrada por Jesús, leemos que los invitados, uno después de otro, comienzan a buscar pretextos para no ir a la fiesta : “¡No aceptan la invitación! Dicen sí, pero no van”. Estos, reflexionó el Obispo de Roma, “son los cristianos que se contentan con estar en la lista de los invitados: los cristianos de la lista.”

Pero, advirtió, esto “no es suficiente”, porque si no se entra en la fiesta no se es cristiano. “Tú- precisó Francisco- podrás estar en la lista, ¡pero esto no sirve para tu salvación! Esta es la Iglesia: entrar en la Iglesia es una gracia, entrar en la Iglesia es una invitación”.

Y este derecho, agregó, “no se puede comprar”. “Entrar en la Iglesia – continuó el Papa - es hacer comunidad, comunidad de la Iglesia; entrar en la Iglesia es participar en todo lo que tenemos de las virtudes, de los dones que el Señor nos ha dado, en el servicio del uno por el otro. “Entrar en la Iglesia significa estar disponible a lo que el Señor Jesús nos pide”.

En definitiva, finalizó el Papa, “entrar en la Iglesia es entrar en este Pueblo de Dios, caminando hacia la eternidad”. “Ninguno - advirtió - es protagonista en la Iglesia, solamente uno” quien lo ha hecho todo. Dios “!es el protagonista!” Todos nosotros estamos “detrás de Él, y los que no están detrás de Él, son los que se excusan y no van a la fiesta”.

Dios es paciente
“El Señor es muy generoso. El Señor abre todas las puertas. El Señor también entiende al que le dice, ‘¡No, Señor, no quiero ir contigo!’. Entiende y lo espera, porque es misericordioso. Pero al Señor no le gusta el hombre que dice ´sí´ y hace ´no´, que aparenta agradecerle por tantas cosas bellas, pero que en realidad sigue por su camino, que tiene buenos modales, pero que hace su propia voluntad y no la del Señor: los que siempre se excusan, los que no conocen la alegría, que no experimentan la alegría del pertenecer. Pidamos al Señor esta gracia: comprender lo hermoso que es ser invitado a la fiesta, lo bello que es estar con todos y compartir con todos las propias cualidades, lo bello que es estar con Él y que malo es jugar entre el ‘sí’ y el ‘no’, decir ‘sí’, pero solamente contentarse con estar incluido en la lista de los cristianos” .

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