Primado Anglicano recomienda la Confesión
“El Primado de
Desde la experiencia pastoral, no sorprende esta declaración. Bien realizada es uno de los instrumentos más importantes que tenemos para la renovación personal y eclesial. Así ha sido a los largo de la historia. Y así sigue siendo.
El Papa Francisco dedicó una de sus homilías mañaneras a este Sacramento. Iluminó el camino a recorrer.
Primero lo que no es: No es una labandería donde limpio mi ropa sucia y me voy tranquilo a casa. Hasta la próxima que me vuelvo a lavar. No es el recurso fácil: Hago el mal y luego me confieso.
Segundo lo que es: Encuentro con Jesucristo que nos espera como somos. Mirarnos en el espejo de su amor nos causa vergüenza. Es natural. Los berretes nos causan vergüenza a nosotros mismos que nos queremos tanto. Si los contemplaran los demás, incluso los que más nos aprecian, nos moriríamos de vergüenza.
Por primera vez, he escuchado un elogio de la vergüenza. A mí siempre me han dicho: no tengas vergüenza. Yo también se lo he dicho a muchas personas. El Papa nos dice: “¡Nunca debemos maquillarnos delante de Dios! Con la verdad. ¿Con vergüenza? Bendita vergüenza; esta es una virtud. Nos quita el maquillaje. Nos descubre la verdad. Somos así, Señor”.
El marco de la vida cristiana es la humildad y la mansedumbre. No reñida con la valentía, tan recomendada por el Papa Francisco.
Jesús nos espera para perdonarnos. Con ternura, con cariño. Y si mañana peco, Él siempre tiene el corazón abierto para los que se acercan arrepentidos. El Espíritu Santo nos ilumina para que aceptemos su invitación: “Venid a mí todos los estáis cargados y agobiados y Yo os aliviaré”. (Mt. 11, 25-30)
Si al sacramento, añadimos el acompañamiento espiritual, el fruto de
En una ocasión, el Cardenal Hoffner, Arzobispo de Colonia, al terminar una conferencia sobre el Sacramento de
Es fácil hacer elogios sobre la doctrina de
Y como no quiero que me hagáis una pregunta incómoda, os diré que procuro confesarme todas las semanas. Si me descuido, son 15 días. Si lo hiciera cada mes y me descuidara, serían dos meses. Por ese camino me haría un añero por menos que canta un gallo.
Hermano, ¿cuánto tiempo hace que no te confiesas? Con vergüenza incluida, Jesús te aguarda lleno de ternura.