La historia falsa que apuntaló el victimismo gay en EEUU
Un periodista homosexual desacredita el mito de que Matt Shepard fue martirizado por homófobos
Matthew Shepard: tenía 21 años cuando lo asesinaron en 1998. Era un alma gentil, asesinado simplemente por ser gay. Fue el crimen anti-gay más famoso de la historia de Estados Unidos. Ha inspirado películas, obras de teatro y una ley "anti-odio" del presidente Obama, que lleva su nombre.
Pero ahora un periodista homosexual, Stephen Jiménez, niega que hubiese un transfondo homófobo en este asesinato y lo documenta con detalle en su trabajo El libro de Matt : Verdades ocultas sobre el asesinato de Matthew Shepard.
La web de análisis MercatorNet compara el caso Shepard con otras mentiras famosas que cambiaron las leyes y la cultura moral en Estados Unidos, como el caso Roe contra Wade, (la piedra angular del aborto en el país); o el de Lawrence contra Texas, que despenalizó la sodomía y llevó inexorablemente al matrimonio entre homosexuales.
Desde el asesinato de Matthew Shepard, cualquiera que expresase desaprobación hacia los actos homosexuales o la ideología gay se expone a ser acusado de odio homófobo.
Los hechos y la leyenda áurea
Los hechos transcurrieron en octubre de 1998. Haciendo autostop, el joven Shepard, de 21 años, fue recogido por dos vecinos, Aaron McKinney y Russell Henderson. Lo llevaron a un campo, le robaron, lo golpearon con una pistola, lo ataron a una valla y lo dejaron morir.
En 2009, el presidente Obama firmó la Ley de Prevención de Crímenes de Odio, una ley federal contra los crímenes de odio gays, que lleva el nombre de Matthew Shepard.
Elton John y Lady Gaga han cantado sobre su muerte. Tres películas se han filmado al respecto. Una obra de teatro, "El proyecto Laramie", se ha representado más de 2.000 veces en escenarios de todo el mundo.
El primer jugador abiertamente gay de la NBA, Jason Collins, llevaba el número 98 en su honor durante la temporada 2012-2013.
Una fundación perpetúa su memoria "para combatir el odio con entendimiento, compasión y aceptación".
Ahora Stephen Jimenez echa por tierra esta hagiografía. Después de entrevistar a más de un centenar de personas, incluyendo a los asesinos, ha llegado a la conclusión de que el asesinato tenía poco que ver con la sexualidad de Shepard y mucho que ver con las drogas. El crimen de odio más denigrante de Estados Unidos no fue un crimen de odio, después de todo.
Shepard era drogadicto y traficante
Resulta que Shepard era un usuario regular y traficante de metanfetamina y que su asesino, McKinney, había estado en una juerga de metanfetamina, que McKinney y Henderson, posiblemente incursionaron en el sexo gay, que McKinney había festejado con Shepard e incluso había tenido relaciones sexuales con él.
Una historia sórdida y violenta. Pero no es una historia de homófobos llenos de odio a lo gay matando a un activista amable y delicado por su homosexualidad. Más bien, son unos homosexuales que matan a otro por un asunto de drogas.
Al escribir en The Advocate, el periódico gay líder en EE.UU. , Aaron Hicklin pregunta, "¿nuestra necesidad de hacer un símbolo de Shepard nos cegó a una confusa, compleja historia que es más oscura y más preocupante que el relato "oficial"?"
Más casos de la mitología rosa moderna
El homosexualismo político es una ideología que, como tantas otras, se construye inventando una mitología, héroes y villanos e historias inspiradoras. Aunque sean falsas.
En 2003 la Corte Suprema de EEUU revocó una ley de Texas que penalizaba la sodomía. En realidad, era una forma de legalizar las prácticas homosexuales en todo el territorio de Estados Unidos, un país con distintas leyes y culturas en distintos estados.
El juez Scalia, de la Corte Suprema, señaló entonces que la sentencia de Lawrence contra Texas, tal como se formuló, abrió la puerta a la redefinición del matrimonio: "La sentencia de hoy desmantela la estructura del derecho constitucional, que ha permitido una distinción que debe hacerse entre las uniones heterosexuales y homosexuales, en cuanto al reconocimiento formal en el matrimonio se refiere”.
También ese caso se construyó sobre mentiras del activismo político de la ideología gay.
En 1998, la policía recibió un informe de que "un negro se volvía loco con un arma de fuego" en un suburbio a las afueras de Houston. Cuatro agentes irrumpieron en un apartamento y encontraron a John Lawrence, un blanco de 55 años, y a Tyron Garner, un negro de 31. Eran abiertamente homosexuales. La policía de Texas les acusó de "sexo desviado" y les matuvo una noche entre rejas. Después, los liberó.
Los activistas gays se enteraron de los hechos y llevaron el caso a la Corte Suprema y cambiaron las leyes sobre "sexo desviado".
En 2012, en su libro Flagrante Conducta, Dale Carpenter, homosexual y profesor de derecho de la Universidad de Minnesota, reveló ciertos detalles que el activismo gay había tergiversado.
La policía acusó de "sexo desviado" a los dos hombres porque eran abiertamente gays, sí... pero no los había encontrado teniendo relaciones sexuales. Ellos, de hecho, al principio se declararon "no culpables” y perfectamente podían haber quedado exonerados.
Pero llegaron los activistas del movimiento gay y les convencieron de que colaboraran en convertir el caso en un punto de inflexión político.
"Desde el principio", dijo su abogado, "nosotros no queríamos complicar el caso para tratar con los hechos. Dijimos: ´Lo que dijo la policía, no lo vamos a impugnar". Carpenter afirma que "Lawrence prosiguió con el caso porque nadie quería saber cuáles eran los hechos subyacentes".
El caso que generalizó el aborto: otra mentira
Pero probablemente el ejemplo más emblemático de manipulación de un caso -y arrepentimiento de su protagonista- con consecuencias más graves y dololorosas para millones de personas es el de Jane Roe y el aborto.
En realidad Jane Roe se llama Norma McCorvey y hoy es católica y activista provida. Pero en 1969 era una chica problemática de 21 años de edad que había descubierto que estaba embarazada por tercera vez. Ella no sabía lo que era un aborto, pero se encontró con abogados que querían poner a prueba la ley de Texas.
"La declaración jurada presentada ante la Suprema Corte no sucedió del modo en que dije, así de claro. ¡Mentí! Sarah Weddington y Linda Coffey [sus abogadas] necesitaban un caso extremo para que su cliente pareciera lamentable. Violación parecía ser el billete. ¿Qué hace que la violación sea peor? Una violación en grupo. Todo comenzó con una pequeña mentira, pero mi mentira creció y se hizo más horrible, con cada relato”, ha contado después en varias ocasiones.
"No sólo mentí, sino que me mintieron. No fui a la Corte Suprema en nombre de una clase de mujeres. Yo buscaba ningún recurso legal para responder a mi embarazo no deseado. Yo no fui a la justicia federal para encontrar alivio. Me reuní con Sarah Weddington para averiguar cómo podía obtener un aborto. Ella y Linda Coffey dijeron que no sabían dónde podía conseguir uno. Sarah ya había tenido un aborto, pero ella me mintió igual que yo le mentí a ella. Ella sabía dónde podía conseguir uno, por supuesto, pero yo no era de ninguna utilidad para ella a menos que estuviera embarazada. Sarah y Linda estaban buscando a alguien, cualquiera, para promover su propia agenda. Yo era su incauta más dispuesta".
"Corregir los defectos" de la historia
Porque una cosa es la realidad, compleja, y otra las historias emotivas que hay que contar para manipular a la opinión pública. En MercatorNet recuerdan una cita del novelista Mark Twain: "Muy pocas cosas suceden en el momento adecuado y el resto no sucede en absoluto. Un meticuloso historiador corregiría estos defectos".
El influyente periodista gay americano Andrew Sullivan, comenta sobre el libro de Matt: "Nadie debe tener miedo de la verdad. Menos aún los gays. ¿No deberíamos entender mejor por qué y cómo?"
Mientras tanto, la fantasiosa obra de propaganda gay "El proyecto Laramie", con la versión legendaria de Shepard, se exhibe en Washington DC este mes de septiembre.
Por el contrario, hay otras historias sin difundir. Por ejemplo, el asesinato en 2002 de María Stachowicz, un ama de casa que fue golpeada, apuñalada, estrangulada y asesinada por un compañero de trabajo que era homosexual. Ella había cuestionado su estilo de vida, y él decidió castigarla. Una historia que no encaja en el universo de victimismo de la ideología política homosexual.
Pero ahora un periodista homosexual, Stephen Jiménez, niega que hubiese un transfondo homófobo en este asesinato y lo documenta con detalle en su trabajo El libro de Matt : Verdades ocultas sobre el asesinato de Matthew Shepard.
La web de análisis MercatorNet compara el caso Shepard con otras mentiras famosas que cambiaron las leyes y la cultura moral en Estados Unidos, como el caso Roe contra Wade, (la piedra angular del aborto en el país); o el de Lawrence contra Texas, que despenalizó la sodomía y llevó inexorablemente al matrimonio entre homosexuales.
Desde el asesinato de Matthew Shepard, cualquiera que expresase desaprobación hacia los actos homosexuales o la ideología gay se expone a ser acusado de odio homófobo.
Los hechos y la leyenda áurea
Los hechos transcurrieron en octubre de 1998. Haciendo autostop, el joven Shepard, de 21 años, fue recogido por dos vecinos, Aaron McKinney y Russell Henderson. Lo llevaron a un campo, le robaron, lo golpearon con una pistola, lo ataron a una valla y lo dejaron morir.
En 2009, el presidente Obama firmó la Ley de Prevención de Crímenes de Odio, una ley federal contra los crímenes de odio gays, que lleva el nombre de Matthew Shepard.
Elton John y Lady Gaga han cantado sobre su muerte. Tres películas se han filmado al respecto. Una obra de teatro, "El proyecto Laramie", se ha representado más de 2.000 veces en escenarios de todo el mundo.
El primer jugador abiertamente gay de la NBA, Jason Collins, llevaba el número 98 en su honor durante la temporada 2012-2013.
Una fundación perpetúa su memoria "para combatir el odio con entendimiento, compasión y aceptación".
Ahora Stephen Jimenez echa por tierra esta hagiografía. Después de entrevistar a más de un centenar de personas, incluyendo a los asesinos, ha llegado a la conclusión de que el asesinato tenía poco que ver con la sexualidad de Shepard y mucho que ver con las drogas. El crimen de odio más denigrante de Estados Unidos no fue un crimen de odio, después de todo.
Shepard era drogadicto y traficante
Resulta que Shepard era un usuario regular y traficante de metanfetamina y que su asesino, McKinney, había estado en una juerga de metanfetamina, que McKinney y Henderson, posiblemente incursionaron en el sexo gay, que McKinney había festejado con Shepard e incluso había tenido relaciones sexuales con él.
Una historia sórdida y violenta. Pero no es una historia de homófobos llenos de odio a lo gay matando a un activista amable y delicado por su homosexualidad. Más bien, son unos homosexuales que matan a otro por un asunto de drogas.
Al escribir en The Advocate, el periódico gay líder en EE.UU. , Aaron Hicklin pregunta, "¿nuestra necesidad de hacer un símbolo de Shepard nos cegó a una confusa, compleja historia que es más oscura y más preocupante que el relato "oficial"?"
Más casos de la mitología rosa moderna
El homosexualismo político es una ideología que, como tantas otras, se construye inventando una mitología, héroes y villanos e historias inspiradoras. Aunque sean falsas.
En 2003 la Corte Suprema de EEUU revocó una ley de Texas que penalizaba la sodomía. En realidad, era una forma de legalizar las prácticas homosexuales en todo el territorio de Estados Unidos, un país con distintas leyes y culturas en distintos estados.
El juez Scalia, de la Corte Suprema, señaló entonces que la sentencia de Lawrence contra Texas, tal como se formuló, abrió la puerta a la redefinición del matrimonio: "La sentencia de hoy desmantela la estructura del derecho constitucional, que ha permitido una distinción que debe hacerse entre las uniones heterosexuales y homosexuales, en cuanto al reconocimiento formal en el matrimonio se refiere”.
También ese caso se construyó sobre mentiras del activismo político de la ideología gay.
En 1998, la policía recibió un informe de que "un negro se volvía loco con un arma de fuego" en un suburbio a las afueras de Houston. Cuatro agentes irrumpieron en un apartamento y encontraron a John Lawrence, un blanco de 55 años, y a Tyron Garner, un negro de 31. Eran abiertamente homosexuales. La policía de Texas les acusó de "sexo desviado" y les matuvo una noche entre rejas. Después, los liberó.
Los activistas gays se enteraron de los hechos y llevaron el caso a la Corte Suprema y cambiaron las leyes sobre "sexo desviado".
En 2012, en su libro Flagrante Conducta, Dale Carpenter, homosexual y profesor de derecho de la Universidad de Minnesota, reveló ciertos detalles que el activismo gay había tergiversado.
La policía acusó de "sexo desviado" a los dos hombres porque eran abiertamente gays, sí... pero no los había encontrado teniendo relaciones sexuales. Ellos, de hecho, al principio se declararon "no culpables” y perfectamente podían haber quedado exonerados.
Pero llegaron los activistas del movimiento gay y les convencieron de que colaboraran en convertir el caso en un punto de inflexión político.
"Desde el principio", dijo su abogado, "nosotros no queríamos complicar el caso para tratar con los hechos. Dijimos: ´Lo que dijo la policía, no lo vamos a impugnar". Carpenter afirma que "Lawrence prosiguió con el caso porque nadie quería saber cuáles eran los hechos subyacentes".
El caso que generalizó el aborto: otra mentira
Pero probablemente el ejemplo más emblemático de manipulación de un caso -y arrepentimiento de su protagonista- con consecuencias más graves y dololorosas para millones de personas es el de Jane Roe y el aborto.
En realidad Jane Roe se llama Norma McCorvey y hoy es católica y activista provida. Pero en 1969 era una chica problemática de 21 años de edad que había descubierto que estaba embarazada por tercera vez. Ella no sabía lo que era un aborto, pero se encontró con abogados que querían poner a prueba la ley de Texas.
"La declaración jurada presentada ante la Suprema Corte no sucedió del modo en que dije, así de claro. ¡Mentí! Sarah Weddington y Linda Coffey [sus abogadas] necesitaban un caso extremo para que su cliente pareciera lamentable. Violación parecía ser el billete. ¿Qué hace que la violación sea peor? Una violación en grupo. Todo comenzó con una pequeña mentira, pero mi mentira creció y se hizo más horrible, con cada relato”, ha contado después en varias ocasiones.
"No sólo mentí, sino que me mintieron. No fui a la Corte Suprema en nombre de una clase de mujeres. Yo buscaba ningún recurso legal para responder a mi embarazo no deseado. Yo no fui a la justicia federal para encontrar alivio. Me reuní con Sarah Weddington para averiguar cómo podía obtener un aborto. Ella y Linda Coffey dijeron que no sabían dónde podía conseguir uno. Sarah ya había tenido un aborto, pero ella me mintió igual que yo le mentí a ella. Ella sabía dónde podía conseguir uno, por supuesto, pero yo no era de ninguna utilidad para ella a menos que estuviera embarazada. Sarah y Linda estaban buscando a alguien, cualquiera, para promover su propia agenda. Yo era su incauta más dispuesta".
"Corregir los defectos" de la historia
Porque una cosa es la realidad, compleja, y otra las historias emotivas que hay que contar para manipular a la opinión pública. En MercatorNet recuerdan una cita del novelista Mark Twain: "Muy pocas cosas suceden en el momento adecuado y el resto no sucede en absoluto. Un meticuloso historiador corregiría estos defectos".
El influyente periodista gay americano Andrew Sullivan, comenta sobre el libro de Matt: "Nadie debe tener miedo de la verdad. Menos aún los gays. ¿No deberíamos entender mejor por qué y cómo?"
Mientras tanto, la fantasiosa obra de propaganda gay "El proyecto Laramie", con la versión legendaria de Shepard, se exhibe en Washington DC este mes de septiembre.
Por el contrario, hay otras historias sin difundir. Por ejemplo, el asesinato en 2002 de María Stachowicz, un ama de casa que fue golpeada, apuñalada, estrangulada y asesinada por un compañero de trabajo que era homosexual. Ella había cuestionado su estilo de vida, y él decidió castigarla. Una historia que no encaja en el universo de victimismo de la ideología política homosexual.
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