El avispero de Oriente Medio
¿Qué dice la Iglesia sobre una intervención militar en Siria?
Ante la posibilidad de que potencias extranjeras ataquen Siria, representantes de diferentes realidades de la Iglesia católica se han manifestado a favor del diálogo, de los esfuerzos políticos y diplomáticos, en definitiva, de una solución pacífica a la guerra.
El Papa ha hablado contra las armas y el enfrentamiento, y los líderes católicos en Oriente Medio coinciden en alertar de las nefastas consecuencias que podría acarrear una intervención militar.
“El enfrentamiento no ofrece perspectivas de esperanza para resolver los problemas, sino la capacidad de encuentro y de diálogo”, declaró Francisco el domingo pasado después del rezo del Ángelus.
También pidió “que se detenga el rumor de las armas” e instó a la comunidad internacional a poner “todo su empeño para ayudar a la amada nación siria a hallar una solución a una guerra que siembra destrucción y muerte”.
“Sería desastrosa”
El jefe de la Iglesia griega melquita católica de Siria, el patriarca Gregorios III, afirma que en lugar de llamar a la violencia, las potencias internacionales deben elaborar un plan de paz priorizando iniciativas de reconciliación todavía viables.
“La intervención militar de Occidente contra el régimen de Assad en Siria sería desastrosa”, declaró a Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Gregorios III considera que nadie puede estar seguro de quién fue el responsable del ataque con armas químicas de la semana pasada y está preocupado por la entrada de armas en el país, y de combatientes extranjeros que llegan para luchar y están alimentando el islamismo radical.
En su opinión, Estados Unidos “no debe acusar al Gobierno un día y luego acusar a la oposición al día siguiente; así es como crecen la violencia y el odio”.
Onda expansiva
Desde Irak, un país atacado por Estados Unidos hace diez años bajo el pretexto de que su presidente tenía armas de destrucción masiva que nunca se encontraron, que actualmente sigue sufriendo las bombas, la inseguridad y la inestabilidad, el patriarca de Babilonia de los Caldeos, Louis Raphael I Sako alerta que la intervención afectaría a otros países de Oriente Medio, como Palestina, El Líbano o Irak.
“Todos hablan de democracia y libertad, pero para llegar a esos objetivos hay que pasar por procesos históricos y no se puede pensar en imponerlos de forma mecánica o mucho menos con la fuerza”, declaró a la agencia Fides.
“La única vía, en Siria, como en todas partes, es la búsqueda de soluciones políticas –añadió-: empujar a los combatientes a pactar, imaginar un Gobierno provisional que incluya tanto a los del régimen como a las fuerzas de la oposición; escuchar lo que realmente quiere el pueblo sirio en su mayoría”.
Respecto al futuro, monseñor Sako recordó que la oposición a Assad “está dividida, los diversos grupos luchan entre sí, hay una proliferación de milicias yihadistas... ¿Qué va a pasar con ese país después?”.
El presidente de Caritas Siria y obispo de Alepo de los Caldeos, monseñor Antoine Audo, ha llegado a declarar que “si hubiera una intervención militar, esto querría decir –para mi sentir- una guerra mundial; de nuevo hay este riesgo… la cosa no es tan fácil”.
Oración
“En estas horas de trepidación, se intensifica la oración por la situación en Siria, que se ha agravado en el delicado contexto de Oriente Medio, con heridas abiertas en Egipto, Irak y otras regiones”, declaró hoy a L’Osservatore Romano el prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, el cardenal Leonardo Sandri.
“El corazón se abre a los cristianos de toda confesión y a cuantos creen en el único Dios para que la superior instancia de paz y de vida para Oriente Medio prevalezca sobre cualquier otro interés o resentimiento de parte –afirmó-. Que sean prioritarias sobre cualquier otra razón para la comunidad internacional la justicia, la reconciliación y el respeto solidario de los derechos personales y sociales, también religiosos, de todos, indistintamente, los componentes de la población de Oriente Medio”.
Entre las numerosas iniciativas por la paz en Siria, se encuentra la jornada especial de oración y ayuno celebrada el 27 de agosto en el Monasterio de San Moisés el Etíope, un oasis de oración al norte de Damasco refundado por el padre jesuita Paolo Dall’Oglio, secuestrado hace un mes en la conflictiva zona de Raqqa.
“No podemos aceptar o apreciar una intervención armada de las potencias extranjeras. Seguimos con nuestra misión, que es elevar a Dios un culto espiritual, sobre todo para educar a los jóvenes al diálogo y a la paz.
“Creemos que hoy, incluso en este amargo conflicto, la oración es un medio poderoso para resistir al mal y es el único instrumento que alimenta la esperanza”, declaró a Fides la responsable de la comunidad femenina que reside en el monasterio.
Por su parte, el responsable de la comunidad masculina del monasterio, el padre Jacques Mourad, afirmó: “Estamos en una fase de sufrimiento extremo. Esperamos que los países occidentales asuman una posición justa ante esta tremenda crisis en Siria. Una posición ´justa´ significa rechazar todo tipo de violencia, detener las armas, no poner a unos contra otros, defender y proteger los derechos humanos”.
El Magisterio
El Catecismo de la Iglesia Católica (art. 2309) justifica sólo la intervención militar de legítima defensa, la llamada doctrina de la “guerra justa”, e incluso entonces “la valoración de tales condiciones de legitimidad moral pertenecen al juicio prudente de los que tienen la responsabilidad del bien común”.
A pesar de la complejidad de conflictos cada vez más internos, más que entre dos o más países, hay dos referencias clave en el magisterio, partiendo de años más recientes y de tantas intervenciones de Juan Pablo II y la Pacem in terris de Juan XXIII.
Según el jurista Dimitris Liakopoulos (Zenit, 12 marzo de 2008), “Juan Pablo II ha dado una línea moral y una clausula ética al derecho de injerencia con fines humanitarios” cuando “todas las vías diplomáticas y los esfuerzos de la política se han agotado sin éxito”.
La apertura a la extrema ratio de la “injerencia humanitaria” la podemos encontrar en más intervenciones del Papa Wojtyla, destaca Simone Sereni a Aleteia. Por ejemplo, en el discurso a la Conferencia FAO de noviembre de 1993, Juan Pablo II reconoció que “en el interior de la comunidad internacional está madurando la idea de que la acción humanitaria, lejos de ser un derecho de los más fuertes, debe ser inspirada por la convicción de que la intervención o la injerencia, cuando las situaciones objetivas lo requieren, es una respuesta a la obligación moral de socorrer a los individuos, pueblos o grupos étnicos”.
La Pacem in terris del Papa Roncalli, de la que el 11 de abril pasado se celebró el 50º aniversario, ofrece todavía un horizonte teológico y profético que hay que estudiar profundamente. Escrita en un momento clave de la historia del siglo XX, cuando más inminente parecía la posibilidad de un conflicto planetario con las armas atómicas, en la Pacem in Terris, Juan XXIII llegó a afirmar: “Parece casi imposible pensar que la guerra pueda ser utilizada como instrumento de justicia”.
Según monseñor Mario Toso, secretario del Consejo Pontificio de la Justicia y de la Paz “las afirmaciones de Juan XXIII representaron de hecho un punto de inflexión para la doctrina social. Este pedía con claridad que se abandonara la teoría de la “guerra justa” (Avvenire, 11 de abril de 2013).
Tanto es así que, según monseñor Pelvi, ordinario militar para Italia, también “en la realidad militar está madurando la convicción de que la paz exige cortar el nudo por la raíz, declarando inaceptable también “la guerra justa”, porque la violencia armada es irracional” (Familia cristiana, 11 de abril de 2013).
El Papa ha hablado contra las armas y el enfrentamiento, y los líderes católicos en Oriente Medio coinciden en alertar de las nefastas consecuencias que podría acarrear una intervención militar.
“El enfrentamiento no ofrece perspectivas de esperanza para resolver los problemas, sino la capacidad de encuentro y de diálogo”, declaró Francisco el domingo pasado después del rezo del Ángelus.
También pidió “que se detenga el rumor de las armas” e instó a la comunidad internacional a poner “todo su empeño para ayudar a la amada nación siria a hallar una solución a una guerra que siembra destrucción y muerte”.
“Sería desastrosa”
El jefe de la Iglesia griega melquita católica de Siria, el patriarca Gregorios III, afirma que en lugar de llamar a la violencia, las potencias internacionales deben elaborar un plan de paz priorizando iniciativas de reconciliación todavía viables.
“La intervención militar de Occidente contra el régimen de Assad en Siria sería desastrosa”, declaró a Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Gregorios III considera que nadie puede estar seguro de quién fue el responsable del ataque con armas químicas de la semana pasada y está preocupado por la entrada de armas en el país, y de combatientes extranjeros que llegan para luchar y están alimentando el islamismo radical.
En su opinión, Estados Unidos “no debe acusar al Gobierno un día y luego acusar a la oposición al día siguiente; así es como crecen la violencia y el odio”.
Onda expansiva
Desde Irak, un país atacado por Estados Unidos hace diez años bajo el pretexto de que su presidente tenía armas de destrucción masiva que nunca se encontraron, que actualmente sigue sufriendo las bombas, la inseguridad y la inestabilidad, el patriarca de Babilonia de los Caldeos, Louis Raphael I Sako alerta que la intervención afectaría a otros países de Oriente Medio, como Palestina, El Líbano o Irak.
“Todos hablan de democracia y libertad, pero para llegar a esos objetivos hay que pasar por procesos históricos y no se puede pensar en imponerlos de forma mecánica o mucho menos con la fuerza”, declaró a la agencia Fides.
“La única vía, en Siria, como en todas partes, es la búsqueda de soluciones políticas –añadió-: empujar a los combatientes a pactar, imaginar un Gobierno provisional que incluya tanto a los del régimen como a las fuerzas de la oposición; escuchar lo que realmente quiere el pueblo sirio en su mayoría”.
Respecto al futuro, monseñor Sako recordó que la oposición a Assad “está dividida, los diversos grupos luchan entre sí, hay una proliferación de milicias yihadistas... ¿Qué va a pasar con ese país después?”.
El presidente de Caritas Siria y obispo de Alepo de los Caldeos, monseñor Antoine Audo, ha llegado a declarar que “si hubiera una intervención militar, esto querría decir –para mi sentir- una guerra mundial; de nuevo hay este riesgo… la cosa no es tan fácil”.
Oración
“En estas horas de trepidación, se intensifica la oración por la situación en Siria, que se ha agravado en el delicado contexto de Oriente Medio, con heridas abiertas en Egipto, Irak y otras regiones”, declaró hoy a L’Osservatore Romano el prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, el cardenal Leonardo Sandri.
“El corazón se abre a los cristianos de toda confesión y a cuantos creen en el único Dios para que la superior instancia de paz y de vida para Oriente Medio prevalezca sobre cualquier otro interés o resentimiento de parte –afirmó-. Que sean prioritarias sobre cualquier otra razón para la comunidad internacional la justicia, la reconciliación y el respeto solidario de los derechos personales y sociales, también religiosos, de todos, indistintamente, los componentes de la población de Oriente Medio”.
Entre las numerosas iniciativas por la paz en Siria, se encuentra la jornada especial de oración y ayuno celebrada el 27 de agosto en el Monasterio de San Moisés el Etíope, un oasis de oración al norte de Damasco refundado por el padre jesuita Paolo Dall’Oglio, secuestrado hace un mes en la conflictiva zona de Raqqa.
“No podemos aceptar o apreciar una intervención armada de las potencias extranjeras. Seguimos con nuestra misión, que es elevar a Dios un culto espiritual, sobre todo para educar a los jóvenes al diálogo y a la paz.
“Creemos que hoy, incluso en este amargo conflicto, la oración es un medio poderoso para resistir al mal y es el único instrumento que alimenta la esperanza”, declaró a Fides la responsable de la comunidad femenina que reside en el monasterio.
Por su parte, el responsable de la comunidad masculina del monasterio, el padre Jacques Mourad, afirmó: “Estamos en una fase de sufrimiento extremo. Esperamos que los países occidentales asuman una posición justa ante esta tremenda crisis en Siria. Una posición ´justa´ significa rechazar todo tipo de violencia, detener las armas, no poner a unos contra otros, defender y proteger los derechos humanos”.
El Magisterio
El Catecismo de la Iglesia Católica (art. 2309) justifica sólo la intervención militar de legítima defensa, la llamada doctrina de la “guerra justa”, e incluso entonces “la valoración de tales condiciones de legitimidad moral pertenecen al juicio prudente de los que tienen la responsabilidad del bien común”.
A pesar de la complejidad de conflictos cada vez más internos, más que entre dos o más países, hay dos referencias clave en el magisterio, partiendo de años más recientes y de tantas intervenciones de Juan Pablo II y la Pacem in terris de Juan XXIII.
Según el jurista Dimitris Liakopoulos (Zenit, 12 marzo de 2008), “Juan Pablo II ha dado una línea moral y una clausula ética al derecho de injerencia con fines humanitarios” cuando “todas las vías diplomáticas y los esfuerzos de la política se han agotado sin éxito”.
La apertura a la extrema ratio de la “injerencia humanitaria” la podemos encontrar en más intervenciones del Papa Wojtyla, destaca Simone Sereni a Aleteia. Por ejemplo, en el discurso a la Conferencia FAO de noviembre de 1993, Juan Pablo II reconoció que “en el interior de la comunidad internacional está madurando la idea de que la acción humanitaria, lejos de ser un derecho de los más fuertes, debe ser inspirada por la convicción de que la intervención o la injerencia, cuando las situaciones objetivas lo requieren, es una respuesta a la obligación moral de socorrer a los individuos, pueblos o grupos étnicos”.
La Pacem in terris del Papa Roncalli, de la que el 11 de abril pasado se celebró el 50º aniversario, ofrece todavía un horizonte teológico y profético que hay que estudiar profundamente. Escrita en un momento clave de la historia del siglo XX, cuando más inminente parecía la posibilidad de un conflicto planetario con las armas atómicas, en la Pacem in Terris, Juan XXIII llegó a afirmar: “Parece casi imposible pensar que la guerra pueda ser utilizada como instrumento de justicia”.
Según monseñor Mario Toso, secretario del Consejo Pontificio de la Justicia y de la Paz “las afirmaciones de Juan XXIII representaron de hecho un punto de inflexión para la doctrina social. Este pedía con claridad que se abandonara la teoría de la “guerra justa” (Avvenire, 11 de abril de 2013).
Tanto es así que, según monseñor Pelvi, ordinario militar para Italia, también “en la realidad militar está madurando la convicción de que la paz exige cortar el nudo por la raíz, declarando inaceptable también “la guerra justa”, porque la violencia armada es irracional” (Familia cristiana, 11 de abril de 2013).
Comentarios