Lunes, 25 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Precoz prueba de amor eucarístico

Lloró desolado por no poder comulgar: la foto conmueve, pero aún más la historia del pequeño

Louis se refugió en los brazos del cardenal, desconsolado.
Louis se refugió en los brazos del cardenal, desconsolado.

C.L. / ReL

El padre John Zuhlsdorf, quien alimenta el conocido blog Fr Z´s [Padre Zeta] rescató la foto del álbum familiar en Facebook. Fue tomada el 4 de agosto.

Y es conmovedora. Primero, por lo que la escena muestra. Louis Carinbridge está llorando. El cardenal Raymond Burke, quien acaba de bautizar a su hermano pequeño Damian y de dar la Primera Comunión a su hermano mayor Gregory y a otros niños en la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en La Crosse (Wisconsin, Estados Unidos), pasa junto a él y le pregunta a sus padres cuál es la razón del llanto. Le contestan que el pequeño está desolado por no haber podido comulgar. Al oírlo, la reacción de Louis sorprende a todos: se refugia en la casulla del prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, compartiendo su tristeza y al mismo tiempo avergonzado de que se haya hecho pública.

El purpurado, por lo visto, le tranquilizó: "No te preocupes, tu Primera Comunión también llegará pronto", le dijo.

Una enfermedad grave
La difusión de la imagen, simpática y conmovedora a la vez por representar el sincero deseo de un niño de recibir el Cuerpo de Cristo, motivó una ulterior investigación de Daniel Hamiche en Risposte Catholique, y así hemos sabido algo más sobre la historia, que reviste asimismo tintes dramáticos.

En efecto, Louis padece una rara enfermedad genética de la que sólo hay unos cientos de casos en el mundo, el síndrome CINCA (acrónimo de Crónico, Infantil, Neurológico, Cutáneo y Articular), también conocido como enfermedad neonatal inflamatoria multisistémica inicial (NOMID por sus siglas en inglés), que entre otras cosas le ha causado vision y audición disminuidas. El niño padece diariamente cefaleas, fiebres, vómitos e inflamaciones articulares dolorosas que obligan a pincharle.

Al parecer sus padres han confiado su curación a la intercesión del Beato Juan Pablo II. Para Louis, sin embargo, lo verdaderamente importante está todavía esperándole en ese sagrario de la basílica ante el que se arrodilló hace una semana en un gran día que, sin embargo, a él le hizo aún más dura la espera.


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