Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Francisco: «Dios nos promete una descendencia: esto es la seguridad del cristiano»

Radio Vaticano / ReL

El Papa Francisco en Santa Marta
El Papa Francisco en Santa Marta
Ser cristiano es una llamada de amor, una llamada a convertirse en hijos de Dios. Lo dijo el martes 25 de junio el Papa Francisco en la Misa matinal en la Casa de Santa Marta.

El Papa enfatizó en que la certeza del cristiano es que el Señor jamás nos deja solos y nos pide ir adelante, en medio de los problemas. En la Misa, concelebrada por el cardenal Robert Sarah, el cardenal Camillo Ruini y monseñor Ignacio Carrasco de Paula, participó un grupo de empleados del Pontificio Consejo “Cor Unum”, de la Pontificia Academia para la Vida y un grupo de colaboradores de la Specola Vaticana, acompañados por su director, el jesuita José Gabriel Funes. 

Abraham, Lot y la paz de Oriente Medio
El Papa Francisco centró su homilía en la Primera Lectura, tomada del Libro del Génesis, donde se narra sobre la discusión entre Abraham y Lot por la repartición de la tierra. “Cuando leo esto – dijo el Papa – pienso en Oriente Medio y pido mucho al Señor para que nos dé a todos la sabiduría, esta sabiduría – no discutamos, yo voy por esta parte, tú por la otra … - por la paz”.

Abraham, hizo notar Francisco, “continúa caminando”. “Él dejó su tierra para ir, no sabía dónde, pero donde el Señor le dirá”. Sigue caminando, entonces, porque cree en la Palabra de Dios que “lo había invitado a salir de su tierra”. Este hombre, quizás nonagenario, mira la tierra que le indica el Señor y cree.

Dios creó muchas estrellas... y un solo hombre
“Abraham parte de su tierra con una promesa: todo su camino es ir hacia esta promesa. Y su recorrido es también un modelo de nuestro recorrido. Dios llama a Abraham, una persona, y de esta persona hace un pueblo. Si vamos al Libro del Génesis, al inicio, a la Creación, podemos encontrar que Dios crea las estrellas, crea las plantas, crea los animales, crea las, los, las, los… Pero crea al hombre: el singular, uno. A nosotros Dios siempre nos habla en singular, porque nos ha creado a su imagen y semejanza. Y Dios nos habla en singular. Ha hablado a Abraham y le dio una promesa y lo invitó a salir de su tierra. Nosotros cristianos hemos sido llamados en singular: ¡ninguno de nosotros es cristiano por pura casualidad! ¡Ninguno!”

Existe una llamada “con nombre, con una promesa”, dijo el Papa: “¡Ve adelante, Yo estoy contigo! Yo camino junto a ti”. Y esto, continuó, lo sabía Jesús: “también en los momentos más difíciles se dirige al Padre”:

“Dios nos acompaña, Dios nos llama por nombre, Dios nos promete una descendencia. Y esto es un poco la seguridad del cristiano. No es una casualidad, ¡es una llamada! Una llamada que nos hace ir hacia adelante. Ser cristiano es una llamada de amor, de amistad; una llamada a convertirme en hijo de Dios, hermano de Jesús; a volverme fecundo en la transmisión a los otros de esta llamada; a convertirme en instrumento de esta llamada. Hay tantos problemas, tantos problemas; hay momentos difíciles: ¡Jesús pasó tantos! Pero siempre con aquella seguridad: ‘El Señor me ha llamado. El Señor es como yo. El Señor me ha prometido’”.

Dios es fiel a sus promesas
El Señor, repitió el Obispo de Roma, “es fiel, porque Él jamás puede renegar de sí mismo: Es la fidelidad”. Y pensando en este pasaje donde Abraham “es ungido padre, por primera vez, padre de los pueblos, pensamos también en nosotros que hemos sido ungidos en el Bautismo y pensamos a nuestra vida cristiana”:

“Alguno dirá: ‘Padre, soy pecador’… Pero todos lo somos. Eso se sabe. El problema es: pecadores, ir adelante con el Señor, ir adelante con aquella promesa que nos ha hecho, con aquella promesa de fecundidad y decir a los demás, contar a los otros que el Señor está con nosotros, que el Señor nos ha elegido y que Él no nos deja solos, ¡jamás! Aquella certeza del cristiano nos hará bien. Que el Señor nos dé, a todos nosotros, este deseo de ir adelante, que tuvo Abraham, en medio a los problemas; pero ir adelante, con aquella seguridad de saber que Él me ha llamado, que me ha prometido tantas cosas bellas ¡está conmigo!”. 
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