Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Otro gesto de Francisco

El Papa le da una silla y un sandwich a un guardia suizo a quien encontró cansado

El Papa le da una silla y un sandwich a un guardia suizo a quien encontró cansado
El Papa Francisco saluda a los fieles

La Nación

Lo encontró cansado y le ordenó sentarse. El hombre lo rechazó refiriendo que las reglas se lo impedían. “Soy el Papa y le pido que se siente”, le dijo Bergoglio.

Los gestos de cortesía y los desvíos del protocolo siguen marcando el pontificado de Francisco, lo cual despierta ya no sólo la alerta de los encargados de su seguridad.

Este martes, el Papa sorprendió a los guardias suizos que protegen el Vaticano, cuando le acercó una silla a uno de ellos y le llevó un sándwich, disconforme con la idea de que el hombre estuviese de pie toda la noche.

Cuando el Sumo Pontífice salió de su departamento en la residencia Santa Marta -donde decidió quedarse a vivir al menos temporalmente en lugar de mudarse al departamento papal- se encontró con un guardia suizo custodiando la puerta.

Diarios locales reprodujeron la conversación entre el Papa y el guardia, que comenzó cuando el argentino Jorge Bergoglio le preguntó si había estado despierto toda la noche y recibió un "sí" como respuesta.

"¿De pie? -indagó el Papa- ¿No se ha cansado?". "Es mi deber, Su Santidad, por su seguridad", le respondió, intimidado, el guardia.

Ante esta situación, el Sumo Pontífice se detuvo un momento y regresó a su departamento. Minutos más tarde volvió cargando una silla, que depósito donde estaba su interlocutor.

"Al menos siéntese y descanse", le pidió Francisco, despertando una fuerte sorpresa en el guardia, quien rechazó la oferta, porque "las reglas no lo permiten".

Papa: ¿Las reglas?

Guardia: Mi capitán, Su Santidad.

Papa: Bueno, pero yo soy el Papa y le pido que se siente.

El Santo Padre no le dejó opción al guardia suizo, quien debió cumplir las órdenes del jefe máximo de la Iglesia. El Papa volvió a retirarse, pero no definitivamente. Poco después, llegó con pan y jamón, y se lo entregó al agente, quien no salía de su desconcierto.

"Bon apetit, hermano mío", le dijo, y se fue.
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