La gente defendió a las religiosas
Victoria de las calcutas frente a la ciudad de Miami: las querían multar por alimentar pobres
Una notificación del ayuntamiento de Miami llegó a las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa con fecha de 20 de marzo: les informaba de que era ilegal alimentar diariamente a 300 pobres. Más concretamente: ´´se trata de un negocio sin las licencias requeridas y por lo tanto es ilegal bajo la ley estatal y local´´.
Esta nota reflejaba esa ayuda como negocio y advertía de la posibilidad de una multa de hasta 100 dólares diarios.
Se trata de una casa-refugio de "las calcutas" cerca del hospital Jackson Memorial y de la Universidad de Miami, zona donde las monjas reparten a diario el alimento a los más necesitados.
"Nosotras no estamos operando un negocio. Nuestro negocio es hacer el bien", aseguró a la prensa la superiora del convento, la hermana Lima Marie.La monja preguntó además "¿qué estamos violando?", y señaló que la misión de esta congregación es la de "saciar la sed de Jesús en la Cruz mediante el trabajo por la salvación y santificación del alma".
Las calcutas tienen 710 centros en 133 países, incluyendo regímenes comunistas, musulmanes o budistas, y suelen ser recibidas con admiración y apoyo, no con denuncias municipales.
De inmediato el abogado Tom Equels y su esposa Laura se presentaron para defender a las religiosas, recordando, por ejemplo, que no tiene sentido pedirles permisos y mostrando documentos municipales de Miami que les demuestran un permiso especial desde 1982 para desarrollar sus trabajos.
Además, cuando El Nuevo Herald publicó la historia, docenas de llamadas de teléfono y cartas de protesta llegaron al ayuntamiento, indignadas por el acoso al servicio de las religiosas con los pobres.
Finalmente, presionado por la protesta popular y la documentación presentada, el director de reglamentos de Miami, Orlando Diez, anunció: "no voy a cerrar el lugar, si no se resuelve [este viernes 5], tendrán el permiso de uso que necesitan el lunes".
Evidentemente, donde hay calcutas hay pobres y donde hay pobres hay gente que se queja. Anteriormente repartían comidas en una misión callejera, junto a un barrio de gente anciana (y acomodada), que no gustaban de ver las filas de 300 personas necesitadas en la calle, "bloqueando el paso". "Muchos residentes tienen miedo", decía su representante mostrando fotos y vídeos de pobres.
Las religiosas y sus asociados de la Camillus House se retiraron a otra zona y cambiaron el sistema: en vez de alimentar a necesitados en general, se centraron en los sin techo que participan en los programas del refugio y que duermen en sus instalaciones.
Esta nota reflejaba esa ayuda como negocio y advertía de la posibilidad de una multa de hasta 100 dólares diarios.
Se trata de una casa-refugio de "las calcutas" cerca del hospital Jackson Memorial y de la Universidad de Miami, zona donde las monjas reparten a diario el alimento a los más necesitados.
"Nosotras no estamos operando un negocio. Nuestro negocio es hacer el bien", aseguró a la prensa la superiora del convento, la hermana Lima Marie.La monja preguntó además "¿qué estamos violando?", y señaló que la misión de esta congregación es la de "saciar la sed de Jesús en la Cruz mediante el trabajo por la salvación y santificación del alma".
Las calcutas tienen 710 centros en 133 países, incluyendo regímenes comunistas, musulmanes o budistas, y suelen ser recibidas con admiración y apoyo, no con denuncias municipales.
De inmediato el abogado Tom Equels y su esposa Laura se presentaron para defender a las religiosas, recordando, por ejemplo, que no tiene sentido pedirles permisos y mostrando documentos municipales de Miami que les demuestran un permiso especial desde 1982 para desarrollar sus trabajos.
Además, cuando El Nuevo Herald publicó la historia, docenas de llamadas de teléfono y cartas de protesta llegaron al ayuntamiento, indignadas por el acoso al servicio de las religiosas con los pobres.
Finalmente, presionado por la protesta popular y la documentación presentada, el director de reglamentos de Miami, Orlando Diez, anunció: "no voy a cerrar el lugar, si no se resuelve [este viernes 5], tendrán el permiso de uso que necesitan el lunes".
Evidentemente, donde hay calcutas hay pobres y donde hay pobres hay gente que se queja. Anteriormente repartían comidas en una misión callejera, junto a un barrio de gente anciana (y acomodada), que no gustaban de ver las filas de 300 personas necesitadas en la calle, "bloqueando el paso". "Muchos residentes tienen miedo", decía su representante mostrando fotos y vídeos de pobres.
Las religiosas y sus asociados de la Camillus House se retiraron a otra zona y cambiaron el sistema: en vez de alimentar a necesitados en general, se centraron en los sin techo que participan en los programas del refugio y que duermen en sus instalaciones.
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