Su mejor encíclica, la del 28 de febrero de 2013

Nos impresionó profundamente la despedida del Papa Benedicto XVI. Su serenidad, sencillez y bondad nos impactó a todos los que hemos visto su despedida. Sabemos que las encíclicas son documentos magisteriales del Papa. Sin embargo, su renuncia al Papado y su decisión de retirarse a la oración, aunque no sean un documento magisterial, son un documento vital en línea con su estilo de vida y de servicio a la Iglesia.

Yo resumiría el estilo de vida del papa en una búsqueda de la verdad, que es Dios; sabemos que Jesús dijo: yo soy la verdad. La encontró en Jesús y la ofreció a todo el mundo. Que Jesús es la verdad es lo que ha enseñado siempre y que Jesús es la vida es lo que ha vivido también siempre.

Jesús dijo que el que quiera ser el primero, que sea el primero en servir. Y Benedicto era el primero en la Iglesia y ha sido el primero en servir. ¿Cómo? Con su magisterio y con su testimonio. En cuanto a su magisterio, es considerado como uno de los mejores teólogos de nuestro tiempo, y siempre, en perfecta sintonía con la doctrina de la Iglesia.

Y en cuanto a su vida, siempre ha sido ejemplar, dedicado a su tarea en el mundo universitario, en la Congregación de la fe, en el servicio como Papa, y ahora, desde su renuncia va a estar dedicado a servirla con su oración durante el tiempo que Dios le dé.
Este estilo de vida que va a iniciar puede servir a tanta gente que cree que en la evangelización lo importante es “hacer”, en vez de pedirle humildemente al Señor que sea Él quien haga; y es que a veces queremos hacer nosotros en vez de dejarle hacer a Él. Para quienes estamos en edad avanzada o somos probados por la enfermedad, esta actitud del Papa emérito es una lección sin palabras, y válida para muchos y que puede ayudar a que también desde la ancianidad o aparente inactividad, entiendan que son apoyos y ayudas valiosas a la Iglesia, si con ese fin le ofrecen al Señor su vida tal como está.

Yo diría que ésta es la última lección que nos da y que nos va a seguir dando con su ejemplo. Nos va a ayudar a ser conscientes de la importancia de la oración cuando, al ver que él, a pesar de poder seguir teniendo el primer puesto en la Iglesia, va a empezar una vida oculta para el mundo, pero abierta totalmente al Señor en una continua oración. Si su vida hasta ahora ha sido testimonial, desde ahora también va a serlo desde la sencillez y humildad de una vida escondida y orante,
No faltan tampoco personas que quisieran ser aventajados aprendices de este modo tan elegante y humilde en saber retirarse, para saber estar con dignidad y con paz donde nos toque en cada momento.

Gracias, Benedicto XVI. Das gracias a tus colaboradores y les pides perdón por tus defectos. Agradeces de verdad, de corazón. Lejos de ti recordar a nadie cualquier mal que te pudieran haber hecho. Y muy lejos por tu parte creerte un santo o una víctima, actitudes impropias en quienes queremos seguir a Jesús.

Lo tuyo es Gracias y perdón; lo demás pertenece al Señor: Él es un Dios que sabe, Él es quien pesa las acciones. Nos dices adiós con una gran paz y serenidad, seguro y confiado en las manos de Dios. Gracias, muchas gracias a ti, humilde servidor de la viña del Señor, que tanto bueno nos has enseñado.

Leamos con los ojos de la fe esta encíclica vital que ha firmado con su actitud de renuncia al pontificado y con su retiro a una vida de oración por la misma Iglesia que ha regido durante ocho años.

José Gea