Jueves, 21 de noviembre de 2024

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Nueva era y cine (2)

por Hablemos de Dios

             Trataremos hoy de examinar dos películas que, sin ser claramente de ambiente Nueva Era, recogen algunos elementos característicos: Avatar y el Laberinto del fauno. Ambos presentan de modo diverso un grupo armado oficial que se enfrenta con un grupo marginal. Los “malos” son fuertes, detentan el poder, no hay en ellos compasión por los débiles, sólo buscan sus intereses personales y están dispuestos a eliminar al que se ponga en medio. Los “buenos” son representados por un pequeño grupo de débiles pero que defienden altos ideales y que están dispuestos a luchar para recuperar su libertad y defender sus derechos. No quiero en ninguna manera negar los valores y antivalores que se ponen de manifiesto en ambas películas y que reflejan los males de todos los tiempos: los grandes que oprimen a los débiles por sus intereses políticos y económicos.

            Me interesa sobre todo leer entre líneas las historias de ambas películas para individuar el contenido New Age. En Avatar el protagonista descubre un modo nuevo de existir al habitar en el cuerpo alienígeno creado artificialmente. Ellos viven en armonía con la naturaleza, haciendo uso de una energía que llena todo, presente sobre todo en animales y plantas. Al final de la película decide abandonar su vida anterior y abrazar la nueva vida. El mensaje de la película es positivo, sin duda, pero no se debe perder de vista que es ciencia ficción, y que si volvemos a la realidad no existe esa posibilidad de establecer una “conexión personal” con el mundo animal y vegetal. No estoy diciendo que no exista una armonía entre el hombre y el entorno y un intercambio continuo, eso es evidente, pero no es una relación personal en sentido estricto. Los hombres son personas pero los árboles, los perros y los caballos no. En este sentido si quisiéramos, como pretende la Nueva Era, encontrar y dominar fuerzas ocultas escondidas en la naturaleza (no experimentables desde las ciencias naturales) caeríamos en una superstición irracional y fuera de la realidad.

            El laberinto del fauno es mucho más sutil. Es una película con una carga ideológica impresionante. El “malo, malísimo” es oficial del ejército de la España de Franco poco después del final de la guerra civil. Es un hombre sin entrañas que mata y tortura sin pestañear y sin hacer distinción entre hombres, mujeres y niños, con la anuencia del gobierno y de la Iglesia. Esto se sobreentiende claramente en todo el contexto de la película y en algunas escenas concretas, en las que se hace una caricatura de algunas partes de la doctrina católica. No sé si tal esperpento y desfiguración de la fe cristiana es algo voluntario o nace simplemente de la ignorancia religiosa del director, guionista y demás implicados. Un sacerdote aparece banqueteando espléndidamente con los militares y se muestra complacido por el hecho de que la gente pase hambre, porque lo importante es la salvación de sus almas. El capitán está preocupado por el próximo nacimiento de su hijo,  pero para él lo único importante es que el niño nazca sano, mientras que se muestra carente de afecto e indiferente ante el dolor e incluso la muerte de su esposa. El mensaje que se quiere transmitir es claro: el cristianismo, o sea, la Iglesia es violencia, crueldad y machismo, obediencia ciega, rigorismo, amiga de poderosos y ricos, de banquetes y comodidades y totalmente indiferente a los pobres o incluso enfrentada con las clases obreras y con los débiles en general.

            Pero es el fauno el que representa la conexión con otro tipo de creencias que deben abrazar los  “buenos”. En primer lugar, su mismo aspecto con sus grandes cuernos enroscados parece evocar algunas representaciones del demonio. Resalta mucho la diferencia si lo comparamos con el fauno de las crónicas de Narnia que refleja bondad, inocencia, sencillez. El fauno del laberinto es más bien arrogante. Invita a la niña (gran protagonista de la película) a utilizar la magia para curar a su madre. La “medicina mágica” surte efecto, pero las creencias religiosas cristianas se oponen a la magia y cuando la extraña raíz mágica es descubierta debajo de la cama de la mujer en cinta y es arrojada al fuego, la enfermedad se agrava y la mujer muere. Moraleja: la fe cristiana mata, la magia salva = New Age.

            Existen otros muchos detalles interesantes que no nos podemos detener a analizar porque sería demasiado largo. Próximamente comentaremos otros largometrajes.

           

           

 

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