Beato José Agustín Fariña
El padre José Ignacio Busta, es un padre agustino chileno, que nos narra el martirio de un español muy vinculado a la historia de la Orden Agustina en Chile, el padre Fariña Castro.
El 28 de octubre de 2007 se celebró en Roma la beatificación de 498 mártires de la persecución religiosa que tuvo lugar en España durante los turbulentos años 30 del siglo pasado. El grupo más numeroso, lo componen laicos, sacerdotes diocesanos, religiosos, religiosas e incluso niños, estaba compuesto por 98 agustinos -una de las órdenes más golpeadas durante aquella persecución- provenientes de distintos conventos de la península ibérica. Entre este mosaico de historias y de respuestas fieles a la llamada de Jesús de seguirlo hasta las últimas consecuencias encontramos un religioso agustino que vivió durante 21 años en Chile y que fue, en aquellas tierras, un modelo para los jóvenes que apenas se asomaban a la vida religiosa con su ejemplo de formador, padre espiritual y sobre todo por su tierna devoción a la Madre del Buen Consejo: hablamos del Padre José Agustín Fariña.
El P. Fariña nació en Valladolid, el 20 de marzo de 1879. A la edad de 11 años entró en el Seminario de Las Palmas y cuatro años después en el Noviciado Agustino de la Provincia de Castilla, en la cual profesó los primeros votos religiosos de castidad, pobreza y obediencia el 25 de marzo de 1885. Al año siguiente fue enviado a Chile para ayudar a las comunidades agustinas de aquella nación, que entonces habían concluido un proceso de renovación en la observancia de la vida comunitaria.
Desde ese momento podemos seguir el desarrollo de la vida y santidad del P. Fariña: concluyó sus estudios de Filosofía y Teología, emitiendo la Profesión de Votos Solemnes en la Provincia Agustiniana de Chile en 1898 y fue ordenado sacerdote en el Templo San Agustín de Santiago de Chile en 1902. La gran contribución de su ministerio fue particularmente marcado por su papel de maestro de novicios entre los años 1906 y 1917, y en la difusión de la devoción popular.
En el convento agustino de la ciudad de Talca -sede del Noviciado en el que era él el Maestro (foto de la izquierda)- llegó a ser director de la Pía Unión de la Madre del Buen Consejo y fundó en aquellos años una revista titulada El Buen Consejo, en la que se difundía la espiritualidad cristiana y la devoción a María. Escribió también algunas obras devocionales: recordemos las “Prácticas Diversas en Honor de María, Madre del Buen Consejo” (1913) y “Los Siete Sábados de la Virgen” (1915). Pero su obra más conocida entre los agustinos de lengua española es el “Tesoro del Novicio” (1910), escrito y publicado en Chile y difundido también en España, verdadero vademécum destinado a los jóvenes que inician el camino de la vida religiosa agustiniana.
En 1918 fue enviado a Europa para desarrollar otras labores, manteniendo siempre el deseo de regresar a Chile, su segunda patria. En Roma iba a ejercer el cargo de vicepostulador de las causas de beatificación y canonización de los siervos de Dios de la Orden.
Antes de embarcar, escribió una carta a “sus” novicios en la que demuestra su nostalgia de Chile y su deseo de regresar a esta, su segunda patria.
“Llegué ayer -decía el beato José Agustín Fariña- a esta populosa ciudad, trayendo un viaje de lo más feliz. …Yo siento nostalgia de mi querido Chile. Nunca creí que lo amase tanto como ahora que me veo lejos de él… Rueguen por mí, mucho, mucho. Ya saben que los llevo en mi corazón. Que a mi vuelta los encuentre a todos. Reciban el cariño de su padre que los ama”.
Desde Barcelona continuó su viaje a Roma por tierra, pero en Francia fue detenido, acusado de espía y encarcelado. Europa todavía se debatía en los coletazos de la I Guerra Mundial. Puesto en libertad, retornó a España. Su actividad se desarrolló en Huelva, en Calahorra, donde fue de nuevo maestro de novicios, y en 1927 llegó al Monasterio de El Escorial. Aquí trabaja sin descanso como director espiritual y confesor. Además desarrolló una de sus pasiones: las publicaciones piadosas y de espiritualidad agustiniana Ya anteriormente en Chile había publicado varias obras.
Los agustinos tenían en El Escorial el Real Colegio de Alfonso XII, la Universidad María Cristina y el Monasterio, donde había estudios de Filosofía y Teología para los religiosos de la Orden, publicaciones, la dirección de la gran biblioteca, y apostolado parroquial y sacerdotal. Todos los religiosos de El Escorial fueron detenidos el 6 de agosto de 1936 y conducidos a la cárcel de San Antón, un colegio escolapio en la calle Farmacia de Madrid.
Un testigo declara: “En noviembre de 1936 mi madre pensó que en la cárcel de San Antón estarían pasando frío. La detención fue en agosto, en pleno verano, pero ya estábamos en el frío invierno de Madrid. Reunió mantas y ropa de abrigo y, acompañada por mí, se dirigió a la cárcel. Después de los controles de rigor nos permitieron pasar. El padre Fariña salió a un locutorio, una sala grande del ex-colegio. Yo le había visto siempre con hábito de agustino, y parecía un poco ridículo de civil, con una ropa que le quedaba grande. Nos permitieron verle durante unos minutos, le vimos contento y en paz. Es la última vez que le vi”.
El 30 de septiembre del mismo año fue fusilado junto a otros cincuenta agustinos en Paracuellos de Jarama, en las cercanías de Madrid.
Terminamos con estos hermosos versos que del Beato José Agustín Fariñas dedica a la Virgen:
Madre, yo vengo a llorar
a tu regazo querido,
que traigo mi pecho herido
y mis ojos hechos mar;
triste y hondo es el pesar
de que a tus plantas me quejo;
más sé que su amargo dejo
sabrá calmar tu dulzura,
pues eres, oh Virgen pura,
la Madre del Buen Consejo.
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