Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Benedicto XVI, el africano


Crecimiento de las nunciaturas. Aumento de los cardenales. Mayor número de cargos en la curia. Benedicto XVI se vuelve hacia África, porque dice que es el continente que cuenta con la fe más viva

por Sandro Magister

Opinión

"África es actualmente el continente más dinámico desde el punto de vista de la expansión de la Iglesia y del cristianismo en general, y es donde las vocaciones son más numerosas cuando se las mide en porcentajes".

Esto lo ha recordado un reciente artículo de la revista "Civiltà Cattolica", dedicada a un congreso celebrado bajo el lema “Pablo VI y África”, en el que numerosos expositores subrayaron "la gran atención" que ese Papa dedicó al continente, "intuyendo proféticamente también la disponibilidad al mensaje evangélico".

En el artículo se pone en evidencia como también Benedicto XVI "se ha referido a África como ´pulmón´ de la Iglesia".

Efectivamente, el pontificado de Joseph Ratzinger se está revelando año tras año cada vez más atento a lo que acontece en el continente negro.

Para empezar, la atención concedida por Benedicto XVI a África es más que evidente desde el punto de vista diplomático.

En el transcurso del actual pontificado la red de nunciaturas en África se ha desarrollado ulteriormente.

En efecto, con Benedicto XVI se han abierto dos nuevas sedes de nunciaturas en Burkina Faso y en Liberia. No sólo eso. Han sido enviados a Chad, Gabón y Malawi funcionarios vaticanos para que residan en forma estable.

Pero también los países africanos han manifestado un creciente interés en tener relaciones más estrechas con la Santa Sede.

Efectivamente, en el 2008 también Botsuana ha establecido relaciones diplomáticas con la Santa Sede. Es por eso que hoy solamente tres países africanos, los tres con abrumadora mayoría islámica, no tienen todavía intercambio de representación con el Vaticano. Son las islas Comoras, Mauritania y la maltratada Somalia.

Además, con el papa Ratzinger, justamente mientras Irlanda ha degradado su histórica representación diplomática de residente a no residente, cinco naciones han emprendido el recorrido inverso, estableciendo en Roma la residencia de su embajador. De ellas, tres son africanas: Camerún, Benín y, desde este año, Nigeria, el Estado más poblado del continente.

A esto se debe agregar la multiplicación de acuerdos diplomáticos entre la Santa Sede y países africanos. Antes del actual pontificado, el Vaticano tenía estipulado un "modus vivendi" con Túnez en 1964, hubo después, en 1983-84, un intercambio de cartas entre el rey de Marruecos y Juan Pablo II, luego dos acuerdos con Camerún respecto al Instituto Católico de Yaoundé y un par de convenios parciales con Costa de Marfil. El único acuerdo-marco, de más amplio alcance, fue el que se estableció con Gabón en 1997.

Con Benedicto XVI se han estipulado ya tres acuerdos-marco: con Mozambique en el 2011, y este año con Guinea Ecuatorial y con Burundi.

Pero la atención especial del actual Papa al África no se manifiesta exclusiva o primariamente en el ámbito diplomático.

Consideremos los viajes. El Papa teólogo se trasladó hasta ahora dos veces, a pesar de su avanzada edad. Juan Pablo II hizo su último viaje africano, a Nigeria, en 1998, cuando tenía 78 años. Benedicto XVI ha ido a Camerún y Angola en el 2009 a los 82 años, y en el 2011 a Benín cuando tenía 84 años.

Pasemos a las creaciones cardenalicias. Con Ratzinger como Papa, entre los 74 nuevos purpurados electores creados por él, 7 son africanos, es decir, el 9,5%. Es la cifra más alta que nunca. Juan Pablo II creó 16 sobre 210 (el 7,6%), Pablo VI 12 sobre 143 (el 8,4%).

También en los nombramientos en la curia romana Benedicto XVI tiene un ojo puesto en el continente africano.

Ha llamado al cardenal ghanés Peter Turkson para presidir el Consejo Pontificio "Justicia y Paz", y ha promovido al guineano Robert Sarah como presidente del Consejo "Cor Unum", concediéndole la púrpura cardenalicia.

Además, el papa Ratzinger ha llamado al arzobispo tanzano Novatus Rugambwa a cubrir el cargo de secretario adjunto de "Propaganda Fide", mientras que ha elegido al beninés Barthélemy Adoukonou como secretario del Consejo Pontificio de la Cultura, elevándolo al episcopado, y a monseñor Jean-Marie Mate Musivi Mupendawatu, de la República Democrática del Congo, como nuevo secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud.

Con Benedicto XVI un africano se ha convertido por primera vez en ceremoniero pontificio: es Jean-Pierre Kwambemba Masi, de la República Democrática del Congo.

Y por primera vez un hijo del continente negro ha ocupado el delicado cargo de Jefe de Protocolo de la Secretaría de Estado. Se trató de monseñor Fortunatus Nwachukwu, nigeriano, quien recientemente, luego de cinco años de servicio, ha sido promovido a arzobispo y nuncio en Nicaragua, convirtiéndose en el cuarto representante pontificio africano nombrado durante este pontificado. Los otros son Leon Kalenga, de la República Democrática del Congo, el nigeriano Jude Thaddeus Okolo y el tanzano Rugambwa (posteriormente, como se ha dicho, llamado a la curia).

También éste es un pequeño record ratzingeriano, pues hasta el 2005 el primer y único nuncio africano era el ugandés Augustine Kasujja, nombrado por Juan Pablo II en 1998.

¿Pero cuál es la raíz de esta predilección africana del papa Ratzinger?

Lo explicó el mismo pontífice en la homilía de apertura del sínodo africano celebrado en el 2009: "África representa un inmenso ´pulmón´ espiritual para una humanidad que se halla en crisis de fe y esperanza".

Posteriormente, Benedicto XVI profundizó su intención al hablar a los periodistas durante el viaje a Benín en el 2011:

"Esta lozanía del sí a la vida que hay en África, esta juventud que existe, que está llena de entusiasmo y de esperanza, incluso de humor y de alegría, nos muestra que en África hay una reserva humana, hay aún un verdor del sentido religioso y de esperanza. [...] Por tanto, diría, un humanismo lozano, que se encuentra en el alma joven de África, no obstante todos los problemas que existen y existirán, manifiesta que aún hay una reserva de vida y de vitalidad para el futuro, con la que podemos contar".

Y el posterior 22 de diciembre, en el discurso previo a la Navidad dirigido a la curia romana, manifestó que no percibió en África "ninguna señal del cansancio de la fe, tan difundido entre nosotros, ningún tedio de ser cristianos, como se percibe cada vez más en nosotros. [...] Encontrar esta fe dispuesta al sacrificio, y precisamente alegre en ello, es una gran medicina contra el cansancio de ser cristianos que experimentamos en Europa".

Dos años antes, el 21 de diciembre de 2009, al hacer un resumen de su viaje a Camerún y Angola, Benedicto XVI también evaluó positivamente el estilo con que se celebra la liturgia en África:

"En modo particularmente profundo se ha impreso en mi memoria el recuerdo de las celebraciones litúrgicas. Las celebraciones de la Santa Eucaristía fueron verdaderas fiestas de la fe. Querría mencionar dos elementos que me parecen particularmente importantes. Hubo ante todo una gran alegría compartida, que se expresaba también mediante el cuerpo, pero en forma disciplinada y orientada por la presencia del Dios vivo. Con esto ya está indicado el segundo elemento: el sentido de la sacralidad, del misterio presente del Dios vivo. [...] Sí, estaba presente esta conciencia: estamos en presencia de Dios. De esto no derivaba miedo o inhibición, ni tampoco una obediencia exterior a las rúbricas y menos todavía una ostentación de unos frente a los otros o un gritar en forma indisciplinada. Más que nada, había lo que los Padres de la Iglesia llamaban la ´sobria ebrietas´ [sobria ebriedad]: el estar colmados de una alegría que de todos modos permanece sobria y ordenada, que une a las personas a partir de lo interior, conduciéndolas a la alabanza comunitaria a Dios, una alabanza que al mismo tiempo suscita el amor del prójimo, la responsabilidad recíproca".

Por cierto, el papa Benedicto no ignora los límites y las dificultades de la Iglesia africana, que se han tornado sorprendentes, por ejemplo, con las dimisiones impuestas por él en el 2009 a obispos centroafricanos de Bangui y Bossangoa a causa de problemas morales y la impuesta en el 2011 a Koudougou en Burkina Faso por incapacidad de gestión, o con la "remoción" de la autoridad del obispo de Point-Noire, en el Congo, siempre en el año 2011.

Pero esto no impide al canoso "Padre blanco" seguir apuntando al continente negro para consolidar el futuro de la Iglesia.
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