Según ellos, la cruz aleja a los jóvenes de la Iglesia
Según ellos, la cruz aleja a los jóvenes de la Iglesia
por Duc in altum!
La primera vez que lo escuché me pareció un desliz, la segunda, tercera y cuarta ocasión, me dejó claro que algo anda mal. En diferentes ambientes de la pastoral juvenil, so pretexto de hacer una campaña publicitaria innovadora que se conecte con la juventud, les ha parecido que la cruz, uno de los símbolos más importantes de la cristiandad, aleja e incluso resulta tan violenta que lo mejor es ocultarla, dejarla para después. ¿Con qué cara exigimos que se respete la presencia del crucifijo en los colegios, cuando un grupo de católicos pretende eliminar o, cuando menos, disimular el aspecto histórico de la pasión de Cristo?
Conviene matizar el tema que nos ocupa, para evitar malas interpretaciones. No se trata de hacer de la fe cristiana, una propuesta dolorista, triste o depresiva, pues la esencia del cristianismo, no es la muerte, sino la vida, la experiencia de la resurrección de Jesús, sin que esto signifique eliminar de la historia el drama de la pasión de Cristo. Los reduccionismos, propios del relativismo, distorsionan y, por ende, provocan confusión en la mente de los jóvenes. El malestar, es que muchos de los coordinadores de la pastoral juvenil hablan a nombre de la juventud, es decir, justifican la desaparición de la cruz, argumentando que las nuevas generaciones sienten temor al verla, cuando en realidad lo que buscan (o mejor dicho, buscamos, pues sigo siendo joven) es una fe completa, en la cual, no se les proporcione sólo aquello que agrada a los coordinadores en turno. Se trata de un asunto serio, ante el que es imposible callar o cerrar los ojos.
Es bueno contar con carteles bien diseñados, profesionales y atractivos, sin embargo, resulta igualmente importante que se conserven los aspectos esenciales, la identidad de lo que se está proponiendo. Desde luego, hay que evitar imágenes desagradables, como sería dibujar un Jesús golpeado o ensangrentado, pues aunque así fue en la realidad, tampoco quiere decir que haya que ponerlo literalmente en la promoción o publicidad. Ahora bien, el cártel no es lo más preocupante, pues en ningún momento se ha pedido que absolutamente en todos los casos se ponga un signo cristiano, como la cruz o el pez, sino la intención de borrar del mapa la pasión, muerte y resurrección de Jesús, quedándose en un mensaje pacifista, abstracto y, por ende, poco trascendente. De tal forma, que ya no haya diferencia entre Cristo y cualquier activista con buenas intenciones. Si el emblema de un determinado movimiento tiene alguna cruz insertada, ¡no hay derecho de quitarla! Se le puede dar un toque fresco y juvenil, pues tampoco se vive en una dictadura, pero sin llegar al grado, a la incongruencia de avergonzarse de la cruz.
Hay que presentar la historia de la salvación tal y como fue predicada por los discípulos, testigos de Jesús. De otra manera, haremos de la pastoral juvenil, una plataforma supersticiosa, vacía y, por ende, sin capacidad de producir un cambio en la realidad que nos está tocando vivir. Quitarle la cruz al cristianismo, sería tan absurdo como intentar separar al fútbol del balón. Entonces, ni exagerar en el tema de la crucifixión, ni evadirlo. Recordemos las palabras de San Pablo: “Los judíos piden señales y los griegos buscan saber, nosotros predicamos un Cristo crucificado, escándalo para los judíos, locura para los paganos, en cambio para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Mesías que es portento de Dios y sabiduría de Dios: porque la locura de Dios es más sabia que los hombres y la debilidad de Dios más potente que los hombres” (I Cor 1: 22-25).
En vez de complicarnos tanto, mejor expliquémosle a las nuevas generaciones, a los destinatarios de la pastoral juvenil, lo que significa la entrega de Jesús por cada uno. De tal forma, que no se asusten, sino que se den cuenta de que la cruz, aunque choca con la lógica comúnmente aceptada, puede ser llevada con alegría, como una vía o camino para dar lo mejor de nosotros mismos a menudo en situaciones difíciles. Es obvio que no estamos hablando de alguien muerto, sino de un Dios vivo que nos acompaña en todo momento, tanto en las buenas como en las malas.
La propuesta de evitar la parte del sacrificio de Jesús no es nueva. De hecho, San Juan de la Cruz (15421591), uno de los más grandes místicos españoles, afirmaba rotundamente: “no busquéis a Cristo sin cruz”. Negar el sufrimiento personal y de los demás, equivale a vivir en un mundo idealista, lejano de la realidad. Por esta razón, en lugar de andarnos por las ramas, conviene resaltar la importancia de la esperanza, es decir, reconocer la existencia del dolor y, al mismo tiempo, ayudar a que las personas puedan enfrentarse a los problemas con una actitud que sea realmente positiva, constructiva. La Espiritualidad de la Cruz busca que todos y cada uno de nosotros, sepamos salir adelante, que no perdamos la fuerza para vivir con optimismo, abriéndonos paso hacia el futuro que se construye desde el presente.
Antes de concluir, imaginemos la cara que pondrían San Juan de la Cruz (15421591), la Venerable Concepción Cabrera de Armida (18621937), Santa Edith Stein (18911942) y San Pío de Pietrelcina (18871968), si estuvieran presentes en una de esas reuniones disparatadas en la que se decide suprimir la cruz, por considerarla un signo muy fuerte como para ser visto y explicado. En resumen, seamos más congruentes y no renunciemos a los puntos básicos de nuestra fe. Para que la pastoral juvenil surta efecto, la clave está en la fidelidad creativa al Evangelio.