Jueves, 21 de noviembre de 2024

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Pastores y por eso, mártires (y 5)

por Victor in vínculis

Terminamos la serie que hemos dedicado a los sacerdotes mártires del pueblo toledano de Alcaudete de la Jara contando en esta entrega lo que sucedió con la parroquia y con el grupo escultórico del Sagrado Corazón de Jesús, en los días posteriores al martirio de don Clemente y don José.
El único templo existente en esta villa era la iglesia parroquial, dedicada a la Inmaculada Concepción. Se comenzó a edificar en 1534 y fue consagrada en 1589. De estilo gótico, con ornamentación plateresca; la torre, de estilo greco-romano. 
El día 25 de julio de 1936 penetraron las milicias en el templo “para sacar las armas allí escondidas”… El día 26 procedieron a su incautación definitiva, si bien permaneció cerrado hasta la llegada de un batallón que lo utilizó como albergue por un día. En la Navidad del año 1938 se abrió para salón de teatro y entonces aprovecharon la ocasión algunos audaces para salvar dos casullas, que sacaron envueltas en sus cuerpos, y dos aras, pretextando que eran para mármoles de mesillas de noche.


Talla de La Purísima destruida en los días de la persecución religiosa
Entre lo destrozado y lo desaparecido podemos enumerar: el magnífico retablo del altar mayor, del siglo XVI, cuyos dorados, estofado y pinturas fueron tasados en el año 1564 en 27.000 maravedíes; remataba en un hermoso Crucifijo, de tamaño natural, que fue reducido a pavesas con nueve imágenes pequeñas, pertenecientes al mismo altar. Otros nueve altares con sus imágenes perecieron bajo el furor iconoclasta. Idéntica suerte corrió el órgano, cuya construcción se remontaba al año 1708 por el afinador y maestro de la ciudad de Toledo, don José Martínez Colmenero; costó la cantidad de 600 ducados de vellón. Las campanas, en número de cuatro y un campanillo, desaparecieron para ser fundidas como material de guerra.
En diciembre de 1938 la imagen del Sagrado Corazón y la de Santa Margarita María de Alacoque, tras ser derribadas de su magnífico monumento, fueron llevadas hasta la villa de Mora de Toledo y de allí al Parque de Fundición de Madrid.
La casa rectoral, con vivienda para el coadjutor y el huerto adyacente, quedó habitada por los mandamases comunistas. Más tarde se convirtió en polvorín.
 
El Santísimo guardado en las tapas de un reloj
Gracias a la habilidad de varias personas no quedó el Santísimo a merced de aquellos sacrílegos. El día 21 de julio de 1936 algunos fieles intentaron salvar las sagradas Formas, pero sin resultado. A las 17h del día 22, el presidente socialista subía a la torre para quitar la bandera del misacantano don Florindo Miguel (sacerdote del pueblo que acababa de ser ordenado en esos días) y sustituirla por la republicana; ocasión que felizmente aprovecharon los sacerdotes para simuladamente apoderarse de las pocas formas existentes y sacar un ara y ornamentos necesarios para poder celebrar la santa Misa. El Santísimo se instaló en la casa de don Valeriano Sánchez, en la capilla de las Marías de los Sagrarios y sobre altar portátil, donde no faltó la constante adoración de las Marías y de los dueños de la casa.
Administraron los sacerdotes la comunión hasta el día 25 de julio en que totalmente quedaron recluidos. Doña Tomasa Sánchez, Presidenta de las Marías de los Sagrarios, continuó repartiendo el Pan de los Ángeles. Por su parte, los sacerdotes pudieron celebrar clandestinamente la santa Misa en la casa rectoral hasta el día 30. Cuando fueron apresados doña Tomasa, previo aviso del Párroco, trasladó a su residencia las formas que dejaron los sacerdotes.
Como detalle digno de mención, es preciso consignar que el Santísimo fue guardado en la tapas de un reloj de oro (de los de cadena, para guardar en el bolsillo) hasta el día 2 de septiembre, fecha en  que los marxistas retrocedieron ante las tropas nacionales, que se apoderaron de Talavera de la Reina (Toledo). Ante el peligro de que fuera profanado y angustiada por no poder abrir las tapas del reloj, doña Tomasa, puesta de rodillas, pedía al Señor no permitiera la profanación. “Habían pasado unos segundos, declara, cuando el reloj se abrió automáticamente sobre la mesita y pude sumir yo misma la última forma”.
 
El 7 de diciembre de 1944, el Obispo auxiliar de Toledo, Monseñor Eduardo Martínez, bendijo el nuevo monumento del Corazón de Jesús que se colocó en el mismo emplazamiento que el ocupaba el monumento que fue derribado en los días de la Guerra Civil.
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