Miércoles, 27 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Cómo salir del drama del alcoholismo

«La botella era mi dios, pero fue a través de ella como conocí a Dios»

Muchos alcohólicos, tras destrozar su vida y la de sus familias, han conseguido una "victoria sobre la muerte" gracias a Dios y sus innumerables instrumentos.

Javier Lozano / ReL

Tristeza y soledad
Tristeza y soledad
El alcohol es algo aceptado socialmente pero que, sin embargo, ha acabado con la vida de miles de personas y ha roto innumerables familias. Pese a ello el problema del alcoholismo permanece en un segundo plano oculto. Lo mismo que ocurre con los alcohólicos.

Esta enfermedad ha supuesto el descenso a los infiernos para muchos. Pero, ¿se puede salir? Dios ha sido la respuesta para bastante de ellos.

En la Iglesia han encontrado lo que nunca han recibido: amor, perdón y misericordia. Conscientes de este drama social y siendo conscientes de la necesidad de dar una respuesta a estos enfermos surgieron los peregrinos del Agua viva, que dando a conocer el amor de Dios y de la Virgen ayudan a los alcohólicos a poder dejar su adicción.

“Luchaba sin ser capaz de ganar”
“La botella era mi dios, lo sacrifiqué todo por ella. Sin embargo, fue a través de ella cómo conocí a Dios”, asegura Paulo, que tras décadas bebiendo ha podido dejarlo, aunque las marcas de tantos años de alcoholismo son bien visibles en su exterior.

Paulo relata que “me salvé por un antiguo bebedor. Desde 1979 luchaba y luchaba sin ser capaz de ganar pero esta persona continuó viniéndome a ver. Era un peregrino del Agua Viva y ese domingo me llevó a una peregrinación”. A la vuelta supo que debía cambiar de vida pues ya conocía las herramientas para ello.

“Señor ven en mi ayuda”
Ahora explica que tuvo que entregarse plenamente a Cristo para curarse. “La abstinencia se fue construyendo día a día. Se puede avanzar cada mañana diciendo: “Señor, ven en mi ayuda”, porque sino echaría todo de nuevo por la borda.

Ahora en su casa tiene un pequeño rincón de oración donde acude cuando le vuelve la tentación de beber. Entre las imágenes allí presentes hay una muy especial para él, la de Marion Cahour, fundadora de Los Peregrinos del Agua Viva. “Me salvó de la muerte”, indica. Y cada vez que se asoma una crisis realiza la oración que ella le enseñó: “Dios mío, ven en mi auxilio, Señor, ayúdame, Jesucristo, mi Salvador. Señora ,encomiendo mi elección a tus manos, te pido Dios mío que me sostengas hoy”.

Otro ejemplo de cómo se puede pasar de la muerte a la vida es el de Marie. Tras destrozar su familia por su alcoholismo encontró en Dios su consuelo y curación y ahora es corresponsable de uno de estos grupos de peregrinos en una región de Francia.

La lucha contra el Goliat del alcohol
“Dios usa a las personas para salvar a los hombres”, afirma Marie, que sabe muy bien de que habla. Y para ello pone el ejemplo del Evangelio. Jesús curó al paralítico pero se necesitaron cuatro porteadores para llevarlo hasta él. Esta es precisamente su misión ahora.

“Goliat, el monstruo del alcohol, es el gigante que invadió nuestras vidas, nuestra familia, nuestro hogar. Es mucho más fuerte que nosotros. Nosotros somos David, débil, pequeño y pobre. Pero decidió conquistar con nuestras piedras: oración, atención y fraternidad”.

Cuenta Marie su descenso a los infiernos en los que “bebía durante las veinticuatro horas del día durante quince años”. Para poder salir primero tuvo que cargar con su Cruz y ser crucificada con ella para poder tener una vida nueva.

“Mi descenso de la Cruz fue un descenso a Lourdes en peregrinación con el Agua Viva, donde me arrastró uno de los pocos amigos que no me había abandonado. Al confesar me di cuenta de que mi corazón y mi alma estaban llenos de alcohol y decidí tratarme”.

Una enfermedad del alma
Muchos años después puede acreditar que el alcoholismo “es una enfermedad del alma. Hay que aceptar que ese que te amaba ya no existe y hay que llenar ese vacío con otra presencia” que sólo uno puede llenar: Jesucristo.

“Una victoria sobre la muerte”
Sin embargo, no solo los aquejados por esta terrible enfermedad consiguen ver a Dios aquí sino que los médicos son testigos directos los milagros que se producen. Por ello, también colaboran con este grupo puesto que la curación es tanto del alma como del cuerpo.

Uno de estos médicos, el doctor Pepin, asegura que “en mi trabajo veo maravillas, tantos hombres y mujeres que viven un renacimiento maravilloso, una victoria sobre la muerte”. “¡Santidad, creo yo, es no desesperar de la misericordia”, sentencia orgulloso.

“La ternura de Dios es esencial para curarse”
Igualmente, el doctor Claine añade que “el alcohol también puede ser un camino de santidad”. En su opinión, “la mayor parte del trabajo es enseñar a la persona a volver a amar porque su autoestima es generalmente baja. La ternura de Dios tiene un papel esencial en esta ‘conversión’”.

Por ello, este especialista confiesa que el trabajo con los alcohólicos “me ha llevado a una vida de oración intensa porque me di cuenta de que no podía hacer mucho, me vi obligado a abandonarme pues no estoy para salvar sino para acompañarles”.

Del mismo modo, el doctor Rock dice que el alcohol es “un cebo tentador, como el fruto prohibido del jardín del Edén, que promete la paz del corazón y dormir el dolor”. Esta droga se utiliza para “curar las heridas pero se convierte en la herida”.

Quiénes son los peregrinos del Agua Viva
Este grupo afirma tener una “misión original” querida por Dios “para servir a los enfermos del alcohol y sus familias creyentes o no creyentes”. Consideran que esta enfermedad es “un mal espiritual por lo que nuestra misión tiene un tratamiento espiritual”.

Su fundadora, Marion Cahour, dedicó su vida a los alcohólicos y en 1979 fundó este grupo y pronto comenzaron a surgir más grupos donde se trataba a estos enfermos sus males físicos y espirituales. Por ello, una de sus sendas de identidad son las peregrinaciones a distintos santuarios.

Su trabajo y el de los cientos de voluntarios ha sacado de esta droga a miles de personas llevándolas a encontrar un verdadero sentido a su vida.
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