David Rolfe, director de documentales de la BBC
Era ateo hasta que realizó un documental sobre la Sábana Santa; ahora desafía a los escépticos
Dice que «mi fe no depende de la Síndone» pero que la contemplación de su rostro ha sido clave para recorrer su camino en la fe.
El pasado mes de abril se celebró en Valencia un importante congreso sobre la Sábana Santa que contó con prestigiosos científicos y expertos de todo el mundo. En él se llegó a una serie de conclusiones determinantes sobre el misterioso lienzo. La principal: en pleno siglo XXI no hay una explicación científica para el proceso de impresión de la imagen en la tela, una imagen única e imposible de copiar sin traicionar sus características.
Uno de los ponentes del congreso era el británico David Rolfe (1951), productor y director de cine. Un hombre que era ateo y escéptico cuando en 1978 realizó su primer documental sobre la Sábana Santa y que hoy, rendido ante el misterio y entregado a la fe cristiana, desafía al ateo Richard Dawkins desde su página web www.shroud-enigma.com Su conversión es la historia de una auténtica búsqueda del rostro de la Verdad.
La fotografía más antigua de la Historia
“Antes de ser productor trabajé durante mucho tiempo para grandes empresas constructoras y petroleras. Aquel trabajo no me satisfacía, así que comencé a buscar otras cosas”, relata Rolfe.
“Acababa de graduarme en la London Film School; pedí ideas y me inundaron con propuestas. Muchas de ellas no eran interesantes, pero después de haberlas solicitado me sentía moralmente obligado a revisarlas todas. Una tarde de agosto, llegué a la última tanda. Estaba ya completamente descorazonado cuando, del último sobre que abrí, se deslizó la imagen de lo que luego supe que era el rostro de la Sábana Santa”, relata Rolfe a la edición inglesa de la revista Mensajero.
“Estaba intrigado por el hecho de que aquello fuera un negativo extraído de una tela medieval. Como me había formado en la técnica fotográfica comprendí que estaba ante la fotografía más antigua del mundo –y como tal, aquello era digno de ser investigado. En aquel momento yo no tenía convicción religiosa alguna y pensé que se trataría de una falsificación, y que si se utilizaban los recursos adecuados, se descubriría cómo se hizo. Así comenzó mi camino hacia la fe”, explica.
Un milagro para un ateo
A Rolfe le costó varios años encontrar financiación para rodar su documental. Al fin, gracias a viajes, casualidades y contactos, lo consiguió. “Sin embargo, nadie estaba interesado en comprar la película hasta que estuviera terminada”, prosigue.
“Alquilé un gran auditorio durante seis semanas en el Hotel Piccadilly, en el centro de Londres, y lo convertí en una improvisada sala de cine. Por una coincidencia verdaderamente singular, la película se tenía que estrenar el lunes de Pascua. Yo no tenía dinero para publicidad, pero en el Sunday Times habían visto el montaje final y me aseguraron que si les daba una exclusiva sería portada el Domingo de Resurrección. No podía estar más feliz. Pero de pronto se convocó una huelga de imprenta, lo que significaba que no habría periódicos durante toda la semana. En ese momento pensé que estaba acabado. El Domingo de Pascua, desalentado, me fui a dar un paseo y, para mi sorpresa, descubrí que debido a que el magazine dominical se imprimía y distribuía gratuitamente antes que el periódico, lo único que se podía leer ese bendito domingo de 1977 era el magazine ¡con una imagen de la Sábana Santa en la portada! Al día siguiente, cuando se estrenó, la cola para ver la película pasaba a un cuarto de milla de Piccadilly… Fue una bendición, ahora lo veo como un milagro”, recuerda emocionado.
“El Carbono 14 no dice la verdad"
Por su trabajo final para la BBC, El Testigo Silencioso, una investigación sobre la Sábana Santa de Turín, Rolfe ganó el BAFTA 1978 al mejor documental. Pero, atraído por el misterio de aquel rostro, siguió investigando por su cuenta, gracias a la amistad forjada con los científicos y a los conocimientos adquiridos durante el rodaje.
Tuvo un significado especial para él su encuentro con el profesor americano John Jackson, que había aparecido en la primera película, y que había descubierto las características de la imagen en 3D. “Jackson se había ido a Turín para llevar a cabo pruebas adicionales, y en algún momento de 2003 vino a verme y me dijo que no había perdido la fe en la Sábana Santa a pesar de los últimos resultados del carbono14. Me invitó a su laboratorio en Colorado y me quedé muy impresionado con el nivel de sus investigaciones sobre el lienzo de Turín. Así que pensé que había llegado el momento para rodar una segunda parte del documental”, prosigue Rolfe.
“Hoy entendemos el proceso del carbono14 mucho mejor que en 1988, y muchas de las hipótesis de entonces están equivocadas. Además, durante la prueba de 1988 se obviaron todos los protocolos para la objetividad científica: en lugar de tomar las muestras a partir de siete áreas diferentes, solo se tomaron muestras de una esquina de la Sábana Santa, y no se hizo un test a ciegas. Las pruebas de carbono14 realizadas a los rollos del Mar Muerto fueron exitosas porque habían permanecido cerrados herméticamente en envases ocultos en una cueva durante 2.000 años, y esas condiciones permitieron que arrojaran un resultado veraz. Sin embargo, la Sábana Santa fue expuesta al público en el siglo XII en Constantinopla, sometida a todo tipo de rituales y condiciones atmosféricas; incluso sobrevivió a un incendio en el siglo XVI. Todos estos factores pueden perfectamente haber alterado la relación normal entre el carbono14 y el carbono12, y hacer que esta prueba no sea apta para determinar la edad de la Sábana”, asegura.
“¿Un falsificador? ¡Imposible!”
Decidido a hacer un segundo documental, Rolfe consiguió en 2009 lo que no había logrado con el primero: el permiso de las autoridades religiosas y civiles para filmar por primera vez en alta definición el lienzo de Turín. Solo entonces Rolfe asumió que semejante misterio no podía ser obra de un falsificador medieval: “El falsificador, si lo hubo, debió de vivir en la época bizantina. Para empezar, sus manos tuvieron que manipular un paño de lino que respetara las oscuras y estrictas costumbres y leyes de la Palestina del siglo I, a las que el Sudario se ajusta. Es decir, una tela que, tal y como se ha demostrado en las últimas investigaciones, contiene restos de pólenes de la Palestina del siglo I".
"Además, el falsificador habría utilizado un único color monocromático, y de tal manera que no penetrara en el lino, sino que sólo se asentara en su superficie. Y que, con una inimaginable tecnología, cuando se escaneara 2.000 años más tarde, produjera una perfecta imagen en tres dimensiones. Tendría que pintar las heridas del paño de tal manera que encajaran con la crucifixión tal como se hacía en realidad en el siglo I, algo que la arqueología ha revelado en los últimos años. Y, al mismo tiempo, y esto es tal vez lo más importante, el falsificador tendría que crear la cara de un hombre que ha soportado el sufrimiento más horrible, y que, sin embargo, posee una expresión que trasciende todo ese sufrimiento".
"En resumen, existen pruebas convincentes de que la Sábana Santa data de mucho antes de la Edad Media, y de que la imagen permanece más allá de la comprensión artística, histórica y forense. Estoy seguro de que no es una falsificación medieval”, asegura el investigador y productor, que sostiene que cada detalle de un examen minucioso de la Sábana Santa sirve no solo para sostener su autenticidad y sus 2.000 años de antigüedad, sino su ajustada similitud con la crucifixión de Jesús de Nazaret que relatan los Evangelios. “Por ejemplo, la corona de espinas. Los relatos de los Evangelios nos dicen que fue un acto de crueldad irónica y espontánea al ´Rey de los Judíos ".
Los artistas siempre han representado la corona como un círculo perfectamente tejido de espinas. Sin embargo, ahora sabemos que los soldados romanos tenían a mano matas de espinas secas para encender sus fuegos. Y las heridas por toda la cabeza de la Sábana Santa representan precisamente ese castigo, una corona a modo de casco…”
“La Sábana santa me ha convertido”
Según anuncia Rolfe en su página de Facebook, acaba de terminar el guión de Enigmata, una nueva película sobre la Síndone (www.mmi5movie.com). Su camino como director y productor ha sido, a su vez, el de su conversión: “Cuando hice El Testigo silencioso yo no era religioso. Ahora me considero cristiano, rezo regularmente y puedo decir que la Sábana Santa me ha convertido. Lo que me convenció, sin embargo, no fue comprobar su autenticidad, sino la contemplación de su imagen sublime, que, a su vez, me llevó a nuevos estudios. En mi conversión ha influido la Sábana Santa, pero mi fe no depende de ella. Si mañana la firma del falsificador se descubriera en una esquina de la tela, no le haría ningún daño a la fe cristiana que ahora tengo. Creo que la imagen de Dios puede verse claramente en todos los aspectos de la creación. Y también en la imagen de un hombre desnudo y maltrecho, cuyo rostro trasciende todo lo que le ha sucedido: la imagen del Santo Sudario”, reconoce.
Desafiando a Dawkins
Una prueba de carbono14 realizada en 1988 en circunstancias controvertidas dictaminó que la Sábana Santa de Turín era una falsificación medieval. Un veredicto que muchos, entre ellos el científico ateo Richard Dawkins, siguen manteniendo.
Sin embargo, casi un cuarto de siglo después, nadie ha sido capaz de hacer una réplica exacta con los medios de entonces, ni de desentrañar el misterio. Las evidencias históricas y forenses revelan que la Síndone desafía ese veredicto y que, hoy por hoy, sigue siendo un enigma.
Ese es el guante que lanza David Rolfe a Richard Dawkins desde su web, ofreciéndole a él o a su fundación 20.000 libras para investigar y demostrar que la Sábana Santa es una falsificación. Un desafío que, durante el Congreso de la Sábana Santa de Valencia del pasado mes de abril, se hizo extensivo a cualquier científico y que, al parecer, todavía no ha obtenido respuesta: “Veo que no me responde, profesor, ¿cuál es el problema?”, se puede leer en la web de David Rolfe, que mantiene hasta un contador de semanas.“Sólo pido para el Hombre de la Sábana el respeto que se merece”, concluye.