Juicio por el Vatileaks
De la masonería a los servicios secretos: todas las obsesiones del exmayordomo del Papa
Se encontraron manuales de espionaje en la vivienda de Gabriele. Gracias a las declaraciones de los testigos surgen nuevos matices de la personalidad del ex mayordomo.
Entre las miles de páginas de documentos secuestrados en la vivienda de Paolo Gabriele, «muchísimas están relacionadas con la masonería y los servicios secretos», declararon en el aula del proceso los agentes de la Gendarmería que llevaron a cabo las perquisiciones.
En la habitación vaticana del “cuervo” que se encuentra en la calle Egidio, cerca de la sede de “L’Osservatore Romano”, fueron encontrados manuales y documentación de espionaje con instrucciones técnicas para llevar a cabo interceptaciones. Hay que añadir también una verdadera actividad de investigación sobre cuestiones espinosas como el caso Boffo, los procedimientos internos del funcionamiento de la Gendarmería vaticana y la desaparición de Emanuela Orlandi.
El promotor de justicia Nicola Picardi pidió a Gabriele que explicara lo que había dicho durante el interrogatorio sobre el hecho de que se sentía «sugestionado» por la «situación ambiental», al hablar de algunos casos que constituían un «escándalo para la fe», y de las confidencias que intercambiaba con el cardenal Comastri, con monseñor Cavina, con el cardenal Sardi», a quien había definido como una especie «de guía espiritual», y con Ingrid Stampa. Gabriele respondió que no se reconocía en tales “reconstrucciones”, que serían el fruto de una «síntesis extrema de un discurso mucho más amplio» sobre lo que le había orillado a hacer lo que había hecho.
También recordó que sus relaciones con algunos prelados habían comenzado desde sus primeros trabajos en el Vaticano, sobre todo en la Secretaría de Estado, en donde la relación con Sardi fue un «primer acercamiento» a una persona a la que él consideraba como «un punto de referencia». «Luego, con el pasar del tiempo –añadió–, las cosas cambiaron y ahora considero que ya no lo puedo definir como una guía espiritual».
El ex mayordomo se negó a aceptar que se usara la palabra «sugestión» en relación con las personas citadas, y mucho menos que se hablara de «colaboración». Cuando en la fase instructoria le habían preguntado con cuántas personas hablaba, la respuesta había sido: «Debería decir un número enorme de personas». Gabriele insistió en que nunca tuvo «otros cómplices» ni al robar ni al fotocopiar los documentos.
Además de monseñor Georg Gänswein, secretario particular del Santo Padre, hoy también ofreció su testimonio en el proceso en contra de Paolo Gabriele Cristina Cernetti, una de las “memores domini” que prestan servicio en el apartamento del Papa.
Otros testigos fueron los gendarmes Giuseppe Pesce, Gianluca Gauzzi Broccoletti y Costanzo Alessandrini. Las declaraciones de este último no aparecían en el ámbito de la fase instructoria, como tampoco las declaraciones de los 4 testigos que tendrán que hablar mañana a las 9 de la mañana: Luca Cintia, Stefano de Santis, Silvano Carli y Luca Bassetti.
«Hacía fotocopias de los documentos durante el horario de trabajo, con la fotocopiadora de la oficina», afirmó Paolo Gabriele, al explicar las circunstancias en las que se apropió de los documentos reservados del Pontífice.
Gabriele también explicó que disponía de un sitio de trabajo dentro de la oficina de los dos secretarios del Papa, cada uno de los cuales posee el propio escritorio. «Al ser libre mi movimiento dentro de la habitación y sin tener un fin malvado –puntualizó– fotocopié incluso cuando estaban presentes otros durante el horario en el que mi presencia estaba prevista».
En la habitación vaticana del “cuervo” que se encuentra en la calle Egidio, cerca de la sede de “L’Osservatore Romano”, fueron encontrados manuales y documentación de espionaje con instrucciones técnicas para llevar a cabo interceptaciones. Hay que añadir también una verdadera actividad de investigación sobre cuestiones espinosas como el caso Boffo, los procedimientos internos del funcionamiento de la Gendarmería vaticana y la desaparición de Emanuela Orlandi.
El promotor de justicia Nicola Picardi pidió a Gabriele que explicara lo que había dicho durante el interrogatorio sobre el hecho de que se sentía «sugestionado» por la «situación ambiental», al hablar de algunos casos que constituían un «escándalo para la fe», y de las confidencias que intercambiaba con el cardenal Comastri, con monseñor Cavina, con el cardenal Sardi», a quien había definido como una especie «de guía espiritual», y con Ingrid Stampa. Gabriele respondió que no se reconocía en tales “reconstrucciones”, que serían el fruto de una «síntesis extrema de un discurso mucho más amplio» sobre lo que le había orillado a hacer lo que había hecho.
También recordó que sus relaciones con algunos prelados habían comenzado desde sus primeros trabajos en el Vaticano, sobre todo en la Secretaría de Estado, en donde la relación con Sardi fue un «primer acercamiento» a una persona a la que él consideraba como «un punto de referencia». «Luego, con el pasar del tiempo –añadió–, las cosas cambiaron y ahora considero que ya no lo puedo definir como una guía espiritual».
El ex mayordomo se negó a aceptar que se usara la palabra «sugestión» en relación con las personas citadas, y mucho menos que se hablara de «colaboración». Cuando en la fase instructoria le habían preguntado con cuántas personas hablaba, la respuesta había sido: «Debería decir un número enorme de personas». Gabriele insistió en que nunca tuvo «otros cómplices» ni al robar ni al fotocopiar los documentos.
Además de monseñor Georg Gänswein, secretario particular del Santo Padre, hoy también ofreció su testimonio en el proceso en contra de Paolo Gabriele Cristina Cernetti, una de las “memores domini” que prestan servicio en el apartamento del Papa.
Otros testigos fueron los gendarmes Giuseppe Pesce, Gianluca Gauzzi Broccoletti y Costanzo Alessandrini. Las declaraciones de este último no aparecían en el ámbito de la fase instructoria, como tampoco las declaraciones de los 4 testigos que tendrán que hablar mañana a las 9 de la mañana: Luca Cintia, Stefano de Santis, Silvano Carli y Luca Bassetti.
«Hacía fotocopias de los documentos durante el horario de trabajo, con la fotocopiadora de la oficina», afirmó Paolo Gabriele, al explicar las circunstancias en las que se apropió de los documentos reservados del Pontífice.
Gabriele también explicó que disponía de un sitio de trabajo dentro de la oficina de los dos secretarios del Papa, cada uno de los cuales posee el propio escritorio. «Al ser libre mi movimiento dentro de la habitación y sin tener un fin malvado –puntualizó– fotocopié incluso cuando estaban presentes otros durante el horario en el que mi presencia estaba prevista».
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