También en la escuela
Benedicto XVI creará una Academia Pontificia para promover el uso del latín en la Iglesia
Se cumple medio siglo de la carta apostólica «Veterum Sapientia» de Juan XXIII, que tenía idéntico fin y apenas tuvo efecto.
Hasta ahora, la que se ocupaba de mantener vivo el latín era la fundación Latinitas, que se encuentra bajo la tutela de la Secretaría de Estado y que desaparecerá. Además de publicar la homónima revista y de organizar el concurso internacional Certamen Vaticanum de poesía y prosa latina, esta fundación se ha ocupado de traducir al latín un enorme corpus de términos modernos.
La carta del cardenal Ravasi
La inminente institución de la nueva Academia Pontificia, que se añadirá a las once ya existentes (entre las que están las más famosas, dedicadas a las ciencias y a la vida), fue confirmada en una carta que el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de la Cultura, envió a don Romano Nicolini, un sacerdote de Rímini comprometido con que vuelva a las escuelas secundarias italianas la clase de latín.
Ravasi recordó que la iniciativa de la Academia es un deseo "del Santo Padre" y que será promovida por el dicasterio vaticano que se ocupa de la cultura: formarán parte de ella "eminentes estudiosos de diferentes nacionalidades, con la finalidad de promover el uso y el conocimiento de la lengua latina, tanto en el ámbito eclesiástico como en el ámbito civil y, por lo tanto, escolar". Una forma de responder, concluye el cardenal en su carta, "a numerosas peticiones que nos llegan desde diferentes partes del mundo".
Un deseo inaplicado de Juan XXIII
Han pasado cincuenta años desde que Juan XXIII, en el umbral del Concilio, promulgó la constitución apostólica Veterum sapientia para definir al latín como lengua inmutable de la Iglesia y subrayar su importancia, por lo que pedía a las escuelas y universidades católicas que lo volvieran a incluir en el caso de que lo hubieran cancelado o reducido en los programas escolares.
El Concilio Vaticano II estableció que se mantendría el latín en algunas partes de la misa, pero la reforma litúrgica postconciliar abolió todas sus huellas en el uso común. Así, mientras que hace cincuenta años los prelados de todo el mundo lograban entenderse hablando el idioma del César y los fieles mantenían un contacto cotidiano semanal con él, hoy en la Iglesia el latín no goza de buena salud, y son muchos ámbitos laicos los que muestran interés para promover esta iniciativa.
Neologismos: un problema para las encíclicas
De cualquier forma, en el Vaticano siguen trabajando los estudiosos que proponen neologismos para traducir las encíclicas papales y los documentos oficiales. Un trabajo bastante arduo fue la traducción al latín de la última encíclica de Benedicto XVI, la Caritas in veritate de 29 de junio de 2009, dedicada a las emergencias sociales y a la crisis económico-financiera.
Algunas decisiones de los latinistas de la Santa Sede fueron criticadas por La Civiltà Cattolica, la prestigiosa revista de los jesuitas, que consideró discutibles las traducciones de algunos terminos, como "delocalizatio", "anticonceptio" o "sterilizatio", pero que también apreció las traducciones "plenior libertas" para liberalización y "fanaticus furor" para fanatismo. Entre las curiosidades, las expresiones "fontes alterius generis" para traducir fuentes alternativas y "fontes energiae qui non renovantur" para los recursos energéticos no renovables.
La decisión del Papa de instituir una nueva Pontificia Academia es una señal muy significativa, de constante atención. "El latín educa para estimar las cosas bellas –explica Nicolini, que difundió en las escuelas secundarias italianas diez mil copias de un opúsculo gratuito de introducción a la lengua latina y que está difundiendo el llamamiento para que vuelva a circular entre las materias escolares– y también nos educa para dar importancia a nuestras raíces".
Entre los que se ocupan de renovar el léxico latino para poder comunicar en nuestros días usando la lengua de Virgilio se euncuentra don Roberto Spataro, de 47 años, profesor de Literatura cristiana antigua y secretario del Pontificium Institutum Altioris Latinitatis, que instituyó Pablo VI en la actual Universidad Pontificia Salesiana de Roma.
Algunos términos
«¿Cómo traduciría “cuervo”? Me esperaba esta pregunta... Bueno... diría: “Domesticus delator” o “intestinus proditor”», responde el sacerdote.
También explica cómo nacen los neologismos latinos: «Existen dos corrientes de pensamiento. La primera, que se podría definir “anglosajona”, considera que antes de crear un neologismo para traducir palabras modernas hay que buscar entre todo lo que se escribió en latín a lo largo de los siglos, y no solo en latín clásico. La otra corriente, que por comodidad definiré “latina”, considera que podemos ser más libres al crear una circunlocución que transmita bien la idea y el significado de la palabra moderna, pero manteniendo el sabor del latín clásico ciceroniano».
Spataro pertenece a la segunda corriente e invita a «hojear la última edición del Lexicon recentis latinitatis, editado por don Cleto Pavanetto, excelente latinista salesiano, y que fue publicado en 2003, con más de 15.000 vocablos modernos traducidos al latín».
Por ejemplo, fotocopia se traduce como “exemplar luce expressum”, billete se convierte en “charta nummária”, básket-ball “follis canistrīque ludus”, best-seller es “liber máxime divénditus”, los pantalones de mezclilla son “bracae línteae caerúleae” y un gol es “retis violátio”.
Los “hot pants” se convierten en “brevíssimae bracae femíneae”, el IVA se traduce como “fiscāle prétii additamentum”, la “mountain bike” es “bírota montāna”, el paracaídas es “umbrella descensória”.
En el Lexicon faltan las referencias a la red. «Efectivamente, no las hay –explica don Spataro–, pero en los últimos nueve años entre los que escriben y hablan en latín se han acuñado nuevas expresiones. Así, internet es “inter rete” y la dirección de correo electrónico, “inscriptio cursus electronici”».