Lunes, 25 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

El padre Haÿs, su creador, era regatista

Naviclerus, un regata sólo para eclesiásticos

Este año se celebra la segunda edición del 20 al 23 de agosto. En 2011 se recaudaron 20.000 euros para obras de caridad.

C.L. / ReL

Fabrice du Hays.
Fabrice du Hays.
Desde este lunes y hasta el jueves se está celebrando en La Trinité-sur-mer, en Morbihan (Bretaña francesa), la segunda edición de Naviclerus, una curiosa iniciativa deportivo-benéfica producto de la pasión por la vela de Fabrice du Haÿs, un joven sacerdote de 33 años, antiguo regatista y windsurfista nacido en Versalles, que encontró la forma de continuar con su pasión dándole un sentido eclesial.

Se trata de una regata en la cual sólo pueden participar curas y seminaristas, y que consigue fondos para obras de caridad o para sostén, entre otros, de la Ayuda a la Iglesia Necesitada (cristianos perseguidos), del Arca (discapacitados psíquicos) o Fidesco (ayuda al desarrollo). Sirve además como pequeñas vacaciones para unos eclesiásticos que, por la mengua de vocaciones, durante el resto del año atienden un exceso de parroquias haciendo un exceso de kilómetros.

Y la iniciativa va en ascenso. Si en 2011, cuando nació Naviclerus, la iniciativa congregó 56 participantes, este verano han sido 70, aunque el favorito vuelve a ser el ganador del año pasado, Bernard Jobert, un sacerdote de 52 años ex cadete de la Escuela Naval, cuenta a La Croix que, además del descanso (mental, que no físico) que supone la competición, destaca como virtud de este acontecimiento el "magnífico espíritu fraternal" que reina entre ellos: "Para los curas acostumbrados a hacer todo el año de mulos de carga, esto es una sorpresa continua", bromea.

Provienen de 24 diócesis distintas y se reparten en una decena de barcos. En cada equipo siempre hay al menos, además del clero -que puede tener también su saber hacer, como los padres Du Haÿs y Jobert- tres personas expertas en competición a vela.

La regata ha suscitado la curiosidad local y la atracción de los medios, gracias a lo cual cuentan con un buen puñado de patrocinadores que el año pasado permitieron recaudar 20.000 euros, cifra que se espera este año ver ampliamente superada. El dinero se reparte a las distintas asociaciones beneficiarias en función de la clasificación final de la regata, lo que aporta a los regatistas representantes de cada una de ellas la motivación para la victoria.

El muñidor de Naviclerus, Fabrice du Haÿs, destacó a Le Figaro que el proyecto habría sido imposible sin la colaboración de SPI, la empresa que presta los barcos, en este caso clase Dufour 34. "A partir de ahí formamos un equipo de voluntarios", explica, y se deja llevar por su antiguo entusiasmo por la vida marina, que dejó (salvo estos cuatro días al año) por el alzacuellos que luce bajo su uniforme de regatista: "Estar en el mar representa un momento y un espacio para el diálogo, donde las experiencias de unos alimentan las de otros. Es un verdadero momento de felicidad".

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