El proyecto educativo de la M. Ana María Gómez Campos
El proyecto educativo de la M. Ana María Gómez Campos, F.Sp.S.
por Duc in altum!
Introducción:
Ana María Gómez Campos nació en la Ciudad de México, el 5 de julio de 1894. Fue una mujer multifacética: pedagoga, maestra, religiosa y fundadora. Junto con el Venerable P. Félix de Jesús Rougier, fundó la congregación de las Hijas del Espíritu Santo el 12 de enero de 1924. Desde su muerte, acaecida el 24 de marzo de 1985, se ha empezado a investigar sobre su vida, pues actualmente se encuentra abierta su causa de canonización. Lo anterior, ha llevado a que varios especialistas, como Mons. Juan Esquerda Bifet, empiecen a escribir sobre la obra que desarrolló en medio de la Iglesia mexicana. Dado que es imposible agotar la riqueza incalculable de su pensamiento y experiencia de fe en tan solo un post, nos centraremos en la visión pedagógica que se ha convertido en una herencia significativa para los colegios católicos en general, a partir de algunas de sus reflexiones y cartas dirigidas a los maestros y a las maestras.
Entorno favorable:
La M. Ana Ma., consideraba muy importante que las instalaciones ofrecieran espacios propicios y ordenados, a favor de la evangelización, el estudio y el deporte, es decir, de la educación integral, aquella que abarca las tres dimensiones de la persona humana: física, espiritual e intelectual:
"Que la clase, los útiles, todo, esté en perfecto orden. No permitan papeles o basura en el piso. La escuela, las aulas, los patios, deben dar nota de orden, belleza y decoro" (Pág. 96,12).
Para ella, era muy importante el cuidado del lugar, pues estamos de acuerdo que un colegio sucio y en mal estado, no puede convertirse en un referente de lo que debe ser la calidad al momento de impartir las clases y abrir los espacios extraescolares:
"Un ambiente atractivo actúa prodigiosamente,… los psicólogos aseguran con toda verdad la fatal influencia en el espíritu infantil cuando el medio que los rodea es miserable" (Pág. 86, 5).
Hoy por hoy, mientras proliferan instituciones educativas de baja calidad, resulta especialmente significativo dicho punto, pues la educación no sólo se refiere a los buenos profesores, a la tradición institucional, a los exámenes que llevan a cabo las autoridades de cada lugar a modo de revisión, sino también a la infraestructura que se tiene. Como al educar no se puede improvisar, todo el espacio debe ser óptimo, sustentable y agradable, ya que esto despierta interés y crea la atmósfera necesaria para que la educación católica siga conservando el ideal de dejar una huella positiva en las generaciones que pasen por sus aulas. Todo cuenta cuando se trata de formar.
Detrás de cada arreglo o detalle, además de hacer agradable la estancia a los alumnos y a las alumnas, buscaba transmitir los valores cristianos, pues tenía claro que ante todo se trataba de un colegio inspirado en el Evangelio:
“Esmérate en tener aseado y arreglado tu salón de clases; que no falten dibujos vivos y atractivos en sus muros; una maceta de flores, una carpeta, un dibujo de gises de color… dan una nota de belleza en el aula y proporcionan gran bienestar a tus alumnos” (Pág. 86, 4).
“El orden conduce a Dios. Forma buenos hábitos en tus alumnos” (Pág. 83, 10).
Se dio cuenta que para poder educar en la fe, había que tomar en cuenta varios elementos o puntos más, tales como las instalaciones, el buen nivel académico, la cooperación entre profesores y padres de familia, etcétera. Descuidar tales aspectos, provoca que disminuya la matrícula y, por ende, se pierde la oportunidad de proponer creativamente el proyecto de Jesús. Además de que siempre debe darse un enfoque a partir de la fe y de la razón, es decir, involucrando a la ciencia y a la tecnología, sin olvidarse de la trascendencia y, con ello, de los valores fundamentales.
Poner el ejemplo:
Otro aspecto clave del modelo educativo que impulsó en varios estados de la República Mexicana, fue el de la congruencia. Dicho de otra manera, que los profesores se sientan motivados para convertirse en un buen punto de referencia, en agentes de cambio entre los estudiantes. Por ejemplo, si piden puntualidad, ellos tienen que ser los primeros en llegar a tiempo: "Acuérdate que eres espejo donde se contemplan a diario tus niños" (Pág. 86, 6). Por otro lado, tampoco era ingenua, pues ella conocía de primera mano lo que significaba estar al frente de un salón de clases, en el sentido de que a veces mantener el orden tiene su grado de dificultad. De ahí que fuera muy clara al respecto:
"¿Qué virtudes tenemos que practicar? de modo especial la paciencia, y como cada virtud va acompañada de un séquito de otras muchas, campean: el olvido propio, el espíritu de sacrificio, la amabilidad y la ecuanimidad" (Pág. 148, 3).
Sin duda alguna, esto es una clara llamada de atención para los maestros que viven estresados, siempre descargando sus problemas en aquellos que no tienen la culpa de lo que les pasa. Ella conseguía todo esto a partir de su relación con Jesús, de los momentos que pasaba a los pies del sagrario. Aunque como persona le costaba trabajo, había en su interior la ilusión de formar, de sembrar, de jugársela a lo grande por el bienestar de los estudiantes, del colegio, de la promoción vocacional, de la Iglesia y de la sociedad.
Disciplina equilibrada:
Cuenta uno de sus ex alumnos, el P. Luis Martínez Peñalosa M.Sp.S., que a ella no le hacía falta gritar o exagerar sus gestos al momento de llamar la atención. Esto no es una casualidad, pues conocía cómo era la mente infantil y la causa de sus inquietudes:
“Los niños no pueden mantener fija la atención por mucho tiempo, menos si son pequeños. Los ejercicios, pues, deben ser cortos, amenos y variados. Después de uno oral, pongan otro escrito. Los de dictado tanto en Lengua Nacional como en Aritmética, son utilísimos” (Pág. 95, 9).
Desde luego, no era permisiva. Simple y sencillamente, sabía poner orden sin sobrepasar los límites del sentido común. ¿Para qué ponerse agresiva si conseguía ganarse a casi todos?
Clases bien organizadas y preparadas:
¡Qué ridículo hacen algunos profesores que tratan de impartir una clase sobre un tema que les resulta desconocido! De hecho, suele pasar que justamente lo que nunca enseñaron es lo que preguntan en el examen. Otra cosa que criticaba y señalaba con frecuencia era el error de tratar que los alumnos se aprendieran todo de memoria, sin razonar:
"¡Cuánto sufro al ver alumnos indigestos de temas científicos que no han asimilado debidamente y que repiten, la mayoría de las veces, como pericos! Lejos de tus educandos esta charlatanería inútil y rumbosa. Ideas claras, vividas, asimiladas y reproducidas" (Pág. 94, 6).
Le parecía justo e importante, saber reconocer los avances que iban teniendo los estudiantes, sobre todo, cuando se trataba de algunos y algunas que habían conseguido superar sus malas notas o calificaciones:
"Sé muy justo en dar "los puntos buenos" a quienes los merezcan; en los pequeños, de manera muy especial hace mucha impresión la virtud de la justicia: dar a cada uno lo que le corresponda" (Pág. 90, 2).
Buscaba invertir sus habilidades y talentos, para que las clases estuvieran marcadas por un aprendizaje interesante y, al mismo tiempo, profundo. Llegó a imprimir una conciencia crítica en la mente y en el corazón de los estudiantes.
Hay que agregar que cuando visitaba los diferentes colegios de la congregación, no se quedaba únicamente con lo que le decía la directora en turno, sino que hacía una investigación de campo. Entraba a las aulas, platicaba con los alumnos y con las alumnas, llegando incluso a impartir algún tema o, en su caso, daba consejos prácticos a los maestros. Era una religiosa cercana y con los pies bien puestos sobre la tierra.
La dimensión vocacional:
Debido a que el carisma de la congregación es la promoción de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, el tinte sacerdotal y mariano se vio reflejado en todo el desarrollo de su labor como maestra. Ahora bien, esto no significa que sólo buscara religiosas y sacerdotes, pues ella en todo momento tuvo claro que todos los caminos vocacionales son igualmente significativos. De hecho, promovía que los futuros padres de familia mantuvieran viva la Espiritualidad de la Cruz, es decir, la identidad institucional. Lo más impresionante es que, en la medida de sus posibilidades, pues el número de ex alumnos la rebasaba ampliamente, se mantenía disponible para recibirlos y tener una conversación natural, ligera, alegre, agradable y llena de entusiasmo. Nada de sermones o comentarios pesados. Trataba de darles seguimiento, atrayéndolos en lugar de alejarlos de la fe.
Conclusión:
Tres son los rasgos que convendría resaltar de la Sierva de Dios Ana María Gómez Campos como pedagoga:
-Descubrió que la pastoral educativa siempre será necesaria, que es una misión que aunque no involucra necesariamente irse a tierras lejanas, implica o supone un desafío a gran escala que sólo puede enfrentarse a partir de la oración y del estudio. Ella nunca dejó de orar y de actualizarse.
-Que la presencia de las religiosas en los colegios, sirve como un buen punto de referencia en lo que tiene que ver con la promoción vocacional. Es decir, si los alumnos tienen alguna clase con ellas, al ver que también son personas, que ríen, que sueñan, que tienen un ideal, se darán cuenta de que no hay que dejarse llevar por los prejuicios e ideas negativas que andan circulando sobre la vida consagrada. Cosa distinta, cuando sólo las ven en la entrega de papeles al final del curso, pero no tienen la oportunidad de tratarlas.
-Fue capaz de descubrir el rostro de Cristo en los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que trató a lo largo de su vida. Se dio cuenta que educándolos, sin importar que fueran ricos o pobres, podía hacer algo positivo a nivel social y eclesial.
Nota sobre la bibliografía:
Las páginas citadas corresponden a las “Cartas y circulares” de la R.M. Ana María Gómez Campos, que fueron escritas, según Mons. Esquerda Bifet, desde el 6 de enero de 1930 hasta el 12 de mayo de 1978. Actualmente (año 2012), está por publicarse su biografía oficial lo que ha supuesto poner en orden los papeles, revisar las fechas y digitalizar los documentos originales que se conservan en el Archivo General de las Hijas del Espíritu Santo en la Ciudad de México.