Refuerzo a la Vía Francígena de peregrinación a Roma

Cada año miles de peregrinos preparan sus mochilas para recorrer una parte o el total de los 1.800 kilómetros que separan Canterbury de Roma. Es la Vía Francígena, una ruta de peregrinación que atraviesa Inglaterra, Francia, Suiza e Italia para llegar al corazón del cristianismo: la tumba de San Pedro.

Para acoger a los peregrinos antes de que lleguen al Vaticano, la basílica de San Juan Bautista de los Florentinos ha inaugurado un punto de acogida: “Que los peregrinos encuentren en esta iglesia un lugar donde puedan parar, descansar, recuperar energías. Me parecía una consecuencia lógica, un gran signo de hospitalidad”, explica Luigi Veturi, párroco del templo.

El centro de acogida se encuentra en un lateral de la basílica, en la Sala Fiorentini, donde antiguamente estuvo el oratorio de San Felipe Neri, el primer párroco de esta iglesia. Hoy las frases del santo están impresas en las paredes.

Allí los peregrinos podrán solicitar el Testimonium, el documento que certifica haber hecho al menos cien kilómetros de la Vía Francígena [etimológicamente, "camino de los francos"].

A la ceremonia de presentación acudieron un grupo de peregrinos desde Monterotondo tras recorrer una etapa de 37 kilómetros: "Es un camino espiritual", dijo uno de ellos, Alesini Guelfo, "pero también puede hacerse por deporte, por caminar un camino sencillo, y también se puede rezar, porque en cada etapa hay varios lugares de oración”

Cada uno puede decidir la distancia que quiere recorrer y el número de etapas. Algunos peregrinos después de llegar a San Pedro continúan su viaje hasta Jerusalén. En Italia, una de las rutas más populares es la Vía Francigena de San Francisco, una ruta de 250 kilómetros que va desde Asís hasta Roma.

El primero en realizarla fue Sigerico el Serio, arzobispo de Canterbury, quien en el año 990 realizó 79 etapas para ir hasta roma a recibir el palio episcopal de manos del Papa. El Consejo de Europa reconoció en 1994 la Vía Francígena como Ruta Cultural Europea, en reconocimiento a su valor conformador de la identidad del continente, pues junto con el camino de Santiago y la ruta a Jerusalén fue el gran destino de peregrinación de la Edad Media.