Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Estudiaría en el seminario de Sudán, que necesita ayuda

Omar era un soldado musulmán a quien hablaron de Santa Bakhita: hoy, católico, se plantea ser cura

Una esclava, secuestrada cuando era una niña de 9 años en Darfur, Sudán, es la gran santa nativa de este enorme país. Omar estudiaba técnicas de paracaidismo en la Libia de Gadafi cuando le hablaron de ella.

Pablo J. Ginés/ReL

Santa Josefina Bakhita
Santa Josefina Bakhita

"Llamémosle Omar, para protegerle", empieza su historia el padre Jorge Naranjo, misionero comboniano de 38 años, natural de Majadahonda, cerca de Madrid. Este sacerdote se dedica a fomentar vocaciones consagradas en Sudán, un país islámico con un régimen radical, salafista.

"Omar es un sudanés de Darfur. Esta es una zona de Sudán casi sin cristianos. Allí están, por ejemplo, los famosos janjawid, milicias armadas por los islamistas que atacan a civiles. Omar era musulmán y soldado del gobierno contra los rebeldes. En Libia, donde se entrenaba como paracaidista -cuando el régimen sudanés aún se llevaba bien con el coronel Gadafi- conoció a un sudanés del sur que le dijo: ´vaya, eres de Darfur, como Santa Josefina Bakhita´. Y le habló algo de esta santa".

La esclava y San Josemaría
Santa Josefina Bakhita es conocida en España, sobre todo, porque fue canonizada en Roma en octubre del 2000, junto con San Josemaría Escribá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Pero su historia es todo un periplo: fue secuestrada y esclavizada a los 9 años, maltratada y apalizada por diversos amos, finalmente llegó a Italia, ingresó en vida religiosa y murió como tal en 1947, ejemplo de alegría, perdón y confianza en la Providencia para muchos.

A Omar la historia no le impresionó demasiado al principio. Le pareció curioso que en el extranjero conociesen a una paisana suya. Pasó el tiempo y volvió a Jartum. Y allí se le acercó un día un misionero comboniano. Estaba haciendo un estudio sobre ¡Josefina Bakhita! Necesitaba alguien que conociese Darfur y le acompañase a esa región, porque quería conocer a los parientes y descendientes de la familia de la santa.

Bautizarse es peligroso
Así, Omar se convirtió en su acompañante... y conoció en profundidad a Santa Josefina, su vida, a los cristianos, a su forma de celebrar, de recordar, de perdonar... Y pidió ser bautizado, allí mismo, en Darfur. Pero era algo muy peligroso: muchos le conocían o podrían hacer circular la noticia. ¡Un soldado musulmán, paracaidista, bautizado! El misionero lo aplazó.

Pero Omar seguía convencido. De vuelta a Jartum, un tiempo después, aprovechando el anonimato de la capital sudanesa, se bautizó. "Yo le conocí en uno de los grupos vocacionales que he creado: está planteándose ser sacerdote. ¡Es una historia de lo más inusual!", explica el padre Jorge.

Ser seminarista en Sudán
¿Y si se hiciera seminarista? Estudiaría en el seminario nacional de Sudán, que durante décadas estuvo en Jartum (la capital del régimen islamista era el sitio más seguro durante la guerra: allí no caían bombas), y ahora se está trasladando a Juba, capital de Sudán del Sur, donde vive la población cristiana. "La misa en el norte de Sudán, donde había muchos emigrantes y refugiados cristianos de distintas zonas del sur, la hacíamos en árabe, pero las clases del seminario las damos en inglés, y además hay pocos libros de teología católica en árabe, los usamos en inglés", explica el padre Jorge.

Los estudios de los seminaristas en territorios de misión los tutela y convalida la Universidad Urbaniana de Roma, de Propaganda Fide. Pero, para financiarse, dependen de la Providencia y la generosidad de los cristianos. La mejor forma de ayudar es a través de la Obra Pontificia San Pedro Apóstol, que el pasado domingo celebró el Día del Clero Nativo. Un sistema muy extendido para apoyarla es el de las becas (por ejemplo, con 2.000 euros se apoyan los 6 años de formación de un seminarista). Muchas veces grupos de fieles, cofradías o matrimonios se deciden a "patrocinar" así, a un seminarista. La Obra San Pedro Apóstol es la que está posibilitando el establecimiento del seminario en Sudán del Sur.

De la mecánica cuántica a las misiones
¿Y el padre Jorge Naranjo? ¿Qué fue lo que le llevó de la comunidad autónoma de Madrid al remoto Sudán? Él recuerda perfectamente el momento clave de su propia vocación. "Fue el 25 de noviembre de 1996. Yo estaba estudiando Mecánica Cuántica I, en mi cuarto, a oscuras, sólo con el flexo de luz. Y de repente sentí como una evidencia que Dios quería que yo fuese misionero, que lo dejase todo. Y me llenó una alegría inmensa, como un salto en el corazón, que me duró varios días. Iba a clase, en la carrera de Ciencias Físicas, pero ya no atendía a nada, estaba despistado, siempre muy contento".

Así acabaron varios meses de dudas, de preguntar a Dios "qué quieres de mí", después de haber pasado el verano como voluntario en unas misiones de Perú. En marzo de 2006 empezó a trabajar con cristianos sudaneses refugiados en Egipto, donde estudió lengua árabe y Ciencias Islámicas durante dos años. Después, Sudán. "Allí enseño que Dios tiene un plan para la vida de cada uno de nosotros".

Borracho con kalashnikov
Jorge llegó después de la guerra, pero eso no siempre significaba seguridad. "Pasé miedo una vez, en Sudán del Sur, cuando tuve que llevar a un soldado borracho con su kalashnikov en la furgoneta; en esos casos has de tener cuidado con lo que dices".

El comboniano explica también que "los cristianos sudaneses cuentan historias estremecedoras acerca de sus catequistas, que murieron anunciando el Evangelio. Sólo dos cosas unían al Sur de Sudán, dividido en muchas etnias: el enemigo, que es el norte, y la fe cristiana. Por eso, las tropas del norte cuando llegaban a un pueblo a menudo buscaban a los catequistas, factores de unidad, para matarlos".



El perdón en una cultura vengativa
No es fácil predicar el Evangelio del amor y el perdón en un país que ha salido de una guerra, donde todos tienen parientes asesinados. "En las culturas tradicionales africanas, la venganza es lo normal. También en la literatura clásica pre-islámica. Perdonar es como la prueba definitiva de que eres verdaderamente cristiano, y es algo que no asumen muchos, incluyendo algunos sacerdotes. Pero puedes predicar el perdón partiendo de cosas tangibles, que muchos ven, como que la espiral de la venganza es inútil y dañina", explica el padre Jorge.

Salen así almas generosas, "como Santino Akón, que se jugó la vida como catequista y ahora quiere ser sacerdote". Será posible gracias al apoyo de la campaña de Vocaciones Nativas y la Obra San Pedro Apóstol, que financian al seminario sudanés: sacerdotes católicos para un país presionado por el Islam.

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