¿Derecho de las mujeres a abortar, o más bien a ser abortadas?

            Un ex-miembro británico del Parlamento Europeo, Nirj Deva, presidente del Dignitatis Humanae Institute, ha reclamado un debate sobre los fondos públicos que se dedican a la financiación de abortos de los que él llama “generocidas” (y que en todo caso deberían llamarse “sexocidas”), es decir, los que se realizan en función del sexo (que no del género, nunca me cansaré de decir que el género lo tienen las palabras, los seres humanos tenemos sexo), una práctica que ha saltado a las páginas de la prensa británica produciendo gran indignación. Nada tiene de particular por otro lado, la preocupación de Nirj Deva, sobre el tema, a lo que conducen probablemente su condición de católico, pero sobre todo la de procedente de una familia originaria de uno de los países del mundo donde la práctica de la eliminación selectiva de fetos por su sexo es más cotidiana, la India.

 

            Y es momento de preguntarse: esto que algunos dan en llamar derecho de la mujer a abortar, ¿no empieza a parecerse cada vez más a un derecho a ser abortadas? Porque lo cierto es que uno de esos desequilibrios que una práctica nefanda como la del aborto está ocasionando en el mundo es el que se está produciendo entre hombres y mujeres, al ser éstas las que más veces sufren el aborto, porque… ¿tienen Vds. la menor idea sobre el número de niñas que han sido abortadas por razón de su sexo? Pues bien, un estudio de la prestigiosa revista británica The Economist del 4 de marzo de 2010 titulado “The war on baby girls. Gendercide. Killed, aborted or neglected, at least 100 million girls have disappeared and the number is rising” (“La guerra contra las niñas. Generocidio. Asesinadas, abortadas o abandonadas, al menos cien millones de niñas han desaparecido, y la cifra aumenta”) lo fija ya entonces en 100 millones.

 

            De manera instintiva y natural tendemos a pensar que esos abortos selectivos por razón de sexo se producen en países como la China o la India, y efectivamente, no vamos a negar aquí que es en ellos donde con mayor frecuencia se dan: existen zonas en China donde por cada 100 mujeres existen 130 varones. Pero la realidad atroz desmiente que sólo en esos países ocurra práctica tan nefanda, teniendo lugar también, para nuestra sorpresa, y como bien denuncia Nirj Deva, en países tan “civilizados” e insospechados como el Reino Unido. Y no les quepa a Vds. duda de que también en muchos otros que nos son endiabladamente más cercanos.

 

            Más allá de su injusticia e iniquidad, las consecuencias devastadoras de esta práctica no necesito ni mencionarlas. La primera es más que obvia, la desaparición de la especie cuando lo necesario para que ésta perviva y lo que en la naturaleza se da de una manera espontánea, es que nazcan más hembras que machos, aunque sea, en el caso de la especie humana, en una desproporción muy pequeña. Pero aparte de ello, ¿se pueden imaginar Vds. un mundo sin mujeres o con una cifra de mujeres sensiblemente inferior a la que los cánones de la naturaleza marcan? ¿Se pueden Vds. imaginar la violencia, la insatisfacción, los desequilibrios a los que todo ello daría lugar?

 

            Este es el famoso derecho de la mujer a “elegir” la maternidad. Un derecho que, finalmente, se torna contra ella, convirtiéndolo de facto más en un derecho a ser abortadas que en el de abortar... que tal y no otra es la triste realidad.

 

 

            ^©L.A.