De la lección que, esta vez, nos ha dado el pesoísmo

 

            Mucho lamento el resultado de las llamadas primarias pesoítas, donde lo único que cabía era elegir entre guatemala y guatepeor, entre málaga y malagón, incapaces ninguno de los dos candidatos que se han presentado de ofrecer algo que no sea guerracivilismo, ideología de género, nacionalismo segregacionista periférico, anticlericalismo, mesianismo de ocurrencias, falta de estatura y vieja guardia.

                                    

Efe

            En estos momentos, la única solución deseable para España por lo que a una izquierda-alternativa al gobierno se refiere, no es sino la amortización y sustitución de unas siglas nefastas, PSOE, que, con la “honrosa” excepción de los cuarenta años que duró la dictadura franquista durante los que ni estuvieron ni se las esperaba, han acompañado sin excepción todos los peores momentos del último siglo de historia española: amenazas de muerte de su fundador a presidentes del consejo; participación en la dictadura primorriverista; quema de iglesias; complicidad con el secesionismo catalán; revolución antirrepublicana de Asturias; asesinato de Calvo Sotelo; checas; guerra civil; expolio del Vita; FILESA; GAL; rendición ante la ETA; Faisán; EREs... en fin, un dechadito.

 

            Esto dicho, que no es poco, reconozcamos las cosas como son: lo concretado este fin de semana en el Congreso del PSOE ha sido una lección para el resto de los partidos del arco parlamentario español, con la elección democrática de los que han de ser sus altos cargos para los próximos años. Unas elecciones que no dejan de ser mejorables (para que sean más abiertas y se pueda presentar más gente, para que el voto del militante sea más directo, para que puedan, quizás, votar los simpatizantes no militantes), pero que en España representan, qué duda cabe, una lección para el resto de los partidos, donde lo más parecido que se hace a un congreso es el remedo de eso que, según dicen algunos, se hacía en Bulgaria.

 

            Mi felicitación, pues, esta vez a la familia pesoíta, y mis mejores deseos para que sigan profundizando en la democratización de un proceso que sin ser perfecto, sí que es en España un ejemplo en el que mirarse.

            Mi desazón porque siga el pesoísmo insistiendo candidatura tras candidatura, elección tras elección, en el mensaje rancio de la lucha de clases trasnochada, manifestada en todos los nuevos tics de principio de siglo que expreso arriba (guerracivilismo, lucha de sexos, nacionalismo segregacionista, anticlericalismo, mesianismo de ocurrencias), incapaz de dar el paso hacia la apuesta definitiva por una izquierda-alternativa de gobierno, moderna, conciliadora, sensata, con hombres de talla, eficiente, española… ¡patriota! algo que, definitivamente, se le atraganta a nuestro pesoísmo.

 

            ¡Qué se le va a hacer! ¡Otra vez será!

 

 

            ^©L.A.