¿Qué ha pasado con el voto de derechas en estas elecciones?

 

            Si ayer analizábamos qué ha pasado con el voto de la izquierda en estas elecciones, parece lo propio hacer lo mismo hoy con el voto de la derecha.

 

            En primer lugar, en estas elecciones el voto a la derecha ha sido, más allá de ese suelo que también ella tiene, -por cierto, muy superior al del PSOE, como demuestra el balance de las últimas seis elecciones generales-, un voto de refugio en el que se han parapetado multitud de españoles que, por encima de su ideología o de la impresión que tuvieran de sí mismos, han adquirido conciencia del estado de degradación en el que había incurrido la sociedad española, la economía y las instituciones. El Gobierno desde luego, comandado por un verdadero advenedizo, un señor de cincuenta años cuyo pensamiento no evoluciona desde los catorce, y que tiene la rara virtud de seguir pareciendo un recién llegado cuando lleva ya ocho años…

            Pero no sólo él… También el sistema legislativo, empeñado en una labor legis absurda, de leyes sin ton ni son, ni necesarias ni demandadas, que sólo pretenden transformar una sociedad al albur de los sueños húmedos de unos iluminados sin oficio ni beneficio que deberían conformarse con llevar a cabo ellos mismos sus más inconfesables pesadillas y dejarnos en paz a los demás… También el sistema judicial, cuya independencia ha quedado verdaderamente en entredicho, con jueces y fiscales postrados al ejecutivo y cuyas togas más que empolvadas, como dijera aquél (¿Vds. se acuerdan de quién lo dijo?), han llegado al verdadero enfangamiento … También la estructura autonómica, que se ha revelado pésima gestora, y en algunas regiones españolas, sumamente desleal y felona... Por no hablar del Tribunal Constitucional, órgano que ha incurrido en vilipendio en grado tal, que nos obliga a preguntarnos hasta por su prescindibilidad y hasta por las responsabilidades incumbentes a algunos de sus componentes… También una política exterior que nos ha hecho incurrir en la verdadera “invisibilidad” "etereidad" en el escenario internacional… También la política económica... ¿pero hace falta decir algo de la política económica?

 

            Este aspecto de refugio en el que se ha convertido el voto de derechas ha producido que por primera vez desde 2004, no se hayan producido deserciones significativas en el mismo, ni hacia una entre perezosa y resentida abstención, ni hacia otras opciones políticas, notablemente UPyD, que se la estaba fagocitando lentamente, y que en esta cita electoral, le ha tenido que devolver buena parte del voto prestado para pasar a recabarlo en caladeros bien diferentes y más propios de su habitat natural.

 

            Y ha producido también, junto al notable fenómeno del cansancio y la dispersión en el voto de la izquierda, un fenómeno de trasvase de votos desde ésta hacia los propios rediles. Un fenómeno que cabe definir como nuevo, y que probablemente no se había dado ni siquiera en otros grandes triunfos de la derecha como el de José María Aznar en 2000, cimentado más bien en una alta abstención (cuatro puntos superior a la del 20N), básicamente de izquierdas, que en dicho trasvase de votos.

 

            Se ha producido también un tercer factor al que apuntan las empresas demoscópicas y no menos desconocido en España, cual es el voto de los nuevos votantes que, según dicen, han optado mayoritariamente por la derecha antes que por la izquierda en proporciones inesperadas: algo así como el doble de votos al PP que al PSOE. Se trata, digámoslo así, de cerebros virginales, en los que poco han influído esta vez tics y complejos de sus mayores heredados de la Transición, -los cuales, como bien definía Aznar, otorgaban “un plus de legitimidad” a la izquierda sobre la derecha-, y sí, en cambio, su propia experiencia acumulada de ocho años, que les dictaba con muy buen criterio, que por donde vamos no hay salida, y menos que nadie para ellos.

 

            Donde la derecha (nacional) ha fracasado es ante los nacionalismos vasco y catalán. Algo a lo que paradójicamente, a mi entender, ha contribuído grandemente el intento de la derecha nacional española de acercarse a los postulados nacionalistas, en lugar de combatirlos abiertamente y sin complejos.

            Alguien tiene que medir el efecto que la claudicación ideológica produce en quien la practica. Los electores, los ciudadanos, entienden mejor los mensajes claros que los obtusos, y cuando detectan que una fuerza política aspira a acercarse a otra, lo hacen ellos mismos con mucha más eficacia y rapidez, dejando de votar a la primera para votar a aquélla cuyo acercamiento se pretende. También lo expresó muy bien un clarividente Aznar cuando reprochaba a los socialistas catalanes metidos a nacionalistas que el riesgo en el que incurrían era el de que los catalanes prefirieran votar “al original que a la copia”, sentencia que de manera tan acertada explicaba entonces el inusitado crecimiento de ERC a costa del PSC. Sentencia que, sin embargo, no se aplicó a sí mismo cuando auspiciaba aquel nefasto relevo de Vidal Quadras por Josep Piqué, de consecuencias ideológicas aún no subsanadas y que, en la práctica, han cercenado el crecimiento del PP en Cataluña. Una sustitución que, como el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, ha repetido de manera idéntica su sucesor Mariano Rajoy en el País Vasco, prescindiendo de uno de los grandes baluartes y valores de su partido, María San Gil, con idéntico resultado al cosechado en Cataluña por su predecesor.

 

 

            ^©L.A.