Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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Últimas horas del 13 de noviembre, en Tavernes de la Valldigna

por Jorge López Teulón

El 4 de enero de 1874 nace en Tortosa María Cinta Asunción Giner Gomis. Sus padres, Joaquín y Salvadora, habían contraído matrimonio en 1859 en Carcaixent (Valencia). Joaquín que era agricultor, entró a trabajar en la Renfe-Compañía del Norte y llegó a asumir la responsabilidad de jefe de varias estaciones, en poblaciones de Cataluña y Valencia. Este cargo le obligará en ocasiones a traslados, unas veces solo, otras con toda su familia. Del matrimonio nacerán 14 hijos, siete de los cuales llegaron a edad adulta.
 
Salvadora, porque su delicada salud lo requería, encomendó a su hermana, Vicenta Asunción de San Simón, a las hijas pequeñas como internas en el Colegio María Inmaculada. Con el paso de los años y junto al testimonio de quienes la rodean María Cinta descubre la llamada del Señor. El día 3 de marzo de 1892 ingresa en el postulantado y seguirá la formación en el noviciado desde el 5 de mayo del mismo año. Así pues, en 1893 profesó como religiosa de María Inmaculada, Misioneras Claretianas, con el nombre de María Patrocinio de San Juan. Vivió gozosa su entrega en los distintos apostolados y servicios que le fueron confiados, entre ellos el de Maestra de Novicias y educadora en Carcaixent.
 
 
Sufrió la persecución religiosa de 1931 y 1936
 
Después de varios destinos Sor María Patrocinio recibe el encargon, por parte de sus superioras, de fundar una nueva casa para la educación de las jóvenes en Puerto de Sagunto (Valencia). Sin embargo, meses después, fallece la Superiora de Carcaixent y es elegida priora el 20 de agosto de 1926. Cargo en el que Patrocinio es confirmada en 1928.



 
Los movimientos revolucionarios están creciendo cada vez más. En Puerto de Sagunto las masas obreras se encienden. Madre Patrocinio, preocupada por la situación, visita la comunidad a menudo, animando a las hermanas. Aunque están en peligro sobre todo los sacerdotes, religiosos y seglares comprometidos, ella está serena, pues dice: “-¿Qué podrán hacer a un grupo de religiosas pobres que se dedican a educar a las niñas pobres?
 
El 12 de mayo de 1931 un tumulto de gente atacaba a pedradas el convento recién edificado del Puerto. La familia de la Superiora, alarmada, viene desde Carcaixent en socorro con su automóvil. Muchos empleados y padres de familia salen en defensa de las hermanas y las ayudan a salir ilesas. Madre Patrocinio hace salir primero a las niñas y luego va a coger el Santísimo. Al ver que lleva algo escondido bajo la esclavina, no la dejan pasar, pero ella no se echa para atrás: “-Llevo a Jesucristo Nuestro Señor y moriría mil veces antes que entregarlo”. Efectivamente, lo llevaba vivo, sacramentado, pero lo llevaba también más dentro, en su corazón, de donde nadie será capaz de arrebatarlo.
 
La Comunidad de Carcaixent acoge de nuevo a las hermanas que hace cinco años había enviado a la fundación. Muchas veces encontraban a Madre María Patrocinio paseando por el patio en oración. Preguntada, confiesa su pesar de no haber sido digna del martirio. Ora por España y se ofrece de nuevo a sí misma para que Cristo reine en todos los corazones.
 
El Colegio prosigue con su actividad: las niñas tienen clase, las religiosas continúan el ritmo de vida escolar, ejercicios, exposiciones, celebraciones en familia. En julio del 1932 la madre María Patrocinio cesa como superiora. Le sucede una de sus primeras formandas, Encarnación Armiñana.
 
La comunidad de Carcaixent vive con gozo el acontecimiento de la beatificación del Padre Fundador, Antonio María Claret. Dos hermanas presenciaron el acto de beatificación en Roma. En el altar de la capilla del convento se coloca la imagen del Beato Claret con ocasión de su fiesta, el 23 de octubre de 1934. Mientras, en la villa, aumenta la inseguridad. La casa es registrada, la guardia controla si se ocultan armas. No encuentran nada. Pero hay que estar alerta. Cuando llegan los momentos de más confusión en los alrededores, también en Carcaixent las hermanas comienzan a turnarse por la noche para velar y avisar si pasa algo.
 
El 30 de julio de 1935, nueva visita canónica y elección de priora. El visitador anota en el libro que “encuentra a la comunidad animada a sufrir lo que venga”. En Alzira, Xativa, Benifairó y otros pueblos cercanos desalojan e incendian las iglesias y conventos. Madre Patrocinio se distingue por la paz, la serenidad y por el ánimo que transmite a las hermanas; pero había que pensar también cómo proteger a las internas y a la comunidad. Se preparó una escalera en el fondo del jardín camuflada por la tapia. Tenían que estar preparadas para una eventual evacuación.
 
El día 13 de mayo de 1936, avisadas por algunos concejales de Gentora, tienen que abandonar el convento por la presencia en Alcira de fuertes grupos revolucionarios. La escalera ha cumplido su misión. Las niñas vuelven a sus casas y las hermanas que tienen a sus familiares cerca, también.
 
Madre Patrocinio y su hermana Trinidad, que desde hace algún tiempo vive en la casa de claretianas, junto a otras tres religiosas de la comunidad, se dirigen al Huerto del Mirador, a casa de su hermana Asunción. Las acompaña con el coche su sobrino Pascual que la había llevado alguna vez a Puerto de Sagunto y la había traído de vuelta en mayo del 31. Allí se encuentra con su hermana Carlota, que también era religiosa, agustina ermitaña, en Valencia, y ha sido obligada como todas las monjas a abandonar sus conventos. Mientras, en el pueblo cesa toda actividad religiosa, en las iglesias y monasterios.
 
Las hermanas Giner permanecen en el Huerto ayudando en los trabajos del campo de la casa. Pero no pueden estar tranquilas. Hay momentos en los que aparecen los milicianos, varias veces al día, para registrar la casa e interrogarlas. Aunque Madre Patrocinio viste de seglar, sabían bien quién era, pues es persona muy conocida que había ejercido su influjo en el pueblo durante muchos años. Llamaban a todos apuntándoles con los fusiles. Parece ser que no sólo querían asegurarse dónde se refugiaban sino también qué objetos de valor escondían. Por las noches, la familia se reune para meditar los misterios del Señor en el rosario. Pero luego se quedaban turnando para vigilar. Algún familiar había puesto una tela metálica alrededor de varios naranjos. Servía como un sistema de alarma en caso de intromisión.



 
A partir de agosto de 1936 los ataques contra la Iglesia fueron más encarnizados y radicales. En septiembre toda la familia debe dejar el Huerto. Unas antiguas alumnas del Colegio María Inmaculada, las hermanas Camarena, ofrecen su vivienda para Madre Patrocinio y la Hna. Enriqueta, claretiana también. Así, acepta el nuevo refugio en la C/ General Prim, nº 7 de Carcaixent (foto del pueblo, sobre estas líneas)
 
 
Llega el martirio
 
El 13 de noviembre se encuentran rezando el rosario, cuando los milicianos se presentan en un coche. Preguntan por la superiora del Convento. Madre María Patrocinio intuía que la buscaban a ella pues popularmente era conocida por este título.
 
“-Yo no soy superiora, soy una simple hermana”, contestó.
 
Se la llevan para un interrogatorio. Sus compañeras no querían separarse pero ella pide a los milicianos que las dejaran en paz. Ella se presentó sola. No hubo interrogatorio ni juicio. Su único “delito” era ser religiosa, creyente, entregada a Dios y a los demás. Era suficiente. Esta misma noche será llevada con otras personas camino de Tavernes, al Portichol de Valldigna, que otros llamaban el “’Pinar de los Frailes”.
 
¿Cómo sería aquel trayecto? ¡Qué dolor encontrarse en el mismo coche con su hermana Carlota! Podemos imaginar sus gestos, sus palabras durante esos 8 km. Nos han llegado ecos de las expresiones de la Madre Patrocinio en aquellos últimos momentos:
 
“-¡Matadla enseguida porque si no, nos va a cambiar de ideas a todos!”
 
“-Vosotros no sabéis lo que hacéis, algún día os pesará; yo acepto con gozo lo que Dios permite porque me vais a abrir el cielo; ¡desde el cielo rogaré por vosotros!”.
 
Con serenidad enorme, abraza a su hermana en silencio, confortándola hasta el último momento. Es fusilada y, junto con otros cuerpos, recogida en la fosa común en el mismo Portichol. Así se apagó la vida de Patrocinio a los 62 años de edad y 42 de profesión religiosa.
 
Fue beatificada el 11 de marzo de 2001.
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