De la empresa a la que los gay reprochan acosar a un cristiano
por Luis Antequera
La verdad es que en el Reino Unido están viviendo una situación que si uno la ve en una película, no se la cree porque para eso es una película. Y sin embargo, en un nuevo caso de eso que acostumbra a decirse en el sentido de que la realidad siempre supera a la ficción, es real. No sólo no se trata de una broma sino que, muy al contrario, parece marcar el rumbo a seguir por muchas supuestas democracias sometidas a la dictadura del mal-llamado progresismo.
Después de los casos del hotel multado por ejercer su derecho de admisión no alquilando una habitación a una pareja de homosexuales, o el del matrimonio Johns con doce hijos naturales y cuatro adoptados a los que se ha impedido adoptar a un quinto por considerar un juez que el ambiente de su hogar, cristiano, no era el más adecuado para la educación del chavalín, fíjense en la última que aparece en varios diarios británicos. En una empresa de nombre Trafford Housing Trust, un empleado de nombre Adrian Smith ha sido degradado y su sueldo reducido en un 40% por haber realizado en su página personal, ojo no poco importante, personal, de Facebook el siguiente comentario:
“No entiendo porqué la gente que no tiene fe y no cree en Cristo, se empeña en ser inscrito en la Iglesia. La Biblia expresa muy claramente que el matrimonio es entre hombres y mujeres. Si el estado quiere ofrecer matrimonio para personas del mismo sexo es su problema; pero el estado no debería imponer sus reglas en materia de fe y de conciencia”.
Por cierto, con la advertencia añadida que no se le ocurra predicar –a lo que parece, Adrian es pastor, imagino que anglicano- en ninguna iglesia cercana a la sede de la empresa.
La cosa no termina aquí. Adrian ha recurrido la sanción impuesta ante sus propios jefes, los cuales le han respondido que su comportamiento podía afectar seriamente contra “la Albert Kennedy Accreditation que la empresa estaba tan orgullosa de haber recibido el año anterior”. Para que sepan Vds. de lo que se habla, la Albert Kennedy Accreditation es una organización de caridad cuya función es auxiliar a homosexuales con problemas de alojamiento o de vivienda (¿y aquí qué?, ¿aquí no hay discriminación? ¿Por qué un hotelero no puede negar una habitación a una pareja gay y es multado, y una asociación puede atender a las carencias de alojamiento de homosexuales y omitir hacerlo cuando de heterosexuales se trata?)
El asunto reviste matices tan turbios que, a la larga lista de asociaciones que han condenado la sanción impuesta por la Trafford Housing Trust contra el pobre pastor anglicano, se ha unido incluso un movimiento homosexual, el Movimiento cristiano de gays y lesbianas, exigiendo que Adrian recupere el puesto que realizaba y el sueldo que tenía. El activista gay Peter Tatchell, por su parte, afirma que la sanción es excesiva y desproporcionada y ha explicado que Adrian “hizo su comentario en su propia página de Facebook, que no está abierta al público en general” y que “expresaba una opinión”.
Lo que está pasando en el Reino Unido, es un verdadero disparate, que pone en entredicho la existencia de democracia en la que dice ser la más antigua de las democracias europeas. Un modelo que no sólo castiga el derecho de expresión en su faceta pública, lo que ya es suficientemente grave, gravísimo, ¡¡¡sino también en su aspecto privado, en sus esferas más íntimas!!! entrando a vigilar y censurar la mismísima correspondencia de las personas, aunque sea en las manifestaciones más modernas de la misma como son redes sociales y correos electrónicos.
Un modelo que por cierto, y no otro, era el que deseaba importar para España la Sr. Pajín, y del que, como si quisiera dar la razón al refrán que dice “no hay mal que por bien no venga”, nos ha salvado la crisis económica y las elecciones anticipadas. Porque si no, ya que lo teníamos aprobado. ¿Que no?
©L.A.
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