De la comunidad cristiana de Libia
por Luis Antequera
Si algo caracteriza de una manera evidente la realidad libia es su baja densidad demográfica. En un país con una superficie que asciende a 1.760.000 kms2 más de tres veces España, apenas conviven seis millones y medio de personas, la quinta parte de los que lo hacemos en España, aunque eso sí, con un alto crecimiento demográfico cercano al 4%, y concentrados en torno a la capital, Trípoli, con la tercera parte de la población, y a otras poblaciones costeras como Misurata y Sirte, ciudad de la que procedía, precisamente, el depuesto (y asesinado) Gadafi.
A la comunidad cristiana de Libia, el Informe sobre libertad religiosa en el mundo emitido por Ayuda a la Iglesia necesitada le dedica unas líneas. En ellas se dice:
“Libia carece de Constitución, razón por la que ninguna ley fundamental protege explícitamente la libertad religiosa. Sin embargo, una base (art. 12) para un cierto grado de libertad religiosa se proporciona en la “Gran Declaración Verde de los Derechos Humanos en la Era de la Jamahiriya” y el Gobierno es tolerante con las religiones, salvo con los grupos islámicos fundamentalistas, que reprime por la fuerza. El 97% de la población se compone de musulmanes suníes. El islam es prácticamente una religión de Estado y, por tanto, está totalmente integrado en la sociedad. No obstante, el Gobierno lo controla y regula estrictamente, para que no interfiera en la política del país.
El clero católico opera sobre todo en las principales ciudades, donde presta su servicio en hospitales y orfanatos, asistiendo también a ancianos y discapacitados. Un solo sacerdote en Trípoli y un obispo residente en El Cairo se hacen cargo de la pequeña comunidad anglicana. No hay lugares de culto para el hinduismo, el budismo y el bahaísmo, pero sus creyentes pueden practicar su fe en casas de particulares y mostrar sus símbolos religiosos en los mercados y sus ventanas”.
En cuanto a la composición de la comunidad cristiana de Libia, nos parece muy bien informado un artículo publicado por el Foro Juan Pablo II firmado por Nieves San Martín y Marielena Finessi en febrero de este año, que nos habla de unos 60.000 coptos en el país, unos 40.000 católicos, que podrían proceder de la breve colonización italiana que duró de 1912 a 1949, a los que añadir un número significativo de cristianos, quizás otros cincuenta mil, principalmente ortodoxos y anglicanos.
Varios eventos producidos durante el régimen de Gadafi hablan de una convivencia religiosa aceptable en Libia. Uno de ellos, la visita del Patriarca de Constantinopla Bartolomé I. Otro, la concesión de un premio por Gadafi al Patriarca copto Shenouda III, que daría a éste ocasión de visitar por segunda vez el país durante el régimen de Gadafi. Un tercero, un encuentro íslamo-cristiano organizado por la Dawa al Islamiya y continuado en Roma.
La comunidad cristiana libia se considera heredera directa del evangelista Marcos que, según ellos, habría salido de Libia para evangelizar Egipto.
Por lo que hace a la comunidad católica, el Obispo Mons. Martinelli, libio de padres italianos, es el vicario apostólico de Trípoli. Hay una oficina de Cáritas a 10 kms. de Trípoli. Y existe una tradición franciscana evidente. La Iglesia católica está presente en Bengasi, Derna y Trípoli. Hay una prefectura apostólica en Misurata y dos obispos, uno en Trípoli, Mons. Martinelli, y otro en Bengasi.
Por lo que hace a la comunidad copta, Libia es visitada asiduamente por el Obispo copto de la Pentápolis, Mons. Pacomio.
Por lo que hace a la comunidad anglicana, se compone en su mayoría de inmigrantes provenientes de Egipto, tanto así que se gobierna desde la prelatura existente en El Cairo.
Problemas con la comunidad cristiana no han trascendido hasta la fecha, aunque desde luego está prohibido el proselitismo cristiano.
En España, la comunidad libia se agrupa en torno a la llamada Casa Libia.
©L.A.
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