Siguiendo el Evangelio
Los cuatro pasos que dar cuando alguien nos ofende o hace mal, según Benedicto XVI
La glosa del Evangelio del día ha servido al Papa para recordar el concepto, el sentido y la gradualidad de la «corrección fraterna».
En el patio interior del Palacio Apostólico de Castelgandolfo, el Papa ha dirigido a los fieles, antes de rezar el Angelus, unas palabras muy prácticas glosando el Evangelio del día. Protagonista: la corrección fraterna.
Benedicto XVI recuerda que "los diez mandamientos y cualquier otro precepto se resumen en éste: ´Amarás al próximo como a ti mismo´ ", y que a su vece "el amor fraterno implica un sentido de responsabilidad recíproca".
Ésta es la base de la corrección fraterna: "Si un hermano mío comete una culpa contra mí, debo usar de caridad hacia él".
Y ¿cómo hacerlo? Benedicto XVI, siguiendo a los Evangelios y a San Pablo, desgrana cuatro pasos.
"Primero, hablarle personalmente, haciéndole ver que lo que ha dicho o hecho no está bien. Esta forma de actuar se llama corrección fraterna y no es una reacción a la ofensa sufrida, sino que está movida por el amor al hermano", dice el Papa Ratzinger, y cita a San Agustín: "Quien te ha ofendido, al ofenderte se ha causado a sí mismo una grave herida. ¿Y no vas a preocuparte de la herida de un hermano tuyo? Debes olvidar la ofensa que has recibido, pero no la herida de tu hermano".
Paso dos: ¿y si mi hermano no me escucha?: "Volver a hablar con él ante otras dos o tres personas, para ayudarle mejor a darse cuenta de lo que ha hecho".
Si, a pesar de ello, "él rechaza la observación"... paso tres: "Decirlo a la comunidad".
En cuarto y último lugar, "si ni siquiera escucha a la comunidad, hay que advertirle del alejamiento que él mismo ha causado, separándose de la comunión de la Iglesia".
Todo esto, concluye el Papa tras recordar también la importancia de la oración común, porque "existe una corresponsabilidad en el camino de la vida cristiana, y todos, conscientes de los propios límites y defectos, están llamados a aceptar la corrección fraterna y a ayudar a los demás con este particular servicio", que exige "mucha humildad y sencillez de corazón".
Benedicto XVI recuerda que "los diez mandamientos y cualquier otro precepto se resumen en éste: ´Amarás al próximo como a ti mismo´ ", y que a su vece "el amor fraterno implica un sentido de responsabilidad recíproca".
Ésta es la base de la corrección fraterna: "Si un hermano mío comete una culpa contra mí, debo usar de caridad hacia él".
Y ¿cómo hacerlo? Benedicto XVI, siguiendo a los Evangelios y a San Pablo, desgrana cuatro pasos.
"Primero, hablarle personalmente, haciéndole ver que lo que ha dicho o hecho no está bien. Esta forma de actuar se llama corrección fraterna y no es una reacción a la ofensa sufrida, sino que está movida por el amor al hermano", dice el Papa Ratzinger, y cita a San Agustín: "Quien te ha ofendido, al ofenderte se ha causado a sí mismo una grave herida. ¿Y no vas a preocuparte de la herida de un hermano tuyo? Debes olvidar la ofensa que has recibido, pero no la herida de tu hermano".
Paso dos: ¿y si mi hermano no me escucha?: "Volver a hablar con él ante otras dos o tres personas, para ayudarle mejor a darse cuenta de lo que ha hecho".
Si, a pesar de ello, "él rechaza la observación"... paso tres: "Decirlo a la comunidad".
En cuarto y último lugar, "si ni siquiera escucha a la comunidad, hay que advertirle del alejamiento que él mismo ha causado, separándose de la comunión de la Iglesia".
Todo esto, concluye el Papa tras recordar también la importancia de la oración común, porque "existe una corresponsabilidad en el camino de la vida cristiana, y todos, conscientes de los propios límites y defectos, están llamados a aceptar la corrección fraterna y a ayudar a los demás con este particular servicio", que exige "mucha humildad y sencillez de corazón".
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