Lunes, 25 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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Tarde-noche del 17 de agosto, en Castellfullit, Llavorsí y San Sebastián

por Jorge López Teulón

Beato Enrique Canadell Quintana
Nació en Olot (Gerona), el 29 de junio de 1890 en el seno de una familia cristiana, cuyos tres hijos varones fueron sacerdotes. Formó parte del coro parroquial y fue monaguillo cuando niño, e ingresó en la orden de los Escolapios el 22 de octubre de 1905. Hizo su primera profesión religiosa el 18 de agosto de 1907 y la solemne el 29 de junio de 1912. Acabados los estudios, fue ordenado sacerdote en Lérida, el 20 de diciembre de 1913. Ejerció el ministerio sacerdotal en los colegios de Mataró, Balaguer y en los dos de Barcelona, sobresaliendo no solamente como maestro sino también como predicador celoso del evangelio y difusor de la devoción eucarística.
Destinado en Barcelona, primero en el colegio de Nuestra Señora de las Escuelas Pías de Barcelona (19281930) y después en el colegio de San Antonio (19301936). El día 20 de julio tuvo que dejar el colegio y se refugió en una familia amiga, pero viendo que ponía esta casa en peligro decidió marchar a Olot, logrando un salvoconducto por su condición de maestro y llegando a casa de su hermana con muchas cautelas. Dedicado a la oración y la lectura, y poniendo su vida en las manos de Dios, permaneció en esta casa hasta que en la noche del 17 de agosto registraron la casa y le interrogaron, y él reconoció que era religioso escolapio. Entonces los milicianos lo llevaron en un coche, lo maltrataron fuertemente para que dijera el paradero de sus hermanos sacerdotes y lo fusilaron en las cercanías de Castellfullit de la Roca, Gerona. Parece que uno de los milicianos comentó que tuvieron que matarlo enseguida porque los estaba convenciendo.
Juan Pablo II le beatificó el 1 de octubre de 1995 en el grupo de 13 escolapios martirizados en diversos días y en varios lugares en 1936. Su cuerpo, que fue recuperado, se venera en la parroquia de san Esteban de Olot.
 
Beato Dionisio Pamplona y compañeros mártires
El grupo de Escolapios comprende a Matías Cardona Meseguer (Matías de San Agustín), sacerdote, muerto el 20 de agosto en Castellón, a Dionisio Pamplona Polo (Dionisio de San Bernabé), también sacerdote, muerto en Monzón (Huesca) el 25 de julio, a Manuel Segura López (Manuel de la Virgen del Pilar), también sacerdote, muerto asimismo en Huesca, el 28 de julio, y en ese mismo día y lugar a David Carlos Marañón (David del Ssmo Sacramento); también en Huesca, pero el 9 de agosto, a Faustino Oteiza Segura (Faustino de Nuestra Sra de los Dolores), y a Florentino Felipe Naya (Florentino de San Fco. de Borja); el 17 de agosto en Girona el sacerdote Enrique Canadell Quintana (Enrique de los Sagrados Corazones), y pocos días antes, el 13, en Castellón, el también sacerdote Juan Agramunt Riera (Juan de los Sagrados Corazones); en Barcelona, el 16 de septiembre, el también sacerdote Ignasi Casanovas Perramón (Ignasi de San Ramón), y el 22 del mismo mes, en Valencia, el sacerdote Carlos Navarro Miquel (Carlos de la Virgen de los Desamparados); el 2 de octubre en Castellón el sacerdote Francisco Carceller Galindo (Francisco de Nuestra Sra de Lourdes), el 9 de diciembre, en Valencia, José Ferrer Esteve (José del Carmelo), también sacerdote, y finalmente, el 27 de diciembre en Cantabria el también sacerdote Alfredo Parte Saiz (Alfredo de la Virgen); todos en 1936.
Acerca de todos ellos dijo el Beato Juan Pablo II en la homilía:
“Hermano, siervo de Dios, practica... la paciencia» (1 Tim 6,11). La orden de las Escuelas Pías contempla hoy en la gloria a trece mártires de la persecución religiosa de 1936 en España. [...] Dionisio Pamplona y sus compañeros mártires no son héroes de una guerra humana, sino educadores de la juventud que, por su condición de religiosos y maestros, afrontaron su trágico destino como auténtico testimonio de fe, dándonos con su martirio la última lección de su vida. ¡Qué su ejemplo y su intercesión lleguen a toda la familia calasancia!”.
 
Más información en:
 
La Congregación de la Misión
La ofrenda martirial de los hijos de San Vicente de Paul fue de 37 sacerdotes y 19 Hermanos inmolados por odio a la fe, de los que 23 pertenecían a la Casa Central de Madrid. No menos generoso, aunque inferior en números relativos y absolutos, fue el tributo de las Hijas de la Caridad: 30 de ellas sufrieron heroicamente la muerte por fidelidad a su fe y a su vocación. 28 eran de la provincia española y 2, de la hispano-francés.
Conviene también señalar el testimonio admirable que dieron innumerables miembros de las asociaciones laicas de la Familia Vicenciana que murieron porque eran conocidos como católicos comprometidos. Así la Asociación de Hijos e Hijas de María Inmaculada tuvo 11 mártires, de los que 4 eran sacerdotes consiliarios y 7 laicos, la Asociación de la Medalla Milagrosa de España tuvo 69 mártires, y 586 miembros de la Sociedad de San Vicente de Paúl, cuyos nombres figuran en los muros de la Iglesia de San Roberto Belarmino en Madrid.
 
Siervo de Dios Antonio Carmaniú Mercader, C.M.
Miembro de la Provincia de Barcelona, nació el 17 de Abril de 1860 en Rialp (Lérida). Al comenzar la revolución marxista en Julio de 1936, el Siervo de Dios residía en la Casa Central de Barcelona, calle Provenza 212. En la tarde del 19 de Julio, al igual que los demás sacerdotes y Hermanos, dejó la Casa Central, buscando un refugio por la capital. Pero al salir, como lo hicieron todos los sacerdotes, se llevó consigo un cajita llena de formas consagradas del Sagrario, evitando así una segura profanación de las dos mil formas recién consagradas. Se refugió en dos casas de Barcelona, pero se creyó más seguro en su pueblo natal, queriendo así evitar peligros a las familias que le hospedaban.
Antes de partir hizo acto de presencia ante el Superior de la Casa Central, refugiado en un domicilio barcelonés. Le pidió el permiso y bendición para la partida, licencia en materia de santa pobreza, etc. Gracias a un salvoconducto que le proporcionó el Comandante de la Guardia Civil de Barcelona, el P. Carmaniú llegó a Rialp finalizando el mes de Julio, ocultándose en la casa que le vio nacer. Un día le llamaron desde el Comité Rojo de Rialp para prestar unas declaraciones, o lo que es lo mismo para preparar la sentencia de muerte. Le dejaron en libertad, pero prohibiéndole que saliera del pueblo. Una noche, entre las once y las doce, se escapó del pueblo natal. Le buscaron con toda diligencia por el río y por la montaña, sin hallar rastro. De refugio en refugio llegó a Estarón (Lérida) donde pasó unas horas en la casa de un pariente suyo muy lejano. El Siervo de Dios, acompañado de un familiar, comenzó a caminar por la montaña con dirección de la frontera de Francia, para refugiarse en alguna Casa de la Congregación, pero los milicianos lo detuvieron pidiéndole el salvoconducto y le encarcelaron en el Comité Rojo del pueblo de Estarón, donde estuvo preso lo restante del día 16 de Agosto y parte del 17. Le atormentaron en los locales de las Escuelas, golpeándole en la cabeza con el fusil, al mismo tiempo que proferían contra él las más groseras injurias. Sacaron de las Escuelas al P. Carmaniú y le condujeron a diversas paradas. En una de ellas juntó consigo a todos los miembros de la familia y les advirtió que no se dejaran engañar de las enseñanzas marxistas, y les exhortó a que no tuvieran miedo a morir por la fe. En otra parada le sujetaron de pies y manos, queriéndole obligar brutalmente a beber vino en un cáliz (habían despojado una iglesia de todos los cálices, copones, ornamentos sagrados, sotanas, bonetes que pudieron hallar), pero él rehusó.
Los marxistas bajaron a Ribera de Cardós, en plena llanura y se encaminaron a la fonda del pueblo. Le pusieron delante un caldero lleno de vino, mientras le decían: Bebe, que es el último día y le repetían las mismas injurias verbales relativas a mujeres, monjas y confesiones. En Ribera de Cardós hicieron entrega del Siervo de Dios a sus camaradas marxistas procedentes de la F.A.I. de Tremp (Lérida), que le hicieron subir con ellos a una camioneta y le condujeron al cercano pueblo de Llavorsí (Lérida) y a dos o tres kilómetros de Llavorsí le hicieron bajar. Eran ya de diez a once de la noche del 17 de Agosto de 1936. Los milicianos sentaron al padre encima del malecón y le enfocaron bien con los reflectores de la camioneta. Le mandaron que se pusiera de espaldas a ellos y de cara a la corriente del río, a lo que no accedió el Siervo de Dios, diciéndoles que moriría de cara, añadiendo: “¡Viva Cristo Rey!, ya podéis tirar”. Al oír esto, dispararon sus fusiles mientras él gritó: “¡Viva Cristo Rey!”…

Echaron sobre el cadáver unas paladas de arena y cascajo. Desde el mismo momento de la muerte, quedó confirmada, entre los que le conocieron, la fama de santidad y martirio y “este sentimiento se muestra espontáneo”, y “que murió mártir de Cristo y de la Fe y esta fama es general y espontánea y va en incremento”.
 
Siervo de Dios José Modesto Churruca Muñoz
Nació en Motrico (Guipúzcoa) el 15 de junio de 1873. Tras realizar sus primeros estudios en su localidad natal, ingresó con 20 años en la Congregación de los PP. Paúles. Tras profesar en 1895, estudió la carrera eclesiástica en Madrid y se ordenó en 1899. Sus primeros destinos fueron en Canarias, primero en Las Palmas de Gran Canaria y luego, ya como Superior de una residencia de esta orden, en La Orotava. En 1925 es destinado a su tierra natal, al ser nombrado Superior de la recién creada comunidad religiosa vicenciana de San Sebastián.
En 1932 fue nombrado Rector del Seminario conciliar de Oviedo. Fue sorprendido en este puesto por la Revolución de Octubre de 1934. Durante esos sucesos, que fueron especialmente violentos en Asturias, el seminario fue asaltado y destruido por los revolucionarios, murieron asesinados varios compañeros de Churruca, pero él pudo salvar la vida.
Peor suerte corrió durante los días de la persecución religiosa. El levantamiento militar le sorpendió en San Sebastián, ciudad que tras las primeras hostilidades quedó controlada por las fuerzas de la izquierda leales a la República. El 19 de julio la residencia de la comunidad fue hostigada por milicianos de izquierdas y los religiosos se vieron obligados a refugiarse en otras casas. En el caso del Siervo de Dios se refugió en casa de unos sobrinos suyos.
El 20 de julio, el P. Churruca fue herido en la cara por la explosión de unos cristales alcanzados por una bala perdida. Las heridas sufridas le obligaron a abandonar su refugio y el 15 de agosto salió en dirección al Instituto Radio-Quirúrgico de la ciudad con intención de curarse las heridas. Ese día desapareció. No se sabe exactamente como se produjo la muerte. Dos días después, el 17 de agosto, su cadáver fue identificado en el cementerio de San Sebastián con varios disparos en la cabeza. Fue falsamente denunciado como espía siendo encarcelado y más tarde ejecutado de forma sumaria el 17 de Agosto de 1936.
En Motrico hay una calle que le recuerda, denominada actualmente Modesto Txurruka (su nombre escrito con ortografía vasca).

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