Miércoles, 27 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Dicen que será difícil el diálogo con él

El lobby gay se moviliza con uñas y dientes para recibir al nuevo arzobispo de Berlín, Woelki

Dicen que el nuevo arzobispo «tiene un problema abierto con los homosexuales» en una ciudad con gran influencia gay.

Guido Horst/Vatican insider

Homosexuales en un desfile
Homosexuales en un desfile
Ser nombrado arzobispo de Berlín es un trabajo difícil. Pero partir con el pie derecho como pastor de 390.000 católicos en el arzobispado de la capital alemana, en el ambiente post-cristiano y secular de Alemania del Este, hasta el día de hoy viene decidido sobre todo por una pregunta: ¿Cuál es la posición del recién llegado sobre el tema de los gays y las lesbianas? A pocos días del nombramiento oficial de Rainer Maria Woleki, las investigaciones comenzaron rápidamente. Tan sólo dos días, el 4 de julio, el periódico berlinés “Tagesspiegel” ya estaba informado: la Iglesia Católica se equivocaría si mandara a la capital a alguien que «tiene un problema abierto con los homosexuales», dijo el diputado parlamentario del SPD Johannes Kahrs al periódico “Berliner Zeitung”.

No se favorecen buenas relaciones «nombrando como arzobispo de Berlín al representante de una orientación religiosa atrasada»; esto se opondría al estilo de vida de la gente.

Con su crítica, el diputado Kahrs hacía referencia al informe de la revista semanal de Hamburgo, "Der Spiegel", según la que Woelki habría condenado la homosexualidad defendiéndola como una «infracción del orden de la creación».

Por esa razón, el grupo de trabajo “Lésbico y gay del SPD” (Schwusos) habría considerado el nombramiento de Woelki como una señal negativa. «Esto hará que el diálogo con la iglesia católica sea más complicado», ha dicho el presidente de Schwusos, Ansgar Dittmar. Para todos los gays y lesbianas involucrados en la Iglesia católica, las declaraciones de Woelki serían «un golpe bajo».

El portavoz de los Verdes para la políticas eclesiásticas, Josef Winkler, ha declarado al periódico "Tagesspiegel" que, entre otras cuestiones, la gestión del tema de la homosexualidad establecerá si Woelki podrá mantener su cargo de arzobispo de la capital.

Es lo que sucede cuando al mayor representante de una fortaleza post-cristiana alemana se le muestran las posibles consecuencias de su actitud hostil. El hecho de que Woelki, en 2000, haya conseguido el doctorado en la Universidad del Opus Dei “Santa Croce” de Roma con una tesis sobre la importancia de la parroquia ha suscitado mayor indignación entre los medios de comunicación. ¿Por qué lo han nombrado precisamente a él, esquivo con la prensa y considerado un hombre de la iglesia conservadora –Woelki, antes de ser nombrado obispo de Colonia, fue el secretario privado del cardenal Joachim Meisner- para el resbaladizo suelo de la capital alemana?

El cardenal Georg Sterzinsky, arzobispo emérito de Berlín, que murió el 30 de junio después de una larga enfermedad, no ha visto el nombramiento de su sucesor. Para la iglesia católica, en la capital está en vigor el concordato prusiano: el Vaticano envía a Berlín una lista de tres nombres y el Capítulo de la Catedral de la ciudad elige al nuevo arzobispo con un voto secreto. Sin embargo, el procedimiento se ha convertido en un tira y afloja, y la lista de tres nombres ha regresado al menos una vez al nuncio en Berlín.

El Capítulo de la Catedral no era capaz de decidirse. Así han salido nombres que habrían estado entre los preferidos: el obispo de Ratisbonia, Gerhard Ludwig Müller era uno de estos, así como su compañero de Bamberga, el arzobispo Ludwig Schick. O incluso el cardenal Reinhard Marx, que en Múnich se siente como se sienten todos los no bávaros en Baviera: un extranjero.

Parece que también el obispo de Limburg, Franz Peter Tebartz-van-Eltz, formase parte de la lista de los tres nombres, así como el obispo de Berlín, Matthias Heinrich, que en el periodo de la sede vacante, al menos, se había hecho notar en la prensa como un administrador apostólico.

Pero finalmente llego la elección del hombre que nadie había tenido en consideración: el Capítulo de la Catedral ha probablemente elegido al candidato de la lista de tres nombres provenientes de Roma, reelaborada al menos una vez, con el que el consejo de los canónicos en la diócesis alemana creía poder tener una vida más fácil: un fenómeno conocido en las diócesis alemanas, en las que la sucesión de los obispos debe ser regulada por el concordato prusiano. El Capítulo de la Catedral tiende a elegir no al más fuerte, sino a aquel con el que creen que tendrán menos dificultades.

A Rainer Maria Woelki le espera un camino largo y no solo a causa del lobby gay que medirá todas sus palabras.
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