Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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Y Cristo venció al ateísmo...

por Jorge López Teulón

HACE 25 AÑOS EL CARDENAL KOLIQI SALÍA DE LA CÁRCEL
El Consistorio del 26 de noviembre de 1994
El periodista Miguel Castellví en la crónica que hacía del Consistorio del año 1994 escribía para ABC que el Beato Juan Pablo II tuvo una clara intención a la hora de nombrar los nuevos cardenales: “rendir homenaje a las iglesias mártires, ante todo las que son -o han sido- perseguidas por su fe, las que sufren bajo la guerra, y animar a las nuevas iglesias en países donde los católicos son minoritarios. Cuba, Vietnam, Líbano y Bosnia, las comunidades católicas que el Papa desearía visitar y no puede, fueron premiadas por el Papa en las personas de los nuevos cardenales, como el arzobispo de la Habana, Jaime Ortega y Alamino; el arzobispo de Hanoi, Paul Joseph Pham Ding Tung; el patriarca libanés, Nasrallah Pierre Sfeir y el arzobispo de Sarajevo, Vinko Puljic…”.
“Otro caso notable -sigue narrando el periodista- es del arzobispo de Minsk, en Bielorrusia, Kazimierz Swiatek, que pasó diez años en los campos de concetración de Stalin, de 1944 a 1954. Hoy tiene ochenta años y a pesar de ello sigue al frente de su diócesis. Una experiencia dura fue también la del nuevo cardenal Miloslav Vlk, arzobispo de Praga, que durante el comunismo ejercía su ministerio sacerdotal en secreto, mientras trabajaba limpiando ventanas…”.
El Cardenal albanés Mikel Koliqi es uno de los más claros ejemplos del deseo del Papa de premiar la fidelidad durante la persecución. Koliqi, un heroico sacerdote de la diócesis de Shkodra en el norte de Albania, ha sufrido veinticinco años de cárcel. Con noventa y dos años de edad, enfermo y en una silla de ruedas, hoy sigue siendo un punto de referencia. Durante su viaje a Albania en abril de 1993, el Papa lo encontró en la catedral de Shkodra y le dio un gran abrazo”.
Aquí termina la crónica de Castellví. De todos ellos, aunque algunos son muy ancianos sólo han fallecido el Cardenal Phan Ding Tung (+2009) y el Cardenal Koliqi (+1997), protagonista de nuestro artículo.
Se cumplen 80 años de su ordenación sacerdotal
Mikel Koliqi nació el 29 de septiembre de 1902 en Shkodra (Albania). Educado con los Padres de la Compañía de Jesús, éstos reconociendo sus dotes intelectuales y lo enviaron al Colegio Aricci en Brescia (Italia). Tras estudiar una ingeniería en la Universidad de Milán pasó a la Facultad de Teología. Así que estudió en Italia desde los 9 hasta los 28 años. Al regreso, fue ordenado sacerdote, era el 30 de mayo de 1931. Su primer destino es el de vicario de la parroquia de la Catedral de Shkodra. En 1936, fue nombrado párroco de la Catedral y vicario general de la archidiócesis (dichos cargos los mantuvo hasta 1991, a pesar de que durante la mayor parte de su vida no pudo ejercer su ministerio). Comprometido con la pastoral juvenil; se convirtió en el editor de un semanario católico y escribió algunas piezas de teatro.
Fue arrestado el 3 de febrero de 1945, en cuanto la nueva dictadura comunista puso sus manos en las organizaciones religiosas. Y lo hizo por un solo motivo porque era un sacerdote católico. Le acusaron de actividades anticomunistas: que escuchaba radios extranjeras y que estaba organizando a la juventud. El padre Koliqi respondió “¡Claro que la organizo, soy el párroco de la Catedral de Shkodra! ¿Tendría acaso que impedirles a los jóvenes que entraran en la parroquia?
En el juicio le condenan a dos años, y luego le dieron la libertad condicional. Regresó a sus tareas pastorales y a los pocos meses lo arrestan nuevamente. Le condenan a otros tres años, le quitaron la condicional y se pasó los cinco años en la cárcel, la mayoría en régimen de aislamiento. Dos sacerdotes arrestados con él fueron fusilados.
En  1951 le liberan y, a pesar de la difícil situación, regresa a su actividad pastoral durante tres años. Le volvieron a detener, y esta vez le condenaron a trabajos forzados. Después de esto le echan quince años más de cárcel. En total entre cárcel y trabajos forzados, ¡le condenaron a 43 años!
Entonces comenzó una terrible propaganda cultural anticlerical y antirreligiosa. En todas las instituciones y en todas las conferencias, lecciones, discursos y conversaciones, se hacía propaganda de que Dios no existía y de que la religión era ilusión y explotación. El 6 de febrero de 1967, Enver Hohxa dio inicio a la “revolución cultural china”. Dicha revolución se extendió, con idéntica intensidad y ferocidad, especialmente contra la Iglesia, hasta en los más remotos rincones del país. ¡Se cerraron todas las iglesias!
  • La Catedral de Shkodra se transformó en un Palacio de los Deportes. Precisamente en Shkodra, durante un Congreso, el dictador habló contra Dios y contra la Iglesia católica.
  • La Iglesia franciscana de Gjuhadol se convirtió en un cine.
  • El Santuario de la Virgen del Buen Consejo, en el Castillo "Rozafa", en Shkodra, fue destruido.
  • La parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en Tirana, se convirtió en otro cine.
  • El cierre de la iglesia de Lezha tuvo lugar el 26 de marzo de 1967, precisamente el día de Pascua.
  • El Santuario de San Antonio de Laç Kurbini también fue destruido; en su lugar se construyó un campo militar.
  • La pequeña iglesia de Laç Vau i Dejës, del siglo XIII y de valor inestimable, se dinamitó.
  • El resto de las iglesias que no se destruyeron fueron transformadas en graneros, salas de cultura, tribunales, establos, talleres...
No se veía a ningún sacerdote por ninguna parte. Se controlaba en todas partes; se registraba hasta en los baúles del ajuar de las mujeres. El 10 de julio de 1968 se inauguró, en Shkodra, la exposición ateísta: “Sobre el papel retrógrado de la fe”. La persecución culminó en 1967, Hoxha proclamó que Albania era el primer país del mundo oficialmente ateo.

Esta terrible situación prosiguió hasta el 4 de noviembre de 1990, día en que, con la celebración de una Santa Misa en el cementerio católico de Shkodra, tuvo inicio una nueva época para la religión y para la profesión de la fe...


Robusta encina, intrépido pastor que jamás se dejo intimidar

Eran 37 los años de cárcel y trabajos forzados de un viejo sacerdote a quien en 1994 el Papa distinguía con uno de los mayores honores al nombrarle cardenal. En total Mikel Koliqi estuvo condenado a 43 años de prisión. Seis se los descontaron: en 1986, cuando tenía 84 años, sus carceleros le liberaron, convencidos de que lo mandaban a casa a morir.
El año anterior, en 1985, murió el dictador Enver Hoxha, que vivía en un delirio permanente; en 1989, cayó el muro de Berlín… y, en 1994, a los 92 años, Koliqi consiguió viajar a Roma para recibir de manos del Papa la birreta cardenalicia y el anillo. Se le creó Cardenal Diácono del título de Todos los Santos en la Vía Appia Nuova de Roma. Era el primer albanés elevado al Sacro Colegio… el más anciano de la treinta de sacerdotes católicos que sobrevivieron a las persecuciones comunistas en el país de las águilas. Aquel año el mundo conoció la historia de un mártir viviente, destinado a convertirse en símbolo del cristianismo perseguido y de los tormentos padecidos por su patria, Albania. Una vez más, Cristo tenía la última palabra.
El Cardenal Koliqi vivió sus últimos años con su sobrina y su familia en un pequeño apartamento cerca de la catedral de Shkodra. Siempre listo para recibir a los visitantes, a pesar de su fragilidad, para contar sus experiencias de prisión sin amargura. Allí le visitamos en el verano de 1995, sobre su mesilla reposaba el solideo de color rojo. El rojo del martirio.
Cuando acabó el Consistorio un periodista le pregunto: -Ahora que es usted Cardenal, ¿en qué va a cambiar la vida de la Iglesia en Albania?
Miquel Koliqi respondió: ¿Y qué puedo hacer yo? Tengo 92 años y una salud que no es de hierro. Solo una cosa puedo hacer: rezar al Señor. Interceder ante Él por mi pueblo. Quizá sea éste el deber al que he sido llamado.

        
Dos años y dos meses después del Consistorio, el 28 de enero de 1997, moría el Cardenal albanés. Fue enterrado en su Catedral de Shkodra, consagrada en 1993 por el Papa Juan Pablo II.

           El Papa expresó su “profunda emoción”, en un telegrama enviado a Rrok Mirdita, arzobispo de Durres-Tirana y presidente de la Conferencia Episcopal albanesa, señalando que fue “un intrépido pastor que en su largo ministerio eclesial se mostró como auténtico testimonio del Evangelio… Encarcelado e impedido durante muchos años para ejercitar su misión sacerdotal, como una robusta encina, jamás se dejó intimidar y dio un luminoso ejemplo de confianza en la providencia divina y de constante fidelidad a la sede de Pedro.
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